Entre Deseo Y Redencíon

Capitulo 3

Alessandra

—¿Por qué siento que acabo de meter a un león en la jaula de otro? —murmuro mientras cierro la puerta de la habitación de invitados.

Nikolai deja su maleta a un lado y me sonríe con diversión.

—Porque eso es exactamente lo que hiciste, princesa.

Ruedo los ojos y me cruzo de brazos.

—No empieces. No quiero problemas entre ustedes.

Nikolai se acerca con esa actitud relajada suya y coloca sus manos sobre mis hombros, apretándolos suavemente.

—No fui yo quien dejó claro que esta es su casa y que debo "recordarlo".

Suspiro. Por supuesto que Alexander tenía que marcar territorio.

—Ignóralo.

—Eso sería fácil si no pareciera que quiere arrancarme la cabeza.

Me alejo y me dejo caer en el sofá junto a la ventana. No quiero hablar de Alexander. No quiero pensar en él.

Pero es imposible. Desde que volví, su presencia lo ha invadido todo.

Nikolai me observa en silencio, con esa mirada analítica que siempre usa cuando sabe que algo me molesta.

—¿Aún te afecta? —pregunta.

—No. —La respuesta es rápida, automática.

Demasiado rápida.

—Mentirosa —se burla él, tomando asiento frente a mí—. Aún tiene poder sobre ti.

Mis labios se aprietan en una línea fina.

No quiero admitirlo, pero lo peor es que tiene razón.

Me inclino hacia adelante, enterrando los codos en mis rodillas y frotándome las sienes.

—No quiero que esto sea una guerra, Nikolai. Estoy cansada.

Él asiente, pero la sonrisa traviesa sigue ahí.

—Entonces dime, princesa… si no quieres una guerra, ¿por qué te fuiste a vivir bajo el techo de tu enemigo?

Mis ojos se encuentran con los suyos.

Buena pregunta.

Pero aún no tengo una respuesta.

Nikolai me observa en silencio por unos segundos, luego su expresión cambia. Su sonrisa burlona se desvanece, y en su lugar aparece algo más profundo, más serio.

—Te quiero, Alessandra.

La declaración me toma por sorpresa. Parpadeo, sintiendo un nudo en la garganta.

Nikolai nunca ha sido de los que ocultan lo que sienten, pero escucharlo decirlo así, tan directo, sin rodeos... es diferente.

—Lo sé —susurro, porque realmente lo sé.

Él sonríe levemente y alarga una mano para tocarme la cabeza con suavidad, en un gesto casi posesivo, pero cálido.

—Descansa, princesa. Si no te molesta, haré lo mismo.

Niego con la cabeza y me obligo a sonreír.

—No me molesta. Nos vemos luego.

Nikolai asiente y se levanta, caminando hacia su maleta. Yo me quedo en el sofá, observándolo por unos segundos antes de exhalar y levantarme.

Esto es lo que necesito.
Alguien que no juegue con mi mente, que no me confunda, que no me haga sentir como si estuviera caminando sobre fuego.

Entonces, ¿por qué una parte de mí sigue atrapada en la tormenta que es Alexander?

Después de salir de la habitación de Nikolai, camino por el pasillo con la intención de ir a la cocina y servirme un café. Necesito despejar mi mente.

Pero entonces lo veo.

Alexander está apoyado contra la baranda de la escalera, con una camisa negra entreabierta y el cabello todavía húmedo, como si acabara de salir de la ducha. Su postura es relajada, pero sus ojos... sus ojos me están devorando.

Me detengo en seco.

—¿Ya terminaste de jugar con tu invitado? —pregunta con una calma peligrosa.

Cruzo los brazos y lo miro con frialdad.

—No sé de qué hablas.

Alexander deja escapar una risa baja, sin humor. Da un paso hacia mí, acortando la distancia.

—Claro que lo sabes, Alessandra. Siempre has sabido cómo provocar.

Frunzo el ceño y doy un paso atrás, pero él lo nota. Su mirada se oscurece.

—No es de tu incumbencia con quién hablo o qué hago —digo con firmeza.

Alexander ladea la cabeza, analizándome. Siempre hace esto, como si pudiera ver más allá de mis palabras, como si me conociera mejor que yo misma.

—¿Eso piensas? —su voz es baja, un susurro cargado de algo que no logro descifrar—. ¿Que no es mi asunto?

Su cercanía me pone tensa, pero no quiero darle el gusto de verme afectada.

—Exactamente.

Alexander sonríe, pero sus ojos siguen fríos. Como si estuviera al borde de algo.

—Sabes, Alessandra... —Murmura mi nombre como si fuera un secreto peligroso—. Puedes pretender todo lo que quieras. Puedes ignorarme, tratar de evitarme. Puedes dejar que él te toque.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.