Entre Goles y Corazones ( kevin alvarez )

Capítulo 6: Entre el Fútbol y el Corazón

Pasaron dos días desde la conversación con Kevin, y aunque intenté mantenerme concentrada en los entrenamientos y el próximo partido, sus palabras seguían resonando en mi cabeza: "Me importa lo que tú pienses, lo que tú sientas."

Nunca había imaginado que alguien como él se fijara en mí de esa manera, mucho menos que lo dijera con tanta sinceridad. Kevin era directo, valiente, mientras yo sentía que me movía entre la incertidumbre y el miedo a lo que esto pudiera significar.

Esa mañana, mientras me preparaba para la sesión de gimnasio, Daniela se me acercó con una sonrisa pícara.

-¿Y? ¿Qué pasó con Kevin? -preguntó, como si leyera mi mente.

Suspiré, tratando de aparentar indiferencia.

-Nada, Dani. Solo estamos conociéndonos.

-¿Conociéndose? -repitió, alzando las cejas-. Valeria, no te conozco de ayer. Hay algo más, ¿verdad?

La miré, sin saber cómo responder. Daniela siempre había sido como una hermana mayor para mí, alguien en quien podía confiar, pero esta vez no estaba segura de si podía hablar con ella.

-Es complicado -admití al final, mientras me ataba los cordones de mis tenis.

-Complicado siempre es sinónimo de interesante -dijo ella, sonriendo antes de alejarse.

Un entrenamiento inesperado

Esa tarde, mientras corría en la cancha con el balón pegado al pie, vi a Kevin junto a las gradas, como había hecho tantas veces últimamente. Esta vez, sin embargo, no estaba solo. Algunos de sus compañeros estaban con él, y me llamó la atención que, de vez en cuando, volteaban a mirarme y se reían entre ellos.

Sentí un nudo en el estómago. Aunque no podía escuchar lo que decían, era evidente que mi nombre estaba en sus bocas. Terminé el ejercicio y me acerqué a las gradas, tratando de no mostrar que algo me molestaba.

-¿Qué pasa? -pregunté, directa.

Kevin se giró hacia mí, sorprendido.

-¿Qué? ¿De qué hablas?

-Tus amigos -dije, señalándolos con la cabeza-. Están diciendo algo, ¿verdad?

Kevin suspiró, rascándose la nuca como si intentara encontrar las palabras adecuadas.

-No es nada malo. Solo están molestándome un poco. Ya sabes cómo son.

-¿Molestándote sobre qué? -insistí, cruzándome de brazos.

-Sobre nosotros -respondió finalmente, con una sonrisa nerviosa.

Sentí que mi rostro se calentaba. Por un lado, me incomodaba que otros estuvieran hablando de algo tan personal, pero por otro, no podía negar que parte de mí estaba feliz de que Kevin no lo negara ni intentara ocultarlo.

-Mira, Valeria -dijo, acercándose un poco más-. Si esto te está causando problemas, puedo mantener mi distancia. No quiero que te sientas incómoda.

Lo miré, sorprendida por su propuesta. Podía ver que lo decía en serio, pero en ese momento me di cuenta de que no era lo que quería.

-No es eso, Kevin. Solo... no estoy acostumbrada a esto.

Él asintió, como si entendiera exactamente lo que quería decir, incluso cuando yo no podía expresarlo del todo.

-Está bien. Vamos a tomarlo con calma, ¿te parece?

Asentí, sintiéndome un poco más tranquila.

El partido contra Chivas

El fin de semana llegó, y con él, el esperado clásico contra Chivas. Los nervios estaban a flor de piel en el vestidor mientras el entrenador daba las últimas instrucciones. Sabíamos que este partido significaba mucho, no solo para nosotras, sino para la afición.

Cuando salí al campo, el rugido del estadio me envolvió. Era un sonido que siempre me hacía sentir viva, como si toda la presión y el estrés valieran la pena por ese momento.

El partido fue intenso desde el principio. Ambas escuadras se dejaron todo en la cancha, y cada jugada parecía una batalla. En el minuto 75, con el marcador empatado 1-1, me encontré con el balón en el mediocampo.

Respiré profundo, recordando los consejos de Kevin sobre mantener la postura al disparar. Conduje el balón hacia el área y, justo antes de que la defensa pudiera interceptarme, lancé un disparo potente que terminó en el fondo de la red.

El estadio estalló en gritos y aplausos, y mis compañeras corrieron hacia mí, abrazándome mientras celebrábamos. Era un gol importante, uno que podría definir el partido.

Cuando el árbitro pitó el final del encuentro, con un marcador de 2-1 a nuestro favor, sentí una oleada de alivio y satisfacción. Mientras saludaba a las jugadoras de Chivas, mi mirada se cruzó con la de Kevin en las gradas. Estaba allí, sonriendo, con una expresión de orgullo que me hizo sentir algo indescriptible.

Después del partido

Esa noche, mientras el equipo celebraba la victoria en un restaurante cercano, recibí un mensaje de Kevin:

"Golazo, Valeria. Sabía que podías hacerlo. ¿Puedo verte mañana?"

Sonreí, sintiéndome un poco culpable por lo feliz que me hacía su mensaje. Respondí rápidamente:

"Gracias. Sí, nos vemos mañana."

Al día siguiente, me encontré con Kevin en un parque cercano al club. Caminamos durante un rato, hablando del partido y de nuestras impresiones. Sin embargo, sabía que había algo más en el aire, algo que ninguno de los dos se atrevía a mencionar.

Finalmente, me detuve y lo miré.

-Kevin, sobre lo que dijiste el otro día...

Él se giró hacia mí, esperando.

-Yo también siento algo por ti. Pero necesito tiempo. Todo esto es nuevo para mí, y no quiero apresurarme.

La sonrisa que iluminó su rostro fue suficiente para calmar todas mis dudas.

-Tómate todo el tiempo que necesites, Valeria. Yo estaré aquí.



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En el texto hay: amor, futbol, america

Editado: 07.02.2025

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