Entre el fuego y la calma

Camila

Camila se miraba en el espejo, admirando el resultado de su última cirugía estética. Sus rasgos, ya de por sí hermosos, ahora tenían un toque de perfección que la hacía sentir invencible. La vida que llevaba estaba llena de lujos: autos deportivos, ropa de diseñador, joyas exclusivas y una casa que parecía sacada de una revista. Para ella, eso era amor. Si no lo era, ¿qué lo sería? El amor no podía existir en la miseria, pensaba. Tenía diez años menos que Alfonso y, tras tres años de matrimonio, habían formado una familia con una hija bellísima de dos años, Camila Jr.

Apreciaba cada aspecto de su vida. La educación de su hija en las escuelas más caras, los viajes exóticos, y los constantes retoques estéticos que mantenían su juventud intacta. Para Camila, estos eran los signos evidentes de que Alfonso la amaba. Después de todo, ¿quién más podría ofrecerle una vida tan lujosa y llena de comodidades?

Sin embargo, había algo que perturbaba su felicidad. Algunas noches, mientras Alfonso dormía, lo escuchaba murmurar nombres en sus sueños. Uno de esos nombres era "Vielka". Al principio, no le prestó mucha atención, pero con el tiempo, la mención constante de ese nombre comenzó a inquietarla. ¿Quién era esa tal Vielka? ¿Qué significaba para Alfonso?

Camila también estaba al tanto de los amoríos nocturnos de Alfonso. Sabía que era un mujeriego y que tenía encuentros ocasionales con otras mujeres. Sin embargo, estos deslices nunca la habían preocupado demasiado. Alfonso siempre volvía a casa, y su vida juntos seguía siendo la misma. Para Camila, estos amoríos eran una parte tolerable de su matrimonio, un pequeño precio a pagar por la vida de lujo que llevaba.

Un día, durante una fiesta del cartel organizada en su casa, Camila estaba sirviendo cócteles cuando escuchó una conversación entre Loreto y Mónica, la hermana de Alfonso. Intentó no parecer interesada, pero agudizó el oído.

—Loreto, amiga, el otro día vi en una revista a Vielka, ¡la nombraron empresaria del año! ¿Es tu amiga? Recuerdo que la conoces desde hace mucho, ¿no? Incluso la has traído a eventos como este, ¿verdad? —comentó casualmente.

—Sí, ¡es impresionante todo lo que ha logrado en tan poco tiempo! —respondió Loreto con entusiasmo.

—Me urge contratarla para mi restaurante, ¿me podrás pasar su contacto? —preguntó Mónica.

—Por supuesto, amiga, te aseguro que es la mejor. Agenda una cita con ella, y en un par de meses tu restaurante será el más visitado de la ciudad. Vielka es increíble; justo la semana pasada nos vimos, y la noté más radiante que nunca. Su éxito se refleja en todo lo que hace —contestó Loreto con una sonrisa.

Camila sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Podría ser que esta Vielka, de la que hablaban como una empresaria exitosa, fuera la misma que Alfonso mencionaba en sus sueños? La idea la intrigaba y la inquietaba a partes iguales. No había considerado que esta mujer pudiera ser alguien significativo en el pasado de Alfonso.

Esa noche, mientras Alfonso se duchaba, Camila decidió buscar información sobre Vielka en internet. Encontró varios artículos y fotos de una mujer elegante y segura de sí misma, rodeada de éxitos profesionales y reconocimientos. A medida que leía, la sensación de inquietud crecía y justo ahi lo vio, Alfonso, su esposo, en el fondo de dos fotografías de eventos en los que Vielka destacaba. La descripción de Vielka coincidía con todo lo que Alfonso admiraba: inteligencia, ambición y una belleza serena.

Alfonso salió del baño, y Camila cerró rápidamente la pantalla de su laptop. No quería que él supiera de su creciente curiosidad, al menos no todavía. La incertidumbre la consumía, pero decidió no confrontarlo. Aún no.

Con el tiempo, Camila comenzó a notar pequeños detalles que antes le habían pasado desapercibidos. La forma en que Alfonso a veces se quedaba en silencio, perdido en sus pensamientos, o cómo su expresión cambiaba al escuchar ciertas canciones que parecían llevarlo a otro lugar. Eran momentos breves, pero suficientes para que la duda se arraigara más profundamente en su mente.

Una noche, mientras estaban en la cama, Alfonso murmuró de nuevo el nombre de Vielka en sus sueños. Camila lo escuchó claramente esta vez, y una mezcla de celos e inseguridad la invadió. Ni siquiera el par de víboras ex esposas y madres de los hijos de alfonso le provocaban este tipo de inseguridad.

Camila sabía que debía manejar la situación con cuidado. No quería perder el amor y la vida de lujo que Alfonso le proporcionaba. Pero la curiosidad sobre Vielka y su relación con Alfonso la estaba consumiendo. Decidió que, tarde o temprano, necesitaría respuestas. Pero por ahora, mantendría su papel de esposa perfecta, disfrutando de los privilegios que esa posición le daba, mientras planeaba cómo descubrir más sobre la misteriosa mujer que aparecía en los sueños de su esposo.

Con una mezcla de determinación y cautela, Camila se prometió a sí misma que encontraría la verdad sobre Vielka. Mientras tanto, continuaría viviendo su vida llena de lujos, autos, cirugías y nanas sobreapacitadas para su hija, convencida de que ese era el verdadero amor. Aunque una sombra de duda comenzaba a nublar su percepción de perfección, Camila no estaba dispuesta a dejar que esa sombra destruyera la vida que tanto valoraba.




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