Entre caprichos y antojos

Capítulo IV

El bullicio de la oficina se disipaba mientras Lily marcaba el número de Marla, la recepcionista, en su teléfono. Una breve espera y la voz amigable de Marla resonó al otro lado de la línea.

—Hola, Marla, soy Lily.

—Hola, Lily, ¿en qué te puedo ayudar? —respondió amablemente la recepcionista.

—Lamentablemente, no podré almorzar contigo hoy. Allan necesita que me ocupe de algunos detalles importantes para el almuerzo con los franceses y que lo acompañe como su intérprete. —Le explicó la secretaria a modo de disculpas. 

—No te preocupes, Lily. Entiendo que en el trabajo a veces aparecen imprevistos que requieren algún que otro sacrificio. ¡Buena suerte con el almuerzo y cualquier cosa que necesites, aquí estaré! —Marla, comprensiva, respondió con calidez.

—Gracias, te debo un almuerzo, espero que pueda ser mañana —agradeció las palabras de su compañera y colgó, enfocándose de inmediato en la tarea que tenía entre manos. 

Se sentó frente a su escritorio y comenzó a revisar detenidamente los documentos que serían presentados a los posibles clientes.

Mientras escudriñaba cada página, notó varios detalles que necesitaban corrección. Errores de formato, cifras que no coincidían y alguna información desactualizada. Su mente analítica y meticulosa se puso en marcha, identificando cada área que requería atención.

Con determinación, abrió su correo electrónico y comenzó a redactar mensajes precisos a los departamentos correspondientes. Explicó claramente las correcciones necesarias y solicitó la colaboración de sus colegas para asegurarse de que los documentos estuvieran impecables antes del almuerzo con los franceses.

El tiempo pasaba rápidamente, pero ella permanecía concentrada en su labor. La atención a los detalles era su fuerte, y estaba decidida a demostrar su valía en esta situación crucial para la empresa. 

A medida que la mañana avanzaba, Lily completó las correcciones y envió los documentos actualizados a todos los involucrados. Su eficiencia y enfoque no pasaron desapercibidos. Ángel, que desde su oficina la observaba con admiración cómo la nueva secretaria manejaba la situación con gracia y profesionalismo mientras los jefes de los departamentos involucrados le daban informes manteniéndolo actualizado.

Al terminar su tarea, Lily suspiró aliviada. Había logrado corregir los detalles a tiempo, y el almuerzo con los franceses estaba próximo. 

Lily cruzó con determinación la puerta de la imponente oficina de Allan, consciente de que el siguiente enfrentamiento estaba a punto de comenzar. Su jefe, sumido en la lectura de algunos informes, apenas levantó la mirada al notar la presencia de su secretaria.

—Allan, he revisado los documentos para el encuentro con los franceses y he realizado algunos cambios que considero pertinentes. Creí necesario modificar algunas cifras y resaltar ciertos aspectos clave que podrían escapar a una primera revisión —anunció Lily con firmeza, sosteniendo los documentos que ahora llevaban su toque profesional—, además, me he tomado la libertad de coordinar algunos detalles logísticos con el personal del restaurante. Todo está listo para que la reunión transcurra sin contratiempos.

—¿Cambios? No necesito cambios, Lily. Ya están bien como están. ¿Estás lista, casi nos vamos? —Sin apartar la mirada de sus papeles, él respondió con tono despreocupado. Ella, sin dejarse intimidar, avanzó hacia el escritorio y colocó los documentos frente a él. 

—Lo siento, Allan, pero después de revisarlos detenidamente, vi algunas áreas que podrían mejorarse para hacer la presentación más efectiva. Creo que estos cambios serán beneficiosos para todos porque, señor, quiero asegurarme de que causaremos una impresión impecable. No es solo un almuerzo; es una oportunidad crucial para el negocio. —Visiblemente molesto, finalmente levantó la mirada para analizar los ajustes sugeridos. A medida que revisaba las modificaciones, su expresión pasó de la irritación inicial a una mezcla de sorpresa y reconocimiento. Su secretaria había demostrado su habilidad para identificar mejoras claves en cuestión de minutos.

—¿Qué has hecho aquí? —preguntó, levantando la vista finalmente y enfrentándose a los cambios evidentes.

—He mejorado la organización y claridad del contenido. Creo que estos ajustes facilitarán la comprensión y agilizarán el proceso de revisión —explicó con seguridad en su tono.

—Esto… esto está bien. De hecho, diría que es una mejora.  ¿Cómo lo hiciste tan rápido? —Casi de manera reluctante, admitió la eficacia de los cambios propuestos. Había resaltado datos estratégicos y simplificado detalles que podrían haber complicado la presentación. Ella, con una sonrisa sutil, asintió. 

—Me alegra que estemos de acuerdo. Quiero asegurarme de que la presentación salga impecable. —Sonrió con satisfacción. —La eficiencia es mi fuerte, señor Villarreal. Quiero que el almuerzo sea un éxito tanto para usted como para la empresa. —Sonrió, sabiendo que sus esfuerzos no habían sido en vano. Sin embargo, la tensión volvió cuando Allan, con un tono más serio, comentó:

—Y respecto a tu atuendo, esa chaqueta es demasiado escotada. No irás a la reunión vestida así.

—Sí, tengo planeado asistir al almuerzo con esta chaqueta. Es elegante y apropiada para la ocasión. —Él, con expresión contrariada, escrutó la elección de Lily. 




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