Entre el fuego y la calma

Renacer del Deseo

Alfonso estaba sentado en la penumbra de su oficina privada, dándole vueltas al encuentro reciente de Vielka con su hermana Mónica y su esposa Camila. Aunque había escuchado los detalles de boca de Mónica y algunas insinuaciones de Camila, no necesitaba más información para entender que el encuentro entre ambas mujeres había revivido la distancia en la relación con Vielka. La conexión entre ellos, tan intensa y avasalladora hasta hacía poco, ahora se había vuelto incierta y llena de silencios incómodos.

Durante años, Alfonso había aceptado que su relación con Vielka no podría encajar en su mundo; sin embargo, los últimos meses lo habían sumido en una adicción a su cercanía. Los encuentros clandestinos llenaban de una energía renovada a ambos, una que Vielka intentaba resistir pero siempre terminaba sucumbiendo. Ahora que ella parecía haber levantado barreras, él sabía que debía hacer algo para recuperarla.

"Si quiero que regrese a mí sin vacilaciones, tengo que darle algo que Artemio no pueda ofrecerle… un imperio," se dijo. Sabía que no sería sencillo. Vielka era ambiciosa, ella no queria joyas, bolsas, autos de lujo, mansiones, ella queria reconocimiento, retos y con la independencia profesional que había cultivado, no aceptaría nada que fuera un simple regalo o demostración de poder.

Después de reflexionar durante horas, Alfonso ideó un plan que requería tiempo y paciencia. Decidió que no forzaría nada; en cambio, se posicionaría como una opción estable y fiable, capaz de impulsar su carrera como nadie más. Para ello, su estrategia tendría que ser precisa, haciendo que Vielka lo percibiera como una fuerza en su vida sin presionarla, sin que se sintiera atrapada.

Los meses siguientes marcaron el inicio de un nuevo y cuidadoso juego. Alfonso comenzó a ejecutar su plan en tres fases: encuentros furtivos para avivar la conexión entre ellos, apoyo sutil en su carrera y, finalmente, la apertura de puertas empresariales exclusivas que atrajeran a Vielka hacia él de forma orgánica.

Alfonso eligió un martes para reavivar la llama entre ambos. La cita era en un discreto apartamento que había alquilado específicamente para sus encuentros. Vielka dudó en aceptar, pero la insistencia de Alfonso y su inusual tono suave lograron que finalmente accediera.

Cuando Vielka llegó, encontró el ambiente cuidadosamente dispuesto. La música suave y la luz tenue creaban un ambiente íntimo que la hacía sentir en otro mundo, lejos de la responsabilidad y de la rutina. Alfonso, con su encanto y presencia inconfundibles, no necesitó palabras para recordarle el deseo que los unía. La atracción que sentía hacia él era innegable; él lo sabía y supo aprovecharlo.

Esa tarde fue intensa y llena de pasión. Sin embargo, Alfonso no dejó que fuera solo un momento de deseo carnal. Mientras estaban juntos, le susurró al oído promesas de una vida que podría ser suya: un mundo en el que su talento no tuviera límites, una vida en la que no tendría que conformarse con menos de lo que deseaba. Vielka escuchaba, embriagada por las emociones, sintiendo una mezcla de peligro y emoción que hacía mucho tiempo no experimentaba.

Al finalizar el encuentro, ambos se quedaron en silencio, y Alfonso, midiendo cada palabra, le dijo:

—Sabes que eres capaz de cosas grandes, Vielka. Tienes una fuerza que no mucha gente tiene, y la capacidad de hacer que el mundo gire a tu favor.

Vielka lo miró, sintiendo cómo el eco de sus palabras resonaba en ella. Sabía que lo que él decía era verdad. Desde que había llevado aun punto tan alto su empresa, no dejaba de pensar en los límites que deseaba superar. Aunque intentaba no dejárselo ver, sus palabras comenzaban a abrirse paso en su mente.




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