Entre el fuego y la calma

Encuentros ¿casuales?

El zumbido del teléfono de Vielka irrumpió en el silencio de su oficina. Mientras revisaba algunos informes de su último proyecto, la pantalla mostró un nombre que le provocó una mezcla de sorpresa y curiosidad: Mónica Carrera. La hermana de Alfonso, de quien no había oído en años, ahora estaba contactándola en su rol profesional.

Con una pausa, contestó la llamada.

—Buenos días, Mónica, ¿cómo estás? —saludó Vielka, tratando de mantener la profesionalidad en su voz.

—Hola, Vielka, ¡tanto tiempo! Espero no haberte sorprendido demasiado al llamarte —respondió Mónica con voz cálida, aunque su tono sonaba más formal de lo que recordaba.

—No, para nada. ¿En qué puedo ayudarte? —respondió Vielka, aún sin saber la razón de la llamada.

—Quería saber si podríamos reunirnos. Tengo un restaurante y le comenta a Loretto que justo me urge darle mucho más presencia, las dos pensamos en ti de inmediato. Tu reputación es excelente y creo que podrías ser la persona ideal para lo que necesitamos.

Vielka sintió una mezcla de satisfacción profesional y tensión por la conexión personal.

—Claro, me encantaría ayudarte. Podemos organizar una reunión y hablar sobre lo que tienes en mente —aceptó, intentando disimular el nerviosismo que le causaba cualquier proximidad al entorno de Alfonso.

—Perfecto, entonces el viernes a las cinco, en mi restaurante, se llama El Mirador. ¿Te parece bien?

—Sí, está bien —dijo Vielka, anotando la cita en su agenda y despidiéndose.

El viernes llegó antes de lo esperado. Vielka se vistió con elegancia, procurando proyectar la imagen de profesionalismo que había cultivado con tanto esmero. Al llegar a El Mirador, fue guiada a una mesa junto a las ventanas donde Mónica la esperaba. Saludándose con calidez, ambas tomaron asiento y comenzaron a discutir ideas para la imagen de marca.

Despues de ponerse al corriente de sus vidas, si bien no eran amigas, si conocidas, monica le indico – me urge impulsar con una estrategia de mercadotecnia profesional este lugar, sacarlo del chisme y todo lo que supongo que no tengo que explicar… Necesitamos algo impactante y fresco —explicó Mónica con entusiasmo.

Vielka asentía, concentrada en el proyecto, pero sintió una incomodidad creciente al imaginar cuánto le había compartido Alfonso a su hermana sobre su relación. Antes de que pudiera profundizar en su propuesta, un destello de movimiento llamó su atención. Al girar la cabeza, vio a una mujer, irrealmente hermosa, acercarse a la mesa con una mirada que inmediatamente le resultó familiar.

Camila, la esposa de Alfonso.

La tensión en el ambiente se hizo evidente, y Mónica esbozó una sonrisa incómoda.

–Hola Cuñada, que raro verte por aqui a esta hora, no es religiosamente tu horario de estar en el gym??- Camila solo sonrio…

—Vielka, te presento a Camila, mi cuñada, esposa de Alfonso —dijo Mónica, con una voz muy casual, lo que le dio a Vielka la certeza que Mónica ni se imaginaba su situacion actual con su hermano, sintio verdadero alivio.

—Encantada, Vielka. Había oído de ti, empresaria del año verdad? me alegra tener la oportunidad de conocerte en persona —dijo Camila, quien extendió una mano decorada con anillos de diamantes que destellaban con un brillo deslumbrante.

Vielka ocultó su sorpresa y estrechó la mano de Camila, notando el firme apretón y la mirada fija de la mujer. Aunque se esforzó en mantenerse tranquila, la presencia de Camila la puso al límite, consciente de la compleja dinámica que había entre ellas, aún sin palabras.

—Camila, un placer conocerte. —La sonrisa de Vielka era amable, aunque sentía un nudo en el estómago.

Camila soltó una pequeña risa antes de sentarse en la silla junto a Mónica, comportándose como si hubiese sido parte de la reunión desde el principio.

—Sabes, Vielka, he escuchado maravillas sobre tu trabajo. Alfonso ha hablado sobre ti y tu empresa, y Mónica no dejó de insistir en que eres la mejor. Así que tenía mucha curiosidad —dijo Camila, con una sonrisa que parecía tener un trasfondo de desafío.

—Te agradezco mucho, Camila. Es bueno saber que Alfonso y Mónica confían en mis habilidades —respondió Vielka con un tono neutral, aunque sentía la creciente tensión en el aire.

Mónica observaba la interacción entre ambas mujeres con cierta inquietud y luego intentó retomar el hilo de la conversación profesional.

—Como te decía, Vielka, queremos una campaña integral. Desde el diseño de imagen hasta la gestión de redes y publicidad en medios tradicionales —explicó Mónica, procurando que la reunión regresara a su curso inicial.

Sin embargo, Camila parecía tener otra agenda. En cuanto Mónica terminó de hablar, Camila aprovechó para añadir un comentario que no pasó desapercibido.

—Por cierto, Alfonso y yo estamos pasando mucho tiempo juntos últimamente. Él es un hombre de negocios, ya sabes, siempre ocupado, pero entre los dos nos aseguramos de que nuestros tiempos coincidan lo más posible. Como esposa suya, me gusta estar cerca y apoyarlo en todo momento —dijo Camila con un tono casual, aunque su mirada estaba fija en Vielka, midiendo su reacción.

La incomodidad de Vielka creció, aunque intentó disimularlo. Mantuvo la compostura y, con una sonrisa forzada, asintió.

—Es maravilloso cuando una pareja encuentra ese equilibrio en sus agendas, especialmente en este tipo de entornos de trabajo tan demandantes —respondió, intentando evadir la confrontación que intuía en las palabras de Camila.

Mónica percibió la tensión en la atmósfera y aunque no sintio que los comentarios de Camila vinieron al caso, volvió a intervenir, tratando de enfocar a Vielka en los objetivos de la campaña.

—Sí, necesitamos que la propuesta capture algo moderno y auténtico, pero que mantenga también la esencia de nuestra marca familiar. La familia Carrera es una tradición, y queremos proyectar eso en todos nuestros negocios —dijo Mónica.




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