Entre las luces de Lisboa

Capítulo 19: Regreso a Lisboa

​Con su nombre limpio y la sombra de Javier disipada, Lucía y Tomás sintieron una euforia que trascendía el simple romance. Su victoria no fue solo personal, sino profesional: habían demostrado que la integridad y la verdad podían prevalecer sobre la malicia y la manipulación.

​El regreso a Lisboa fue un acto de voluntad conjunta. Ya no era la huida de Lucía, ni la cacería de Tomás; era el inicio de su vida compartida. El apartamento de Lucía en Alfama los recibió con la misma luz dorada del primer día, pero ahora esa luz no era ajena, sino familiar y acogedora.

​Apenas se instalaron, el teléfono de Lucía sonó. Era el director Almeida, con un tono inusualmente respetuoso y hasta reverente.

​“Lucía, tengo que disculparme,” dijo Almeida, su voz afectada. “El escándalo que se armó en Madrid ha hecho que el museo reconsidere completamente la situación. Sus colegas de España han confirmado que la documentación que presentó su… prometido, era absolutamente correcta. Usted fue víctima de un vil chantaje. Le pido perdón en nombre del museo.”

​El corazón de Lucía latía con fuerza. “Acepto sus disculpas, Director.”

​“Excelente. Ahora, a lo que nos atañe. El proyecto de restauración fue puesto en pausa, pero la junta directiva ha revisado sus informes preliminares. Hemos visto la publicidad que ha generado su… historia de amor,” dijo con un deje de ironía. “Y la hemos visto a usted, Lucía Ferrer, defendiendo su arte. Hemos tomado una decisión: no solo reanudamos el proyecto de restauración de la colección, sino que le ofrecemos un contrato a largo plazo para dirigir la conservación preventiva del museo.”

​La oferta era monumental, la confirmación de su valía y la sanación final de su carrera. Lucía miró a Tomás, quien la escuchaba con una sonrisa de absoluta satisfacción.

​“Acepto, Director Almeida. Y le prometo que la restauración será impecable,” respondió Lucía, sintiendo que sus pies, por fin, tocaban tierra firme.

​Pero la sorpresa de Almeida no había terminado.

​“Hay una condición, si se me permite llamarla así, señorita Ferrer. El reportaje fotográfico de Tomás ha tomado un giro inesperado, muy artístico y, francamente, muy lucrativo. Por lo tanto, hemos decidido expandir la exposición. No será solo un reportaje; será una exposición conjunta en la galería principal. Su trabajo restaurado, yuxtapuesto con las fotografías de Tomás sobre la luz de Lisboa y la permanencia del amor. Le ofreceremos un porcentaje mayor de las ganancias de la exposición a ambos. Queremos que la historia de la ‘Restauradora y el Fotógrafo’ sea la nueva bandera del museo.”

​Tomás se acercó a Lucía, besándola en el hombro mientras ella colgaba. “¿Ves, mi amor? Ahora somos permanentes. Somos la historia que se queda.”

​El destino, que los había separado por la mentira y el miedo, ahora los unía por el arte y el amor en la ciudad de la luz. Lisboa, al fin, se sentía como su hogar. Ambos se pusieron manos a la obra, Lucía volviendo al taller con una precisión renovada, Tomás con la mirada de un artista que ya no busca la luz, sino que la tiene en su vida. Se habían ganado su lugar bajo las tejas rojas de Portugal.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.