Capítulo 16: Nuevos Desafíos

Habíamos avanzado mucho en el campeonato, pero sabíamos que el camino hacia el título no sería fácil. Cada victoria nos acercaba más a nuestra meta, pero cada partido también traía consigo un nuevo desafío. Después de la victoria contra Pachuca, el equipo estaba en su punto más alto, pero había algo en el aire que me decía que este próximo enfrentamiento sería diferente. Todo el mundo en el vestuario sentía esa misma tensión.

El día previo al partido

El entrenamiento previo al partido contra Chivas fue más intenso de lo habitual. Sabíamos que enfrentarnos a ellas sería un reto. Chivas tenía una de las mejores ofensivas de la liga, y su capacidad para presionar nos había dado dolores de cabeza en enfrentamientos anteriores. El entrenador estaba más serio de lo normal, concentrado en cada detalle.

-Este no es solo otro partido, chicas. Este es el enfrentamiento que podría definir nuestra temporada. Chivas es un equipo fuerte, pero nosotras tenemos algo que ellas no tienen: unidad. -Nos miró con los ojos llenos de determinación-. Recuerden lo que hemos logrado juntas y todo lo que hemos pasado. Si jugamos como sabemos, podemos ganar.

Sentí el peso de sus palabras en mi pecho. El equipo había trabajado muy duro para llegar hasta aquí, y no íbamos a dejar que una sola derrota nos detuviera. Pero al mismo tiempo, algo me rondaba en la cabeza. ¿Y si esta vez no era suficiente? ¿Y si el esfuerzo no nos bastaba?

La presión interna

Esa noche, después del entrenamiento, no pude dormir. Me quedé en mi habitación mirando al techo, pensando en todo lo que habíamos logrado hasta ahora y en todo lo que aún quedaba por hacer. Aunque sabía que debía mantenerme positiva, algo dentro de mí seguía dudando. Las últimas semanas habían sido una montaña rusa de emociones, y la presión de estar tan cerca del título me estaba alcanzando.

Pensé en Kevin, en cómo había sido parte de mi vida durante tanto tiempo, y en cómo me había afectado nuestra separación. A veces, aún me sentía vulnerable. Pero lo que más me inquietaba era cómo esa vulnerabilidad podría afectar mi rendimiento en el campo. No podía permitirme ser débil ahora.

Tomé mi teléfono y envié un mensaje a Valeria, mi compañera de equipo, la que siempre había estado ahí para mí.

"No sé si lo estoy haciendo bien. El equipo depende de nosotras, y no quiero defraudarlas. ¿Qué pasa si no soy suficiente?"

Me tomó algunos minutos para que ella respondiera, pero cuando lo hizo, su mensaje me dio la paz que necesitaba:

"Valeria, has dado lo mejor de ti desde el primer día. Si alguien duda de tu capacidad, es porque no te conoce bien. Estamos en esto juntas. No tienes que cargar con todo el peso. Lo compartimos."

Esas palabras me dieron una sensación de alivio. A veces olvidaba que no estaba sola en esto. El equipo estaba conmigo, y juntas, éramos más fuertes.

El día del partido

El día del partido, la atmósfera en el vestuario era tensa, pero también llena de determinación. Todas estábamos conscientes de lo que nos jugábamos. No solo era el campeonato, sino nuestra reputación como equipo. El respeto que habíamos ganado a lo largo de la temporada estaba en juego, y no íbamos a permitir que se nos escapara tan fácilmente.

El entrenador nos reunió antes de que saliéramos al campo y nos miró con seriedad.

-Recuerden, cada pase, cada despeje, cada jugada, cuenta. Chivas es un equipo difícil, pero si jugamos como un solo bloque, si cada una de nosotras hace su parte, ganaremos.

Nos alineamos en el túnel, listas para entrar al campo. El rugido de la multitud nos envolvió, pero algo dentro de mí me decía que este sería el partido más desafiante hasta ahora.

El primer tiempo

Desde el pitido inicial, se notaba la intensidad de Chivas. Nos atacaron con todo, con velocidad, presión y precisión. Cada jugada era una batalla, pero nos manteníamos firmes. En defensa, Valentina se mostró sólida, haciendo varias paradas cruciales, mientras nuestras jugadoras de medio campo luchaban por recuperar el balón.

Por mi parte, me sentía completamente absorbida por el ritmo del juego. Sabía que era mi responsabilidad generar oportunidades, pero Chivas no era fácil de vencer. Cada vez que el balón llegaba a mis pies, sentía la presión de todas las expectativas que recaían sobre mí. Pero no podía dejar que eso me derrumbara. En este momento, solo pensaba en una cosa: ganar.

Fue en el minuto 22 que, finalmente, conseguimos abrir el marcador. Daniela recuperó un balón en medio campo y, con un pase largo, me lo envió al pie. Vi el espacio delante de mí y no lo dudé. Me deshice de la defensa con un regate rápido y, desde fuera del área, disparé al ángulo. La portera de Chivas intentó detenerlo, pero el balón ya había cruzado la línea. ¡Gol! 1-0.

El estadio explotó en aplausos, pero sabía que no era momento para celebrar. Chivas no iba a quedarse quieta. Apenas cinco minutos después, respondieron con un disparo potente desde fuera del área que Valentina desvió con dificultad. Fue un recordatorio de que aún no habíamos ganado nada.

El segundo tiempo

El segundo tiempo comenzó con la misma intensidad. Chivas no bajaba los brazos, y cada ataque era más fuerte que el anterior. En el minuto 55, una jugada de ellos nos puso a prueba. Una jugadora de Chivas se infiltró en nuestra defensa y estuvo a punto de marcar, pero Valentina, como siempre, salvó el día con una intervención espectacular.

El ritmo del partido era frenético, pero mi equipo se mantenía firme. Cada pase, cada balón recuperado, cada jugada defensiva nos acercaba más al final del partido, y mi confianza iba creciendo. Ya no sentía esa presión que me había invadido antes. Sabía que estaba haciendo mi parte.

Faltando solo 10 minutos para el final, Chivas presionó en busca del empate. Nosotras, agotadas pero decididas, nos defendíamos con todo. El entrenador había instado a mantener la calma, y aunque sentía el peso del momento, estaba segura de que podíamos mantener la ventaja.