El amanecer trajo consigo un aire fresco y vibrante, un presagio de que ese día marcaría un antes y un después en la vida de Vielka. Al abrir los ojos, la luz dorada del sol invadió su habitación, envolviéndola en una calidez que parecía reflejar su estado interno. Era el día en que recibiría el premio a La Empresaria del Año, un reconocimiento que no solo validaba su trabajo, sino también el arduo camino que había recorrido para llegar ahí.
Se levantó despacio, dejando que la emoción del día la invadiera. Después de meses de trabajo constante, altibajos emocionales y un sinfín de decisiones difíciles, estaba lista para disfrutar de su momento. Este premio era más que un galardón; era un recordatorio de que no necesitaba más que su fuerza, su talento y su perseverancia para alcanzar la cima.
La mañana comenzó con su habitual sesión de terapia. Laura, su terapeuta, la esperaba con su sonrisa cálida y su taza de té humeante en el escritorio. Era un espacio seguro donde Vielka podía explorar sus emociones, sus miedos y, sobre todo, sus logros.
—Hoy es el gran día —dijo Laura con entusiasmo al verla entrar.
—Sí, y no puedo evitar sentirme… extraña —respondió Vielka mientras tomaba asiento. Sus manos jugueteaban nerviosas con un anillo en su dedo—. Estoy emocionada, claro, pero también siento una nostalgia que no sé de dónde viene.
Laura inclinó la cabeza, invitándola a continuar.
—Es como si, al alcanzar este nivel, me preguntara si es suficiente. No porque necesite más, sino porque a veces siento que extraño algo que ya no tengo.
—¿Qué es lo que crees que extrañas? —preguntó Laura, manteniendo su tono sereno.
Vielka suspiró, dejando que sus pensamientos fluyeran.
—Extraño lo que tenía con Artemio, pero no a él como persona. Es el sentido de hogar, de estabilidad… —pausó un momento antes de continuar—. Pero también me doy cuenta de que he construido una nueva estabilidad, una donde soy el centro. Y eso me llena de orgullo.
Laura sonrió con suavidad.
—Es natural sentir nostalgia por lo que fue, pero también es importante reconocer lo que has creado por ti misma. ¿Sientes que este logro valida algo en ti?
—Más que validarlo, lo reafirma. Me demuestra que puedo ser mi propia base, que no necesito a nadie para brillar. —Vielka sonrió, sintiendo cómo las piezas de su interior se alineaban con cada palabra.
—Eso es maravilloso, Vielka. Hoy, cuando estés recibiendo ese premio, quiero que recuerdes todo lo que has superado para llegar ahí. Permítete sentir orgullo, no solo por el reconocimiento, sino por la persona que eres.
Salió de la sesión con una ligereza en el pecho. Era un buen día, y nada lo iba a arruinar.
De regreso en su oficina, el ambiente era eléctrico. Margarita y Loreto estaban ocupadas organizando los últimos detalles para la cena de gala. Aunque el evento no era específicamente para la empresa de Vielka, ellas habían tomado la responsabilidad de asegurarse de que todo estuviera perfecto para su gran momento.
—¡Estás lista para arrasar, Vielka! —exclamó Margarita mientras revisaba la lista de invitados.
—Lo importante es que no me caiga al subir al escenario —respondió Vielka con una risa nerviosa.
Adán y Mariana, parte de su equipo más cercano, también estaban presentes. Aunque sus tareas habituales no incluían eventos sociales, todos habían decidido apoyarla esa noche como muestra de gratitud y admiración.
—Hemos preparado un pequeño video sorpresa para presentarte antes de que subas al escenario —comentó Adán con una sonrisa cómplice.
—¿Video? —preguntó Vielka, arqueando una ceja.
—Solo espera. Te va a encantar —dijo Mariana, sin dar más detalles.
Vielka dejó que ellos se encargaran de los preparativos mientras revisaba su discurso una vez más. Quería que sus palabras fueran sinceras, que reflejaran no solo su agradecimiento por el premio, sino también el viaje que había emprendido para llegar hasta ahí.
El salón de eventos era un espectáculo de lujo y sofisticación. Las mesas estaban decoradas con arreglos florales en tonos dorados y blancos, y la iluminación cálida creaba un ambiente íntimo a pesar del gran número de asistentes. Vielka llegó acompañada de Margarita y Loreto, pero no tardó en notar la presencia de Artemio, quien había decidido asistir para apoyarla.
—No podía perderme esto —le dijo cuando se encontraron brevemente. Sus ojos brillaban con un orgullo genuino y se permitieron darse un abrazo lleno de respeto solido
—Gracias, Artemio. Significa mucho que estés aquí —respondió ella, valorando mucho ese abrazo
El programa comenzó con discursos y presentaciones, pero el momento más esperado de la noche llegó cuando el anfitrión anunció el premio a La Empresaria del Año.
—Este reconocimiento es para una mujer que ha demostrado que el esfuerzo, la innovación y la resiliencia pueden superar cualquier obstáculo. Por favor, denle un fuerte aplauso a Vielka Esparza.
El salón estalló en aplausos mientras Vielka subía al escenario. Cada paso que daba era un recordatorio de todo lo que había superado. Margarita y Loreto la observaban desde sus mesas, radiantes de felicidad, mientras Artemio asentía con una leve sonrisa.
Cuando tomó el micrófono, el silencio se apoderó de la sala.
—Hoy es un día especial para mí, no solo por este reconocimiento, sino porque simboliza algo mucho más profundo: el poder de creer en una misma. Este premio no es solo mío, sino de todas las mujeres que alguna vez han sentido que el mundo les exige elegir entre lo personal y lo profesional, como si nuestras vidas tuvieran que seguir un camino único y predefinido.
Quiero hablarles de algo que creo firmemente: la vida de una mujer no tiene que ser lineal para ser plena. Nos han enseñado que debemos cumplir con expectativas rígidas, que existe un momento exacto para cada cosa y que debemos renunciar a nuestros sueños si no caben en esa estructura. Pero la realidad es otra. Nuestra plenitud no depende de seguir un guion escrito por otros; depende de construir nuestros propios caminos y abrazar los múltiples roles que podemos desempeñar.
Editado: 23.11.2024