Martes 10:00 am, me levanto y no hay nadie en casa me miro en el espejo; era mi día libre y desperté mucho mas tarde de lo habitual.
Cuando de repente la imagen de Marcos vino a mi mente, recordé su invitación de ir a tomar un café juntos; estaba muy nerviosa ¿Qué coño me pasa? me pregunte a mí misma sintiéndome como una completa idiota, lo más posible era de que el estaba totalmente tranquilo mientras yo estaba hecha un manojo de nervios, y lo más probable era que el me veía como una buena amiga y nada más. Pero tenía que averiguarlo y la única manera de hacerlo era acudiendo a esa cita, así me diera mucho miedo porque hay oportunidades que solo se presentan una vez en la vida y perder esta no creo que me lo permitiera a mi misma.
Así que salí con mucha prisa me vestí con un short corto, estaba haciendo un calor impresionante, cepille mi cabello, me maquille y decidí salir.
***
Al llegar no lo vi por ninguna parte; mis compañeros de trabajo comenzaron a preguntarme de que hacia ahí si era mi día libre, yo sin más les invente una buena mentira.
Me senté en unas de las mesas, pase un par de horas viendo una que otra cosa en mi teléfono celular, observaba a mucha gente siendo felices y riendo, observaba a otros solo enfocados en el buen ambiente, veía a todas las personas a ver si lo encontraba y no lo encontré.
Cuando de repente te vi llegar; mi corazón se sobresaltó de la emoción que me causo, inmediatamente intercambiamos miradas y para mi sorpresa te sentaste en mi mesa y me sonreíste como un ángel, sentí que todo se me venía encima no sabía muy bien cómo actuar.
— ¿Cómo estás?—preguntó mirándome a los ojos
— Muy bien y usted, ¿como esta?—pregunte sin ser capaz de sostenerle la mirada
— Bien; pero estaría mucho mejor si empiezas a tutearme ¿de acuerdo?
— Esta bien—conteste con media sonrisa en los labios
— Te invito a tomar un café conmigo, y no acepto un no como respuesta— dijo el con un tono de voz renuente.
— Si aceptare su invitación, yo cumplo lo que prometo— le conteste sin pensarlo dos veces
El solo soltó una carcajada; como si lo que yo le dijera le causara gran gracia.
—Vamos— le dije de manera muy apresurada
El me tomo de la mano sin decir nada más; sentir su piel junto a la mía fue como un sueño hecho realidad, yo no podía dejar de mirarlo, es que el me gustaba tanto, su madurez me enloquecía cada vez mas.
Caminamos por un buen rato, hasta que llegamos a un café muy bonito, no era muy grande pero era perfecto para la ocasión.
Yo pedí un café mokaccino, el como siempre pidió un americano bien cargado.
Nos sentamos en una mesa, el silencio nos abrumo por algún tiempo, yo bebía mi café con sorbos pequeños, saboreaba despacio el sabor a chocolate y café que de verdad me encantaba.
El rompió el silencio que tanto me inquietaba...
— No te has preguntado el porqué de mi invitación ¿verdad?
— No, la verdad es que no—respondí asintiendo con la cabeza
— La verdad es que quiero conocerte—dijo el muy seguro de sí mismo.
¿Conocerme? Me dije para mi misma; como una persona como el estaría interesado en alguien como yo. De verdad no entendía muy bien sus palabras, ¿podría ser posible que un amor imposible se hiciera realidad? me pregunte una y mil veces en mi cabeza.
— Te has quedado muda—replicó el.
— No, solo es que me sorprende un poco tus palabras, creo que es mejor que nos vayamos.
— ¿Por qué?— pregunta el muy confundido.
— Nada, solo que pienso que ya es un poco tarde.
Él puso una expresión que no pude descifrar en el momento, sentí que él no comprendía mi actitud repentina y eso me estaba matando por dentro.
— Está bien, pienso que es lo mejor; pero antes quiero que me prometas algo— dijo el cogiéndome de la mano.
— ¿Qué quieres que te prometa?—respondí de una manera fría.
— Quiero que nos volvamos a ver— dijo el clavando su mirada en la mía.
— Está bien nos volveremos a ver, pero ahora debemos irnos.
Me sentí muy mal por no ser capaz de hacer lo que realmente sentía, pero el miedo que me embargaba en esos instantes era mayor.
Caminamos por el mismo lugar de antes, los dos estábamos en silencio; llego el momento de tomar cada uno por su camino.
Él se despidió de mi con un cálido beso en la mejilla, sentir sus labios en mi piel para mí fue lo mejor que me puso haber pasado.
—Espero volver a verte, hermosa— dijo el en un tono que no podía entender
—Adiós—dije fríamente mirándolo de los pies a la cabeza.
Al ver que se alejaba, me arrepentí por haber tomado esa actitud tan fría delante de el.
Esperaba con ansias el próximo encuentro, no sé si era masoquismo pero quería cada vez más entrar en la vida de él. Aunque solo fuese para ser su amiga o una de sus mejores confidentes.