Entre las nubes del adiós

Capítulo 12

Gianlucas contemplaba a Smith con simpatía, él entendía muy bien a su amigo. Dada su situación, la confusión que veía reflejada en sus ojos era algo normal. Aceptar que sus sentimientos por su esposa habían cambiado no iba a resultarle para nada fácil de asimilar. Smith era un hombre de principios, para él, el matrimonio era algo demasiado sagrado, por lo que sentir interés por una mujer que no era Gemma, para él significaba lo mismo que una traición.

―Veo que mis suposiciones son correctas; una mujer es la causante de que estés tan confundido.

A pesar del momento difícil que su amigo estaba pasando, Gianlucas se alegraba de que una mujer hubiera aparecido en su camino para cambiar su vida.

Aunque quisiera, Smith no podía negar que Gianlucas tenía razón; por culpa de Fadia, estaba empezando a cuestionarse si sus acciones hasta ahora habían sido las correctas. Con el accidente de su esposa, su vida se detuvo, dejó de pensar en el futuro y se quedó aferrado al pasado; sus días transcurrían entre cuidar a Gemma y el trabajo; todo lo demás había perdido sentido para él.

«¿Realmente es así cómo debo vivir?» El no saber qué hacer lo estaba matando.

―Tienes razón, conocí a una jovencita que, en tan solo dos días, ha puesto a tambalear mi mundo ―decidió sincerarse con su amigo porque, si no lo hacía, estaba seguro de que terminaría asfixiándose.

―Para que el gran Smith no sepa qué hacer, esa jovencita tiene que ser alguien especial. ―Bebió un trago; Gianlucas se preguntaba qué tan joven era la chica.

―Sí que lo es ―reconoció.

Desde la primera vez que vio a Fadia, quedó cautivado por ella; su manera de ver el mundo lo dejó maravillado. No era una chica pretenciosa y mucho menos era vanidosa; se mostraba tal y como era, sin máscaras, y eso le gustaba.

―Amigo, ¿a qué le tienes miedo? Es innegable que esa chica te gusta; sin embargo, en lugar de averiguar qué significa ella para ti, has decidido huir, lo que no es propio de ti. A diario te enfrentas a la muerte en el quirófano sin temor alguno, pero cuando se trata de temas del corazón, prefieres esconderte.

―No es tan fácil para mí aceptar lo que estoy sintiendo; siento que si continúo con mi vida, estoy traicionando a Gemma. Yo estoy de pie mientras ella permanece en un sueño profundo, sin la posibilidad de poder despertar. ―Era la primera vez desde lo sucedido que aceptaba que su mujer jamás iba a despertar del coma.

―Smith, el accidente de Gemma no fue culpa tuya; ya es hora de que lo entiendas. Todos tenemos un destino escrito y en ocasiones ese destino no se puede cambiar, como es el caso de Gemma.

Gianlucas tenía razón; él no era el culpable de que su mujer hubiera quedado atrapada por una avalancha mientras esquiaba en los Alpes suizos.

―¿Qué hago, amigo? Por primera vez en la vida he perdido mi norte, siento que estoy atrapado en una espiral de la que no puedo salir. Fadia entró en mi mundo derrumbando todos los muros que he construido a mi alrededor. Decir que estoy enamorado de ella sería mentir; no obstante, lo que no puedo negar es que estoy bastante interesado en ella. Quiero descubrir todos sus secretos; me gustaría poder saber qué le gusta y conocer cuál es el motivo por el que sus bonitos ojos están llenos de melancolía.

En su interior, algo le decía que Fadia no estaba bien; cuando hablaba, era como si se estuviera despidiendo del mundo.

―Después de escucharte, me atrevo a decirte, amigo, que esa chica dejará en tu existencia una huella difícil de borrar; por ello, te aconsejo que dejes de lado todo lo que no te deja avanzar, y te des la oportunidad de averiguar lo que realmente esa chica significa para ti.

Dada su experiencia con su mujer, Gianlucas podía decir, sin temor a equivocarse, que Fadia estaba destinada a convertirse en la salvadora de su querido amigo.

―¿Y qué pasa con Gemma?

Su mayor tormento era pensar en continuar con su vida, mientras su esposa permanecía postrada en una cama.

―Creo que ella ya cumplió su ciclo en este mundo y que es tiempo de que la dejes partir; no es bueno que sigas prolongando su existencia. Es hora de decirle adiós, amigo mío, y de aceptar que el destino tiene planes muy diferentes para ustedes.

―No es fácil para mí soltarla ―admitió.

―Es ese sentimiento de culpa que te atenaza el alma, el que no te permite continuar; pero es inevitable su partida, Smith.

Cansado de todo, Smith suspiró. Gianlucas tenía razón; hablar con él le ayudó a quitarse de encima parte de su carga. De todos sus amigos, Gianlucas era uno de los más sabios; por ello hablar con él siempre lo ayudaba a aclarar su mente.

―Tal vez tienes razón y ya es hora de reanudar mi vida.

―Esa es la decisión más acertada que podrías tomar, amigo.

―Nunca pensé que diría esto, pero mi vida es un completo desastre. Por mi amargura, creo que arruiné la oportunidad de conocer mejor a Fadia.

El ceño de Gianlucas se frunció; sentía curiosidad de saber qué había ocurrido entre Fadia y él para que dijera algo así.

―Escúpelo todo, tengo suficiente tiempo para escucharte.

Esa noche era el día en que las brujas se reunían para cenar y hablar de sus vidas, así que no tenía que preocuparse porque su mujer estuviera sola en casa.




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