Entre las nubes del adiós

Capítulo 7

Vlad observaba a su Koroleva con atención mientras intentaba comprender qué se traía entre manos. Su amistad con Dabir le resultaba algo extraña; mientras estuvieron de visita en Italia, la reina de hielo se aseguró de que su camino y el del sucesor de la familia Tekin se cruzaran, un movimiento un tanto extraño.

―Di lo que quieres decir.

Ella conocía lo suficientemente bien a Vlad como para saber que su amistad con Dabir lo tenía intrigado.

―Puedes ser más específica, no tengo idea de a qué te refieres.

―No te hagas el tonto, Vlad, sé que hay algo que está rondando tu cabeza ―soltó mientras cambiaba el vendaje de su brazo.

Su recuperación iba por muy buen camino; las heridas causadas durante la explosión de hacía unos meses estaban cicatrizando bien y su sentido auditivo estaba casi recuperado por completo. Era solo cuestión de tiempo para que su cuerpo estuviera regenerado al cien por ciento.

―¿Por qué le aconsejaste a ese tipo que enviara a su hermana a Florencia?

―No veo que tiene de especial mi sugerencia, Florencia es una ciudad bonita.

Su respuesta hizo que Vlad chasqueara la lengua; sabía que estaba mintiendo.

―Te conozco lo suficientemente bien como para saber que te traes algo entre manos. Esa chica se está muriendo, así que no creo que solo le sugirieras a su hermano que la enviara a Florencia por la belleza de la ciudad.

Por largo rato, la reina de hielo permaneció en silencio, centrada solo en cubrir las heridas que tenía en sus brazos. Sin inmutarse, Vlad esperó hasta que terminara con sus asuntos.

―Sigues aquí, creía que te habías ido ―expresó de manera sarcástica.

―No me apetece marcharme, la vista en este lugar es demasiado agradable.

Si su Koroleva pensaba que dejaría el tema, estaba equivocada; su curiosidad era muchísimo más fuerte que su instinto de supervivencia.

Como era habitual, la reina de hielo lo contempló sin ningún tipo de expresión en su rostro.

―Un día de estos tu curiosidad te meterá en graves problemas.

―Lo sé, pero no nos desviemos del tema. ―Sus labios se curvaron con una sonrisa.

La reina de hielo lo maldijo mentalmente; Vlad estaba más desquiciado que ella.

―Como sabes, hace unos meses envié a Imox en una misión ―, Vlad asintió―, quería comprobar la compatibilidad de la chica con su posible donante y los resultados fueron positivos.

―Espera un momento, no me digas que piensas enviar al otro mundo al dueño del corazón.

―Esa decisión no está en mis manos.

El ceño de Vlad se frunció; le estaba costando interpretar sus palabras.

―Entonces, ¿en manos de quién está?

―De Smith.

De no haber estado sentado, Vlad estaba seguro de que hubiera terminado sobre la alfombra.

―Espera, no me digas que el corazón del que hablas es el de la esposa de Smith.

Al no obtener respuesta de su parte, supo que estaba en lo correcto; ahora no tenía duda alguna de que su Koroleva se había vuelto completamente loca.

―No me lo puedo creer, de verdad piensas que Smith le va a quitar la vida a su esposa para salvar a una desconocida. Olvidaste que lleva casi veinte años cuidándola con la esperanza de que algún día pueda despertar de su profundo sueño.

Era más probable que el infierno se congelara a que Smith le arrancara el corazón a su mujer.

―Yo no estoy pensando nada, tú eres el que estás sacando conclusiones basándote en mis palabras.

―¡Maldita sea! No te entiendo.

―No hay nada que entender, Smith es un médico y el único propósito de su existencia es salvar vidas; fue el juramento que hizo cuando se graduó de la facultad de medicina. Yo, lo único que hice fue hacer que el camino de una moribunda y el camino de un médico se cruzaran. Lo que suceda en un futuro solo será obra de lo que esté escrito en el destino.

―Cielos, me das escalofríos.

―Piénsalo, Vlad, es tiempo de que Smith decida qué es más importante para él, si su sentido del deber o sus sentimientos.

―Cuando Smith se entere de que tú estás detrás de todo, estoy seguro de que deseará asesinarte.

―No será el primero que lo desee ―dijo con tranquilidad.

Ella estaba expectante por ver cuál camino elegiría su amigo. Su misión ya estaba cumplida; lo que sucediera después sería solo obra del destino.

********

Al despertar, lo primero que hizo Fadia fue pellizcar su mejilla para comprobar que todo lo vivido el día anterior no fuera solo un sueño.

―¡Auch! ―exclamó―, no estoy soñando.

En sus labios se dibujó una sonrisa; estar fuera de casa le resultaba aterrador y emocionante a la vez. A pesar de sus nervios, estaba impaciente por recorrer las calles de Florencia y conocer su historia. Cuando intentó salir de la cama, un mareo la invadió; con cada segundo que transcurría, los síntomas de su enfermedad aumentaban.




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