El siguiente mes pasó rápidamente, lleno de partidos, entrenamientos intensos y la constante presión de ser parte de un equipo de alto nivel. Aunque la situación con Kevin parecía haber encontrado un cierto equilibrio, las tensiones seguían presentes. El constante escrutinio de los medios y los rumores no se disipaban, y cada día parecía ser un desafío para mantener la calma.
A pesar de todo, había algo que me ayudaba a seguir adelante: el fútbol. Ese sábado, el sol brillaba con fuerza sobre el campo, y el partido contra Pumas era clave para nuestras aspiraciones en la liga. Teníamos que ganar.
Preocupaciones en el vestidor
Antes de salir al campo, el vestuario estaba cargado de energía, pero también de preocupación. Algunas chicas no podían evitar comentar sobre los recientes titulares. La presión comenzaba a notarse.
-¿Tú qué piensas de todo esto? -me preguntó Ana, una de las jugadoras más veteranas del equipo, mientras se ajustaba las espinilleras.
Miré a mi alrededor, sabiendo que algunas de mis compañeras podían estar molestas por la atención que había atraído. No quería que mi vida personal afectara al grupo.
-Lo que quiero es ganar este partido -respondí, con determinación-. Eso es lo único que importa.
Ana asintió, pero podía ver la duda en sus ojos. Era evidente que la situación estaba comenzando a afectarnos a todas.
El partido contra Pumas
El pitido inicial resonó en el aire, y el partido comenzó con fuerza. Pumas venía con todo, presionándonos desde el primer minuto. Cada pase, cada balón, parecía estar bajo un microscopio, pero lo único que podía hacer era concentrarme en el juego.
La primera mitad fue agotadora, con ambos equipos peleando por cada metro del campo. A pesar de nuestra superioridad en posesión, no conseguíamos penetrar la defensa rival.
En el descanso, el entrenador nos dio algunas instrucciones claves.
-Tenemos que ser más rápidas en las transiciones -nos dijo-. Ellas están jugando al contraataque, pero si controlamos el medio campo, podremos llegar a su área con mayor claridad.
Al comenzar la segunda mitad, la dinámica del partido cambió. Logramos tomar el control del balón, pero la defensa de Pumas seguía siendo sólida.
Fue en el minuto 73 cuando, después de una jugada colectiva, recibí un pase de Daniela en la línea de fondo. Con un movimiento rápido, pude centrar el balón al área. La delantera rival falló al despejarlo, y, como un destello de claridad, me vi sola frente al arco. Sin pensarlo, disparé. La pelota cruzó la portería con rapidez, y la multitud estalló en vítores.
-¡Gol! -gritó Daniela, corriendo hacia mí, mientras el resto del equipo se unía a la celebración.
Mi gol fue crucial, y nos dio la victoria por 1-0. A pesar de la alegría de la victoria, no pude evitar sentir que algo seguía faltando. El fútbol me estaba llenando, pero algo dentro de mí seguía inquieto.
La llamada de Kevin
Esa noche, después del partido, me sentía agotada pero satisfecha. Las chicas decidieron ir a celebrarlo, pero yo no tenía ganas de salir. En su lugar, me retiré temprano a mi habitación y encendí el teléfono. Había una notificación de Kevin.
"Felicitaciones, Valeria. Fue un gol increíble. Estoy muy orgulloso de ti."
Sonreí, sintiendo que sus palabras siempre tenían la capacidad de aliviar mi mente. Decidí llamarlo.
-¿Cómo estás? -le pregunté, cuando él respondió.
-Cansado, pero feliz por ti. Te vi jugar. Estabas en tu mejor nivel.
-Gracias, Kevin. Me alegra que lo hayas visto. La victoria fue importante, pero también siento que cada día es más difícil equilibrar todo.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea.
-Lo sé, lo sé. Las cosas no han sido fáciles para ti, y no quiero que eso te haga sentir que no puedes manejarlo. Pero no tienes que hacerlo sola. Estoy aquí, para lo que necesites.
Sus palabras me hicieron sentir más ligera. Tenía su apoyo, lo cual era algo que necesitaba más de lo que pensaba.
-Gracias, Kevin. A veces solo necesito un respiro, ya sabes... sin cámaras, sin presiones. Solo ser yo misma.
-Entiendo perfectamente -respondió con una sonrisa que pude escuchar en su voz-. Vamos a encontrar un equilibrio, te lo prometo.
Reflexión sobre el futuro
El tiempo pasó rápido, y la temporada avanzaba hacia su fin. Cada partido se volvía más crucial, y las tensiones aumentaban a medida que nos acercábamos a la etapa de los playoffs. Pero, además del fútbol, las decisiones personales empezaban a jugar un papel más importante.
El día antes de un partido crucial contra Atlas, mientras revisaba algunas jugadas en mi teléfono, me encontré con un mensaje de mi madre.
"Valeria, no dejes que lo que pasa fuera del campo te desvíe de lo que realmente importa. Sé que eres fuerte y capaz, y siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que decidas."
Me quedé mirando el mensaje durante unos momentos, reflexionando sobre todo lo que había vivido hasta ahora. Mi carrera, mi vida personal, todo parecía entrelazado de manera que a veces me resultaba difícil separarlo.
Sabía que mi madre tenía razón. No importaba lo que los medios dijeran, ni lo que las personas pensaran. Lo que realmente importaba era mi amor por el fútbol y mi capacidad de seguir adelante, sin importar los obstáculos.
El apoyo del equipo
Al día siguiente, antes de salir al campo para el enfrentamiento contra Atlas, el ambiente en el vestuario estaba cargado de tensión. Sin embargo, a medida que me preparaba, sentí la energía positiva de mis compañeras. Sabía que, a pesar de todo lo que había sucedido, lo más importante era el equipo.
En el momento en que pisamos el campo, me sentí más segura. La presión seguía presente, pero ya no me intimidaba. Sabía que, con el apoyo de mis compañeras y de Kevin, podía enfrentar cualquier desafío.
Ese partido contra Atlas sería decisivo.