La alarma interna de la casa comenzó a sonar avisándonos que alguien estaba atacando uno de nuestros puertos. Salí de la cama de un salto y me coloqué un jean, una remera y mis botas, tomé una campera de abrigo, mi chaleco antibalas, dos de mis navajas y dos Glock cargadas con un cargador extra.
Bajé las escaleras mientras colocaba mis armas en sus respectivos lugares, llegando a chocar con mis hermanos y mi padre, tomé de una pequeña mesa las llaves de mi moto y salí de la casa. Me monté en mi moto y conduje hacia el puerto. La carretera completamente vacía y yo yendo a máxima velocidad, la adrenalina recorría todo mi cuerpo desde la punta de la cabeza a la punta de los pies.
Al llegar al lugar pudimos ver el saldo de muertes que había dejado aquella emboscada, agradecí que el mayor número de muertes era de los emboscadores y no de nosotros. Saqué mi arma de la cintura y camine unos metros desde donde estaba para asegurarme que ya no quedaba nadie del bando que nos atacó, por lo menos no vivo. Al terminar de recorrer el lugar volví hasta donde se encontraban mi padre y mis hermanos.
-¿Se llevaron mucho?-dije mirando a mi padre
-Absolutamente nada, fue solo una advertencia-dijo e hizo una pausa-Quizás una distracción
-¿Cuantas bajas?
-Solo dos, los nuevos, Rodríguez y Sánchez
-¿Los latinos?-pregunté y el asintió-O quizás, cuestionando tu teoría, un ajuste de cuentas
-No se necesitan diez hombres para matar a dos-me miró fijamente-Estos chicos solo tuvieron mala suerte
Mi padre fue a hablar con sus hombres, mis hermanos registraron todo el lugar en busca de pistas y para controlar los últimos cargamentos que habían llegado. Yo por mi parte, fui hacia la moto y me apoyé en ella mientras prendía un cigarrillo, prestándole atención a cada mínimo movimiento de mi padre. Hacía poco había descubierto un gran rasgo en él, cuando estaba impaciente, se ponía a juguetear con el botón de la manga de su camisa.
-Te pareces mucho a él-dijo mi hermana llegando a mi lado, haciendo referencia a mi padre
Anya, es mi hermana menor, de tez clara, su pelo rubio caía por su cara como hilos dorados, enmarcando más las facciones de su rostro, sus ojos celestes como el cielo en sus mejores días hacían resaltar su hermosa sonrisa, su altura era promedio para sus dieciséis, pero su cuerpo sobresaltaba por su forma atlética.
-Hasta el mismo carácter tienes-volvió a decir riendo
Reí ante su comentario y le extendí mi cigarro. Ella acepto con gusto y le dio una larga calada, la miré detenidamente en cada acción, ella era exactamente igual a mi madre, pero con pelo rubio. Sonreí inconscientemente al recordar los viejos tiempos y ella me miró extrañada.
-¿Que? ¿Tengo un moco en la cara verdad?-dijo tocándose la cara
-No Any, recordaba nuestro último verano en Rusia
-¿Volveremos este verano Mai?
-Sabes que Rusia nos trae a todos muy malos recuerdos
-Claro, supongo que, al no tener noción de lo ocurrido, Rusia no se ve un lugar tan hostil
-Quizás en algún momento puedas viajar tu a visitar a los abuelos-me encogí de hombros cuando los recuerdos me invadieron la mente, nuevamente el sonido del disparo volvía a ensordecer mis oídos causándome un gran escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal
-Muy bien ¿Qué están esperando? ¿Una carroza muchachos? Muevan sus traseros ¡Vamos!-dijo mi padre dando a entender que era hora de volver a nuestra casa
Le di la última calada a mi cigarro y lo tiré lejos, subí a mi motocicleta, me despedí de los chicos e imite la acción de mi padre, perdiéndome por la carretera, dejando que la adrenalina invada nuevamente mi cuerpo. Al llegar a casa y a mi habitación, me volví a despojar de mi ropa, está vez dejando mi arma en mi mesa de noche y me senté en el borde de la cama.
-Christian-dije mirando a Chris que aún dormía, su torso desnudo se encontraba destapado y su mano se estiraba como buscándome-Christian es hora de que te vayas, casi son las cinco
El ojigris abrió los ojos y se estiró para poder despertarse mejor
-Buenos días ¿No?
-Chris no estoy de humor, es mejor que te vayas, en cualquier momento mi padre se va a despertar-dije dándole su ropa
-Vamos Mai, una despedida por favor
-Basta, vete ahora, no tengo más que darte
El morocho se vistió de mala gana y salió por la ventana mientras yo la cerraba con traba detrás de él. Acomode mi cabello que se encontraba hecho un desastre total y me acosté nuevamente en la cama, luego de unos momentos, al fin pude volver a conciliar el sueño.
Me desperté por la alarma de mi reloj, miré la hora, 05:45. Tenía una hora para llegar al entrenamiento, entonces, me levanté rápido, fui a mi armario y agarré una remera de manga corta negra, un Jean tiro alto pegado al cuerpo y un pullover negro también pegado al cuerpo, bajé las escaleras mientras coloco el arma en mi cintura, me dirigí hacia la cocina y bebí el vaso de jugo que dejó Nani para mí junto con mis Waffles con canela, tomé las llaves de mi auto, mi celular y mi bolso deportivo.