Entre caprichos y antojos

Prólogo

En los callejones serpenteantes de la ciudad, donde las luces parpadeaban con la promesa de sueños cumplidos, la vida de Lily Stuart brillaba como una historia de ensueño. Graduada con honores en la carrera de Administración de Empresas, es, además, una prometida radiante con un futuro brillante como las estrellas que adornaban su vestido rojo la noche en que Alex Pineda, su príncipe encantador, le pidió que fuera su esposa. Los candelabros de cristal iluminaron su camino hacia una vida que parecía desbordar felicidad y promesas eternas.

Sin embargo, la fachada de cuento de hadas comenzó a resquebrajarse en una noche oscura. Los relámpagos destellaban con ferocidad, anunciando la tormenta que se avecinaba en la vida de Lily. Mientras caminaba hacia la elegante cafetería donde solían encontrarse, sus pasos tropezaron con una realidad cruel.

A través de la ventana empañada por la lluvia, descubrió el desgarrador cuadro que se desarrollaba en el rincón oscuro del café. Alex, el hombre que una vez le había prometido amor eterno, estaba con su mejor amiga, Rosy Cruz. Un nudo doloroso se formó su estómago mientras observaba la complicidad entre ellos, el corazón roto como un cristal que cae al suelo.

Con lágrimas que se mezclaban con la lluvia que caía implacablemente, Lily tomó una decisión dolorosa. No esperaría a que la tormenta pasara; en lugar de eso, se embarcaría en su propio viaje para encontrar un nuevo amanecer. Una revelación adicional la hizo temblar: dos latidos secretos, dos pequeñas vidas que crecían en su interior.

El adiós fue silencioso pero significativo. Dejó atrás la traición, las promesas rotas y la ciudad que una vez llamó hogar. Bajo el manto de la noche tormentosa, se encaminó hacia un futuro incierto, sus pasos resonando con la fuerza de una mujer decidida a construir su propio cuento de hadas, aunque los capítulos pasados estuvieran manchados de decepción y lágrimas.

La lluvia caía incesante sobre ella mientras caminaba por las callejuelas de la ciudad, cada gota mezclándose con las lágrimas que se deslizaban por su rostro. Cargaba consigo no solo el peso de la traición, sino también el secreto que crecía en su vientre: dos pequeñas vidas que cambiaron el curso de su destino.

El sonido de sus pasos resonaba en la quietud de la noche. Lily, decidida a dejar atrás el cuento de hadas que se había convertido en pesadilla, abrazó la incertidumbre de un futuro desconocido. En su corazón, albergaba la esperanza de que las heridas sanarían y que encontraría la fuerza para construir una nueva historia.

Al llegar a la estación de tren, decidió que su viaje sería tanto físico como emocional. Compró un boleto con destino a un lugar lejano, un refugio donde podría sanar y comenzar de nuevo. Las luces parpadeantes del tren en la oscuridad de la noche simbolizaban su propia transición, una salida de la oscuridad hacia la luz.

Mientras el tren se alejaba de la ciudad, se sintió liberada de las cadenas del pasado. Aferrándose a la promesa de un nuevo comienzo, dejó que la lluvia purificadora lavara su ser. En el asiento del tren, acarició con ternura su vientre, conectándose con la vida que florecía en su interior. Dos corazones latían en armonía, ofreciendo un consuelo silencioso en medio de la tormenta.

La mañana siguiente, con el sol asomándose en el horizonte, llegó a una nueva ciudad. Alquiló una pintoresca casa cerca del río, donde el sonido del agua fluyendo parecía llevar consigo la promesa de renacimiento.

Las horas se convirtieron en días, y Lily, con determinación y valentía, comenzó a buscar trabajo para reconstruir su vida. Tenía su patrimonio heredado de sus padres que le permitían tranquilidad y estabilidad.

Mientras caminaba por la orilla del río, reflexionó sobre el viaje que había emprendido. Los recuerdos dolorosos seguían siendo parte de su historia, pero ahora estaban adornados con las lecciones aprendidas y el amor incondicional que tenía por sus dos pequeños tesoros. La lluvia de aquella noche, que marcó el final de un cuento de hadas, se transformó en la semilla de un jardín de nuevas oportunidades y amor eterno.




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