Entre amor y venganza

№10 Cena familiar

Rio con amargura.

—Voy a morir de todos modos. Amé a tu madre, y no hay un día en que no lamente lo que mi debilidad provocó. Sufro, y esta es mi forma de castigarme. Sé que no vas a creerme. He estado pensando mucho. Volviste por mí, pero apenas y nos saludamos. Me castigaste con tu indiferencia, con tu ausencia. Ahora que regresaste, no quiero irme sin ver mi linaje continuar. Estoy dispuesto a aceptar tu relación con Odyssey. Incluso puedes volver a la empresa, con la única condición de que, si lo de ustedes se vuelve serio, si se casan, la herencia volverá a ser tuya.

—¿Qué planeas? ¿Esperas que te crea? —dije con escepticismo, sintiendo que había algo más detrás de sus palabras.

—No espero que me creas —dijo con un tono triste. No podía negar lo confundido que me sentía; toda la amargura y el rencor que había albergado contra él parecían disiparse—. No tengo nada que perder. Voy a morir, y lo único que quiero es conocer a mis nietos… a menos que quieras negarme ese privilegio. —Hizo una pausa y, por primera vez, vi algo diferente en sus ojos, una mezcla de arrepentimiento y esperanza—. Me gustaría que nuestra relación cambiara en los pocos años que me quedan. Vuelve a casa, a la empresa… incluso con Odyssey, como tu mujer.

Sentí un nudo formarse en mi garganta. Mi voz se quebró cuando respondí:

—No pienso volver, pero si estás dispuesto a respetar mi relación con Odyssey, no puedo negarme a cuidarte. Se lo prometí a mi abuela. Odyssey aceptó trabajar aquí; yo ya tengo un trabajo, un…

—No te preocupes, hijo —me interrumpió con un tono calmado y hasta comprensivo—. Lo entiendo. Tienes mi palabra, no me meteré entre ustedes.

Lo observé, buscando cualquier señal de engaño en su rostro.

—Bien. Solo espero que no estés mintiendo otra vez, Georgiou.

Él sonrió, una sonrisa triste que parecía envejecerlo aún más.

—Solías confiar en mí, verme como un ejemplo. Rowan, cuando seas padre, lo entenderás.

Elevé las cejas, incrédulo.

—Deja de beber —dije, quitándole la copa de la mano—. Es malo para tu salud.

Soltó una carcajada breve, parecía sincera.

—Eres un gran hombre. Te preocupas por tu viejo.

Estaba a punto de alejarme cuando, de repente, se abalanzó sobre mí y me abrazó. No compartíamos ese gesto desde hacía seis años.

—No me odies, hijo. Yo también he pagado por mis errores. No hay un día en que no me arrepienta. Sigo cometiendo errores, pero esta vez quiero hacer las cosas bien. Apoyaré tu relación con Odyssey y me disculparé con ella.

—No te odio —admití en voz baja—. Solo… no puedo olvidar. Me molesta que…

—Lo sé —me interrumpió, apretando mi hombro con fuerza—. Vamos a superar esto, hijo. A tu madre le gustaría vernos bien. Tienes mi apoyo y mis sinceras disculpas. Vengan a cenar esta noche a la casa.

Me dio una palmada en el hombro y se apartó, dejándome con un remolino de emociones que apenas podía procesar.

—¿Cuento con su presencia en la cena esta noche? —preguntó, volviendo a sentarse—. Aprovecharé para pedir disculpas a Odyssey y hablar del trabajo.

La oferta de la cena me sorprendió y llenó de dudas. Estaba a punto de responder cuando su teléfono sonó. Lo miró con una mueca de disgusto antes de contestar.

—Sí, ¿qué pasa? —dijo con tono áspero. Escuchó unos segundos antes de responder—. Claro, lo entiendo. Gracias por avisarme.

Colgó y me miró de nuevo, gesticulando hacia la silla frente a él.

—Lo siento, Rowan. No era mi intención interrumpir nuestra conversación. Ahora, ¿aceptas la invitación a la cena?

Lo miré fijamente, sintiendo una batalla interna entre el deseo de mantener mi distancia y la necesidad de resolver los resentimientos que llevaba años acumulando.

—Está bien, iré. Solo espero que no haya sorpresas. No estoy para juegos.

Asintió y se levantó, rebuscando algo en su escritorio.

—Perfecto. Hablaremos esta noche. ¿Puedo ofrecerte algo más antes de que te vayas? ¿Alguna explicación? ¿Algo que necesites resolver para darle una segunda oportunidad a ser padre e hijo?

Negué con la cabeza, sintiendo una presión en el pecho. Sabía que esa cena podía ser un nuevo comienzo o el último enfrentamiento entre nosotros. Me despedí y me dirigí a la salida, con la mente abrumada por todo lo que había escuchado.

Al llegar a casa, encontré a Odyssey esperándome. Estaba en el sofá, revisando unos papeles mientras una canción suave sonaba. Al verme entrar, se levantó rápidamente. Sus ojos reflejaban preocupación.

—Hermosa, no me avisaste que volverías temprano. Habría ido a buscarte.

—Te dejé un mensaje —respondió ella, con un leve encogimiento de hombros—. Supuse que estabas ocupado. ¿Todo bien?

—Sí, lo siento, no lo vi —revisé mi móvil, avergonzado—. Me adelanté a hablar con Georgiou. Se disculpó y dice que está dispuesto a aceptar y apoyar nuestra relación. No confío en él, pero haré un intento. Nos ha invitado a cenar esta noche.

Ella dio un pequeño salto de emoción y se lanzó a mis brazos.

—¡Lo siento! Es que me hace feliz que todo vaya a estar bien.

—No significa nada todavía, hermosa.

—Claro que sí, es un gran avance. No mentiste al decir que pronto estarían bien. Te amo.

—Me encanta verte sonreír, Odyssey.

Se sentó a mi lado, y le conté sobre la conversación, la propuesta de cena, la promesa de Georgiou de apoyar nuestra relación y no interferir en nuestra vida. Me escuchaba atentamente, sus ojos fijos en los míos. De vez en cuando mordía su labio inferior.

—Parece que está intentando hacer las paces —dijo, su voz suave, pero llena de aparente alegría—. ¿Cómo te sientes con eso?

Pasé una mano por mi cabello, buscando las palabras adecuadas, como si de algún modo pudieran aparecer con solo pensarlo.

—No estoy seguro. Quiero creer que está siendo sincero, pero… siempre hay una parte de mí que duda. No quiero que te ponga en una posición incómoda nuevamente. Podría ser solo otro de sus planes.




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