Entre el Hielo y la Lluvia

Capítulo 1 - El Hielo Y La Primera Mirada

La música comenzó suave, como un hilo de luz sobre el hielo.
Bai Ji Ruan respiró hondo antes de deslizarse, cada movimiento suyo era preciso, calculado, pero lleno de una belleza imposible de fingir, su cuerpo se movía como si flotara, dibujando curvas y giros que parecían cortar el aire con elegancia.

La pista reflejaba las luces azules del estadio, creando un mundo helado que se extendía bajo sus patines, los espectadores guardaron silencio, atrapados por aquella calma perfecta que solo él sabía provocar.

Ji Ruan giró una última vez, extendiendo los brazos como si buscara tocar algo invisible, y la nota final de la música pareció quedarse suspendida entre sus dedos.

Un aplauso estalló desde las gradas.
El joven inclinó ligeramente la cabeza, su respiración visible en el aire frío, aun con el rostro sereno, el rubor en sus mejillas traicionaba el esfuerzo.

Entre el público, en uno de los palcos privados, un hombre de abrigo negro y postura firme y mirada centrada observaba sin decir palabra, la luz reflejada en el hielo le daba un tono plateado a su mirada. No entendía del todo por qué había aceptado aquella invitación de último momento, no solía asistir a eventos deportivos, mucho menos a exhibiciones de patinaje artístico.
Pero allí estaba, sin apartar los ojos del patinador que acababa de detener el tiempo por unos minutos.

—Ese es Bai Ji Ruan —dijo una voz a su lado— El más joven en representar al país en una competencia internacional, tiene solo veintitrés años.

El hombre asintió con una sonrisa discreta.
—Parece que la edad no limita el talento.

Sus dedos tamborilearon apenas sobre el apoyabrazos. Había algo en los movimientos de aquel joven… una mezcla de emosiones y fuerza contenida, como si cada salto escondiera algo.

Cuando la presentación terminó, Ji Ruan salió lentamente de la pista, el hielo se derretía en pequeñas gotas que marcaban su camino, un asistente le ofreció una toalla, pero él sonrió con cortesía y la rechazó, prefería sentir el frío unos segundos más.

Más tarde fuera del estadio, la lluvia caía sobre Ciudad S, tiñendo el pavimento de reflejos plateados.
El aire olía a invierno, a café recién hecho.

Ji Ruan se colocó la bufanda, escondiendo parte de su rostro, caminaba hacia el auto del equipo cuando escuchó una voz a sus espaldas.

—Tu actuación fue impecable.

Se giró, Un hombre alto, de abrigo oscuro y paraguas negro, lo observaba con calma, su tono no era de cortesía vacía, sino de alguien que hablaba en serio.

—Gracias —respondió Ji Ruan, ligeramente sorprendido— ¿Nos conocemos?

El hombre sonrió con amabilidad.
—No, todavía no, Soy Gu Lan Shen, del Grupo Gu, nuestra empresa será el nuevo patrocinador del equipo nacional.

El joven parpadeó, procesando la información.
—Oh… entonces debería agradecerle por el apoyo.

—A mí no —dijo Gu Shen con un gesto sencillo—. Agradece a tu propio talento, yo solo tuve buen ojo.

Una ráfaga de viento levantó copos de nieve desde el suelo.
Por un instante, los ojos de ambos se cruzaron bajo el paraguas, y el ruido de la lluvia pareció alejarse.

Ji Ruan bajó la mirada, incómodo por la intensidad de aquella observación silenciosa.

—Debo irme —dijo al fin, haciendo una ligera reverencia—. Buenas noches, señor Gu.

—Buenas noches, Bai Ji Ruan —respondió Gu Shen con una sonrisa ligera—. Espero que nos crucemos de nuevo… y nos podamos ver muy pronto, dijo este con una leve sonrisa en sus labios.

El tono fue tan tranquilo que Ji Ruan no supo si estaba bromeando o hablando en serio.

Cuando subió al auto, se permitió una última mirada al exterior. El señor Gu seguía allí, de pie bajo la lluvia, sin moverse, como si el mundo no tuviera prisa.

El coche arrancó, dejando atrás el estadio y la figura solitaria del hombre del abrigo negro.
Bai Ji Ruan apoyó la frente contra la ventana fría, observando cómo las luces de la ciudad se difuminaban en el vidrio.
Por alguna razón que no podía explicar, sintió que esa noche, algo había comenzado a cambiar y las palabras de ese hombre no dejaban de rezonar en su mentes, palabras tan sincera y directas sin segundas intenciones, era la primera ves que las escuchaba en años.




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