Entre el fuego y la calma

El rugido del fracaso

Camila cerró la puerta de su lujoso dormitorio con un golpe seco, dejando que el eco resonara por toda la casa. Las paredes de mármol y los muebles de diseño no podían amortiguar el grito de frustración que estalló desde lo más profundo de su garganta. Apoyó las manos temblorosas sobre el tocador, mirando su reflejo en el enorme espejo que le devolvía una imagen que detestaba. Su rostro hermoso e impecablemente maquillado no podía ocultar el fuego de rabia que ardía en sus ojos.

Había perdido. Esa simple verdad era como un cuchillo atravesando su orgullo. Alfonso, el hombre que había moldeado su vida como una obra de teatro donde ella era la estrella principal, le había quitado el protagonismo. No había logrado retenerlo, no había podido mantener el control. Y peor aún, se lo había quitado para mantener intacto el mundo que estaba construyendo para ella. Vielka, esa mujer que no brillaba tanto como ella, que no tenía su porte, ni su posición oficial. Una sombra que se había colado en su mundo y había destrozado su cuidadosa fachada.

Se giró bruscamente, barriendo con la mano un jarrón de cristal que cayó al suelo con un estruendo. Los pedazos se dispersaron por el mármol, brillando como fragmentos de su propio ego. Se dejó caer en el borde de la cama, con las manos apretando las sienes, como si pudiera exprimir los pensamientos que la atormentaban.

"¿Cómo fue posible?" murmuró entre dientes.

Había planeado todo meticulosamente, movido piezas y tejido estrategias para asegurar su lugar por encima de Alfonso. Había nacido para ser parte de un mundo peligroso, había soportado las humillaciones de un hombre que nunca le dio todo el poder que deseaba, porque estaba segura de que su paciencia daría frutos. Pero ahora, todo estaba perdido. Alfonso la había relegado, quitándole no solo su posición, sino también su dignidad.

Camila se levantó de golpe, como si una idea la hubiese atravesado. Caminó hacia el escritorio de su habitación, donde guardaba documentos y notas, un pequeño centro de comando que había usado para sus intrigas. Comenzó a sacar papeles, buscando desesperadamente una solución, algún cabo suelto que pudiera atar, alguna debilidad que pudiera explotar.

"Esto no puede terminar así," dijo, su voz apenas un susurro cargado de veneno.

Pero los documentos no ofrecían respuestas. Los nombres de sus contactos se sentían vacíos. Ninguno de ellos podía ayudarla ahora; todos sabían que Alfonso había tomado una decisión y que desafiarlo sería un acto suicida. Incluso su padre, Don Rómulo, con toda su influencia, la había abandonado en este juego, su machismo le dejo claro que era un mundo de hombres y que ya no la podia apoyar. No porque no la quisiera, sino porque sabía que Alfonso era un lobo al que no se podía provocar.

Su frustración creció. La rabia que sentía no era solo hacia Alfonso, sino también hacia ella misma. ¿Cómo había permitido que esto sucediera? ¿Cómo no vio venir que el lobo ya estaba jugando? Se golpeó las piernas con las manos, furiosa por su propia ceguera. Había estado tan ocupada asegurándose de que Vielka y Alfonso no se reencontrarán y mantener su amenaza que no había notado cómo Alfonso planeaba su caída desde dentro.

—¡Maldita seas, Vielka! —gritó al aire, dejando salir parte de su ira.

El nombre de su rival era un veneno que la consumía. No podía aceptar que esa mujer, con su apariencia "común", con su vida "perfecta", hubiera capturado el corazón de Alfonso de una manera que ella nunca pudo. Camila sabía que Alfonso no amaba de verdad, y tenia claro que ella amaba su poder , su dinero, conocia bien a Alfonso que era un hombre calculador, pero lo que le había dado a Vielka, no era tan bella, no tenia su cuerpo, que la hizo obsesionarlo asi.

Caminó de un lado a otro de la habitación, su mente ardiendo con pensamientos caóticos. Quería vengarse. No sabía cómo, pero algo dentro de ella clamaba por un acto que demostrara que no había sido derrotada por completo. Sin embargo, cada idea que cruzaba por su mente chocaba contra la dura realidad: Alfonso la había dejado sin recursos. Cualquier movimiento mal calculado podía llevarla a una tumba, y aunque la furia la cegaba, no era tan ingenua como para ignorar el peligro que corría.

Entonces, se detuvo frente al espejo nuevamente. Se obligó a mirarse, a enfrentarse al desastre que ahora era su vida. Sus labios temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas que rápidamente secó, negándose a mostrarse débil, aunque fuera frente a sí misma.

—Esto no ha terminado —susurró, sus palabras llenas de una peligrosa promesa.

Camila sabía que necesitaba tiempo, pero también sabía que no podía permitirse desaparecer. Alfonso podía haberla apartado del centro del tablero, pero no la había eliminado por completo. Todavía tenía algo de poder, aunque fuera poco. Su rabia y su ego destrozado serían sus armas. Y, si jugaba bien sus cartas, tal vez pudiera encontrar un nuevo camino hacia la victoria.

Respiró hondo, calmando la tormenta en su interior. No era momento de moverse, pero tampoco lo era para rendirse. En su mente, ya comenzaba a trazar pequeños hilos de lo que podría ser su próxima jugada. El fracaso era inaceptable, pero la paciencia sería su aliada. Mientras tanto, viviría con el fuego de su rabia, usando ese dolor como combustible para lo que viniera.

Se giró hacia la ventana, mirando la ciudad que alguna vez había sentido como suya. No había terminado con Alfonso, ni con Vielka. El juego apenas comenzaba.

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LAMENTO MUCHO LA TARDANZA, DE VERDAD ESPERABA LOGRAR SUBIRLO TODO ANTES DE QUE LA TEMPORADA ALTA DE MI NEGOCIO ME ALCANZARA PERO NO FUE ASI Y AHORA ESTOY LLENISIMA DE CHAMBA (GRACIAS A DIOS) ESPERO ESTE FIN PODER ACTUALIZARLES LO MAS POSIBLE Y CON SUERTE TERMINARLO, MUCHAS GRACIAS POR LEER




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