Vielka se despierta al suave sonido del despertador de su teléfono, la pantalla muestra las 6:30 a.m. Artemio, su esposo, duerme profundamente a su lado, su respiración pausada y tranquila. Ella se levanta con cuidado, evitando despertarlo, y se dirige al cuarto de sus hijos. María, de un año, duerme en su cuna, mientras que Javier, de cuatro años, ya está despierto, jugueteando con su osito de peluche.
La rutina matutina comienza. Vielka se asegura de que Javier esté listo para la escuela, le ayuda a vestirse y a cepillarse los dientes. Luego, cambia el pañal de María y la viste con un conjunto adorable. A las 7:30 a.m., están todos en el comedor para un desayuno rápido antes de salir. Artemio se une a ellos, dándole un beso en la mejilla a Vielka y a cada uno de sus hijos.
Después del desayuno, Vielka lleva a Javier a la escuela. Mientras conducen, escucha a Javier contarle sobre sus planes para el día. Una vez que lo deja en el colegio, se dirige a la guardería para dejar a María. Luego, se encamina hacia su empresa de mercadotecnia.
En su oficina, Vielka se sumerge en los pendientes del día. Revisa campañas publicitarias, se reúne con su equipo y responde correos electrónicos. A media mañana, hace una pausa para tomar un café y revisar su agenda. La empresa ha crecido exponencialmente en los últimos años, y aunque el trabajo es demandante, se siente orgullosa de lo que ha logrado.
A las 11:00 a.m., se dirige al gimnasio. El ejercicio es su manera de liberar el estrés y mantener su cuerpo en forma. Después de una hora de entrenamiento intensivo, se ducha rápidamente y se cambia para reunirse con sus amigas para el brunch.
En el elegante restaurante, Vielka se encuentra con sus amigas, un grupo selecto de mujeres exitosas. Ríen, conversan y comparten anécdotas mientras disfrutan de exquisitos platillos y mimosas. La vida que llevan es de lujos y comodidades, algo que Vielka aprecia profundamente.
El reloj marca las 2:00 p.m. cuando Vielka recoge a María de la guardería y luego a Javier de la escuela. De vuelta en casa, se asegura de que Javier haga su tarea mientras juega con María. A las 4:00 p.m., lleva a Javier a su clase de pádel. Mientras lo observa jugar, no puede evitar recordar su vida doce años atrás.
En 2012, días antes de su boda, Vielka estaba con Loreto, su amiga de la adolescencia. Estaban en una cafetería, tomando un café. Loreto la miró fijamente y preguntó:
—¿Estás segura de esto, Vielka? ¿No extrañas a Alfonso?
Vielka suspiró, sus ojos se llenaron de nostalgia.
—Claro que lo extraño, Loreto. Nadie me ha hecho sentir tan viva como él. Pero la paz y estabilidad que me da Artemio es verdadero amor. Con él, no tengo que vivir con miedo. Es una vida segura para mí y para los hijos que algún día tendremos.
Loreto asintió, entendiendo, pero sin dejar de preocuparse por su amiga.
Vielka regresa al presente con una sonrisa. La tarde pasa rápidamente, y antes de darse cuenta, está de vuelta en casa, preparando la cena y disfrutando de tiempo en familia. Después de acostar a los niños, se encuentra en el sofá con Artemio, disfrutando de una copa de vino.
Doce años de matrimonio han consolidado su relación. Vielka se siente amada y segura con Artemio. Esa noche, hacen el amor con la misma pasión de siempre, demostrando que el verdadero amor no solo es paz y estabilidad, sino también una conexión profunda y sincera.
Finalmente, Vielka se duerme en los brazos de Artemio, agradecida por la vida que han construido juntos, una vida llena de lujos y amor verdadero, lejos del peligro y la adrenalina que alguna vez la atrajeron.