Entre el Hielo y la Lluvia

Capítulo 3 - Una agradable visita

El hielo reflejaba la luz del amanecer como un espejo.
El sonido de las cuchillas cortando la superficie llenaba el aire con una melodía rítmica, precisa y suave. Bai Ji Ruan giraba sobre un solo pie, extendiendo los brazos con elegancia. Cada movimiento era medido, fluido, casi etéreo.

El entrenador observaba desde el borde de la pista, asintiendo con aprobación.
—Mantén la línea del brazo derecho, Ji Ruan. Excelente equilibrio.

El joven asintió sin detenerse. Patinar era lo único que lograba silenciar sus pensamientos, lo único que hacía desaparecer el ruido de su familia, las expectativas y los rumores.
Sobre el hielo, solo existía la música y su respiración.

Terminó la rutina con un salto limpio y una caída perfecta. El eco del aterrizaje resonó por todo el estadio vacío.

—Descansa un poco —dijo el entrenador— Llevas más de una hora sin parar.

Ji Ruan deslizó los patines hasta el borde, se quitó los guantes y respiró profundo, justo cuando se disponía a beber agua, escuchó pasos detrás de él.

El entrenador, sorprendido, se apresuró a saludar.
—Presidente Gu, qué inesperado.

Ji Ruan giró, con una mezcla de sorpresa y ligera incomodidad.
Gu Lan Shen estaba allí, de pie junto a la baranda, con un abrigo gris oscuro y las manos en los bolsillos. Su presencia era tan sobria que incluso el aire parecía adaptarse a su ritmo.

—No quería interrumpir —dijo Shen con su tono tranquilo— Solo vine a observar.

El entrenador sonrió, algo nervioso.
—Es un honor tenerlo aquí. Ji Ruan estaba justo terminando una rutina.

—Lo vi —respondió el hombre, sin apartar la mirada del joven—. Fue… impresionante

Ruan bajó la vista, incómodo ante el halago
—Gracias, señor Gu.

—No sabía que la belleza podía congelarse —añadió Shen, apenas sonriendo— Pero parece que tu lo puedes hacer muy bien.

El entrenador disimuló una tos y se alejó con una carpeta, dejándolos solos.

Ji Ruan cruzó los brazos, intentando mantener la compostura.
—¿Siempre dice cosas tan exageradas?

-- Mm.... Solo cuando son verdad —replicó él con calma.

El silencio se estiró, aunque no era desagradable.

Gu Lan Shen caminó bordeando la pista, observando cada detalle.
—Vine porque quería entender qué es lo que inspira tu forma de patinar —dijo de pronto—. En los informes hablan de técnica, perfección y disciplina… pero no es solo técnica.

Ji Ruan lo observó con cautela.
—¿Y qué cree es que además de técnica?

Shen se detuvo frente a él.
— Emociones reprimidas quizás, Pero en el hielo estas parecen liberarse con cada uno de tus movimientos.

El joven se quedó en silencio, sorprendido por la precisión de esas palabras.
—No suelo hablar de eso —dijo, con voz baja.

—No necesitas hacerlo —contestó el hombre— Tu forma de moverte ya lo expresa todo.

Ji Ruan apartó la mirada, era la primera vez que alguien veía más allá de la superficie, no sabía si sentirse vulnerable o comprendido.

—Aun así, no creo que sea algo que quiera que todos vean.

—Entonces guárdalo para quien merezca verlo —respondió Shen con suavidad— Pero no lo entierre y ocultes.

El joven lo miró de reojo.
—Habla como si supiera mucho sobre eso.

—Supongo que sí —dijo el hombre, con una sonrisa apenas visible— He pasado media vida enterrando cosas que ya no recuerdo.

El tono de su voz tenía un dejo de melancolía que hizo que Ji Ruan, por un momento, olvidara las barreras.
—No parece el tipo de persona que deja ver lo que siente.

—Tampoco tú —respondió Gu Shen.

Ji Ruan sonrió con ironía.
—Entonces estamos empatados.

—Por ahora —dijo el hombre, dándole una mirada tan directa que el joven sintió el corazón acelerarse.

Gu Lan Shen tomó asiento en la primera fila de gradas, cruzando una pierna sobre la otra.
—Continúa practicando, prometo no interrumpir, solo observaré.

Ji Ruan dudó, pero finalmente volvió al hielo.
La música comenzó a sonar: una melodía lenta y suave, llena de emoción contenida.
Mientras patinaba, sentía esa mirada fija en él, cálida a pesar de lo distante. No sabía si lo hacía mejor o peor, solo que cada giro y cada salto parecían fluir con más naturalidad.

Al finalizar, Gu Lan Shen se levantó.
—Ahora entiendo por qué la gente no puede dejar de mirarte —dijo con voz baja—. No porque busques atención, sino porque haces que todo lo demás se detenga.

Ji Ruan se quitó los guantes y sonrió apenas.
—Eso suena muy poético para un hombre de negocios.

—Bueno de vez en cuando no está mal —respondió él con una sonrisa divertida, para luego despedirse y marcharse.

El joven lo observó alejarse por el pasillo, el sonido de sus pasos perdiéndose poco a poco.
No entendía por qué cada palabra suya le quedaba grabada con tanta claridad.
Pero mientras el eco desaparecía, no pudo evitar pensar que, por primera vez en mucho tiempo, alguien había logrado ver a través del hielo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.