Entre el fuego y la calma

Lo mejor de dos mundos

La tarde caía suavemente sobre el jardín de la casa de Vielka, donde una ligera brisa acariciaba los árboles y las risas de los niños resonaban en el aire. Vielka y Loreto estaban sentadas en la terraza, disfrutando de unas copas y bocadillos mientras observaban a los pequeños jugar al aire libre.

—¿Sabes? Extrañaba estos momentos —dijo Loreto, sirviendo más vino en sus copas—. Las tardes como esta me recuerdan a cuando éramos jóvenes, sin preocupaciones.

Vielka sonrió, pero había algo en su expresión que traicionaba la paz que mostraba. Levantó la copa y la giró lentamente, observando el vino mientras sus pensamientos volvían a un lugar diferente.

—Sí, esos tiempos eran... diferentes —respondió, tratando de mantener su tono ligero.

Loreto notó la vacilación en la voz de su amiga. Desdela ultima vez que habia visto a su amiga, algo en ella había cambiado, una inquietud latente que Loreto no podía pasar por alto.

—Vielka, ¿qué está pasando? Te conozco lo suficiente para saber que hay algo que ¿te preocupa?. Y no es solo el trabajo o los niños.

Vielka suspiró y tomó un sorbo de vino, intentando encontrar las palabras adecuadas. Sabía que no podía seguir ocultando sus sentimientos por más tiempo, especialmente de alguien que la conocía tan bien como Loreto.

—Es Alfonso —confesó finalmente, con la voz apenas audible—. Lo vi hace unas semanas, y desde entonces no he podido dejar de pensar en él.

Loreto arqueó una ceja, sorprendida pero no del todo desinformada. Había oído rumores y sus sospechas no estaban muy lejos de la verdad.

—¿Te refieres a que estuvieron juntos? —preguntó, tratando de mantener la calma en su voz.

Vielka negó rápidamente con la cabeza, sus ojos llenándose de un torbellino de emociones.

—No, no estuvimos juntos. Pero el verlo, el sentir su presencia tan cerca... despertó algo en mí que pensé que había dejado atrás.

El silencio se instaló entre las dos amigas por un momento, solo roto por los sonidos de los niños jugando en el fondo. Loreto tomó otro sorbo de vino, pensando cuidadosamente en lo que diría a continuación.

—Sabes,se perfectamente el efecto que Alfonso tiene en ti. Pero también sé cuánto has luchado para construir la vida que tienes ahora. No dejes que esos viejos sentimientos te lleven por un camino peligroso.

Vielka asintió, agradecida por el consejo pero sabiendo que no era tan simple. Su mente se llenaba de recuerdos y emociones contradictorias. El peligroso atractivo de Alfonso, la estabilidad indiferente con Artemio, y la sensación constante de estar al límite de algo que no podía controlar.

—No es solo Alfonso —admitió Vielka—. Es la vida que llevo ahora. Siempre siento que estoy al borde, como si algo estuviera a punto de cambiar drásticamente. Y con Alfonso... no sé, es como si su reciente casi presencia en todo lo complicara.

Loreto la miró con comprensión, sabiendo que no era fácil para su amiga. La vida de Vielka estaba llena de responsabilidades y decisiones difíciles, y la aparición de Alfonso solo añadía más peso a esa carga.

—Tienes que decidir qué es lo que realmente quieres, Vielka. Alfonso siempre será una parte de tu pasado, pero tú sabes quien es, 2 divorcios? la bellisima modelo loca con la que esta actualmente? es un super paquete… y esta tu propio paquete amiga, lo que sea que decidas, afecta no solo a ti, sino también a tus hijos y a Artemio.

Vielka asintió, agradecida por la claridad que Loreto le ofrecía. Sabía que tenía razón. Debía enfrentar sus sentimientos y tomar una decisión consciente sobre su futuro.

Mientras el sol se ponía y la tarde se convertía en noche, Vielka y Loreto siguieron conversando, sus palabras mezclándose con el sonido del vino vertiéndose en las copas y las risas de los niños. Pero en el fondo, Vielka no podía sacudirse la sensación de que, en cualquier momento, Alfonso podría aparecer de nuevo, trastornando su mundo una vez más. Y aunque no lo sabía, ese era exactamente el plan de Alfonso: mantenerse presente en su vida, como una sombra constante, volverla tan loca por el que no encontrará camino mas que estar en sus brazos.

A medida que la conversación avanzaba, Vielka comenzó a considerar una posibilidad que hasta entonces había mantenido oculta incluso de sí misma: la tentación de tener "lo mejor" de ambos mundos. ¿Podría encontrar una manera de mantener la estabilidad y el amor que tenía con Artemio mientras se permitía sentir la adrenalina y la pasión que Alfonso le ofrecía? En su mente, Vielka empezó a calcular las formas en que podría lograrlo, imaginando escenarios donde podría controlar ambas facetas de su vida sin que una afectara a la otra.

No mencionó nada de esto a Loreto, sabiendo que su amiga la intentaría disuadir de una idea tan arriesgada. Pero mientras los niños seguían jugando y el vino continuaba fluyendo, Vielka no podía dejar de pensar en esa posibilidad. Si encontraba la manera de equilibrar ambos mundos, tal vez podría satisfacer ese anhelo constante de emoción y peligro sin sacrificar la seguridad y el amor que había construido. La idea era tentadora, y Vielka sabía que estaba jugando con fuego, pero la chispa de ese pensamiento no desaparecía, ardiendo con una intensidad que era difícil de ignorar.




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