Entre el Hielo y la Lluvia

Capítulo 2 - El contrato y la primera conversación

El sonido de la lluvia golpeando los ventanales llenaba el silencio de la sala de reuniones.
El ambiente era sobrio, decorado con tonos grises y azul oscuro. En la mesa principal se encontraban los representantes del equipo nacional de patinaje, revisando los detalles del nuevo patrocinio.

Bai Ji Ruan permanecía en un extremo, escuchando en silencio. Su postura era recta, las manos entrelazadas sobre la mesa. Vestía de manera sencilla, pero su presencia destacaba incluso sin proponérselo.

La puerta se abrió con suavidad.
—El Presidente Gu ha llegado —anunció uno de los asistentes.

Ji Ruan levantó la mirada.
Gu Lan Shen entró con paso tranquilo, sin prisa, como si el tiempo se ajustara a su ritmo. El traje oscuro que llevaba resaltaba su porte elegante, y su expresión calmada imponía sin esfuerzo.

—Disculpen la demora —dijo con voz serena—. El tráfico en Ciudad S parece tener vida propia.

Las personas en la sala se levantaron de inmediato.
Ji Ruan también lo hizo, inclinando la cabeza con respeto.

—No se preocupe, presidente Gu —respondió el entrenador del equipo— Agradecemos su tiempo.

Gu Lan Shen tomó asiento frente a ellos, y sus ojos, inevitablemente, se encontraron con los de Ji Ruan.
Una pausa silenciosa, apenas perceptible, se extendió entre ambos, fue solo un instante, pero bastó para que el joven desviara la mirada, fingiendo revisar los documentos frente a él.

El resto de la reunión transcurrió entre cifras, plazos y cláusulas, sin embargo, Ji Ruan sentía, con una certeza inexplicable, que cada tanto aquella mirada volvía a posarse en él.

Cuando el contrato fue firmado, el entrenador sonrió satisfecho.
—Entonces, oficialmente, el Grupo Gu será nuestro patrocinador principal.

—Espero que trabajemos bien juntos —dijo Gu Lan Shen, estrechando manos con cortesía luego, volviéndose hacia Ji Ruan, añadió— Me gustaría hablar un momento contigo, si no es inconveniente.

El entrenador volvió su mirada a Ji Ruan y asintió, algo sorprendido.
—Por supuesto, presidente Gu, Ji Ruan, acompáñalo.

El joven obedeció sin dicir nada.
Salieron al pasillo, donde las luces cálidas contrastaban con el cielo gris del exterior.

—¿Sobre qué quería hablar, señor Gu? —preguntó Ji Ruan con voz controlada.

—Solo una observación personal —respondió el hombre, caminando a su lado— La presentación que hiciste hace unos días -- respondió Gu Lan Shen - - Fue bastante inolvidable.

Ji Ruan lo miró, sin saber si reír o sentirse incómodo.
—Eso suena más a un cumplido que a una observación.

—¿Y si es ambas cosas? —replicó Gu Lan Shen con una leve sonrisa.

El tono era tan natural que desarmaba cualquier intento de formalidad. Ji Ruan apretó los labios, intentando mantener la compostura.
—No sé cómo responder a eso.

—No necesitas hacerlo —dijo él, deteniéndose frente a la ventana panorámica del edificio—. Solo continúa siendo tu.

El joven bajó la mirada, nadie le había hablado así, su familia, la prensa, incluso sus colegas, todos esperaban algo de él: resultados, perfección, una imagen, pero aquel hombre, al que apenas conocía, le decía que bastaba con ser él mismo.

Ji Ruan soltó una pequeña risa involuntaria, Gu Lan Shen lo observó de lado satisfecho de haber roto un poco la rigidez de su expresión.

—¿Siempre dice cosas así a la gente que patrocina? —preguntó con finjida tos cubriendo su boca, intentando disimular la sonrisa en sus labios.

—No —respondió Gu Shen sin dudar— Solo cuando lo siento de verdad.

Un silencio cómodo se extendió, la lluvia seguía cayendo, dibujando hilos plateados tras el cristal.

Ji Ruan respiró hondo, sintiendo que el aire a su alrededor era diferente cuando estaba con él.

—Presidente Gu —dijo finalmente— gracias por el patrocinio, intentaré estar a la altura de sus expectativas.

—No espero perfección, Ji Ruan —respondió Gu Lan Shen, girándose hacia él— Espero sinceridad, en tu arte y en ti mismo.

El joven se quedó quieto, sorprendido por la intensidad tranquila en aquellas palabras.
Antes de poder responder, un asistente se acercó para avisar que el auto de Gu Lan Shen lo esperaba.

El hombre asintió, luego miró una última vez a Ji Ruan.
—Nos veremos en la próxima presentación, en ese momento, me gustaría felicitarte sin paraguas de por medio.

La puerta del ascensor se cerró tras él, dejando a Ji Ruan solo frente al reflejo del cristal.
No sabía si debía sentirse confundido, halagado o simplemente curioso.
Pero mientras veía las luces del ascensor descender, comprendió que algo en él se había movido, tan silencioso como el hielo que se rompe bajo el agua.




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