Entre los Brazos del Lobo

Capítulo VI

a señorita Duchamp se encargaba de acomodar a todas las jovencitas en los cuartos de la casa principal para que las pudieran arreglar. Duchamp observó cuando entraron Naomi y Arleth, las observó desde lejos y escondió una sonrisa macabra. Ella quería acabar con aquellas niñas que solamente le trajeron problemas a su vida, y por fin lo iba a lograr.

Una vez que vio que la señora directora dirigirse a ella sin compañía, le dio una enorme sonrisa.

—¿Cómo va con todo esto?—la señora directora suspiro pero le dio una enorme sonrisa.

—Pues bien, las jovencitas están muy nerviosas pero con suerte muchas de ellas serán elegidas este año— la señora directora miró de nuevo a Duchamp y le dio una enorme sonrisa antes de salir por las enormes puertas de madera, la señorita Duchamp tembló de pies a cabeza y comenzó a caminar hacia la habitación de Arleth, ya que, quería terminar con ella primero antes que Naomi. Sus pasos resonaron por todo el pasillo que se mantenía en silencio, Duchamp sabía perfectamente en que cuarto se encontraba Arleth y con quien. Y a ella realmente no le importaba lo que le pasara a la otra muchacha.

Caminó con una sonrisa en su cara hasta parar en el cuarto de Arleth, sacó la llave de repuesto que tenía y abrió la puerta. Arleth y la otra muchacha se encontraban de espaldas a ella, así que de esa manera sería más sencillo su trabajo. Cerró con cuidado la puerta sin hacer ruido y cruzo los brazos sobre su pecho, no importaba si lo que tenía en mente la mataba a ella. Quería acabar con Arleth costara lo que costara.

—Hola Arleth—las dos muchachas saltaron ante la voz de Duchamp, ella caminó alrededor de Arleth dándole una mirada de odio.

—¿Qué está haciendo señorita Duchamp?—la recién mencionada soltó una carcajada y Arleth frunció el ceño sin saber cuál era el motivo de aquella risa.

—Hay Arleth espero que recuerdes todo lo bueno que te ha pasado en este año, porque no llegaras a más—la respiración de Arleth comenzó a escucharse acelerada y Duchamp sonrió. La muchacha que la estaba ayudando miró con pánico a Duchamp y soltó un gritó.

Duchamp abrió los ojos y maldijo en voz baja, sabía que los hombres debieron de haber escuchado ese grito.

Dominik se puso en posición de guardia al igual que su hermano, vio de reojo como la señora directora corría dentro de la casa principal para ver qué ocurría. La señora directora corrió lo más rápido que pudo para llegar hasta el origen del grito, su respiración era agitada ya que no estaba acostumbrada a correr. Observó de puerta en puerta, abriéndolas para ver quien estaba en peligro. Hasta que dio con la puerta indicada.

Sus ojos observaron sorprendidos a la mujer que estaba a punto de hacerle daño a una jovencita.

—¿Pero qué...?—la señorita Duchamp tomó con más fuerza a la jovencita y la señora directora no podía creer lo que estaba viendo.

—¡Fuera!—la señora directora dio un paso hacia atrás y respiro profundamente.

—Duchamp, deja a la jovencita y vámonos de aquí. Estas asustando a nuestros invitados.

—¡Te dije fuera!—la señora directora miró a Duchamp y se dio cuenta que no tenía nada para atacar, ella pensaba matar a Arleth asfixiándola con los brazos.

Los ojos de Arleth demostraban miedo, no, demostraban pánico. Arleth veía desesperada a la señora directora que no hacía nada para ayudarla, simplemente le decía a la señora Duchamp que la dejara. Como si Duchamp le fuera a hacer caso.

—Si no la sueltas, sabes que te van a castigar de la manera más dolorosa—Duchamp le dio una sonrisa que le provoco escalofríos a la señora directora.

La señora directora no sabía qué hacer, estaba la opción de llamar a los hombres y que la ayudaran. Pero Duchamp había sido una buena amiga desde que la nombraron directora. Pero la directora pensó demasiado, no se espero que los hombres la hubieran seguido hasta la casa principal. La señora directora volteo a verlos.

—Por favor rey déjeme hablar con ella—la mirada de André fue detrás de la señora directora, ella sabía que estaba observando a Arleth.

—Está poniendo en peligro a una jovencita que tal vez pueda ser pareja de uno de mis hombres— André estaba furioso, veía como la jovencita estaba pálida como una hoja de papel. Hizo una seña con la cabeza indicándoles a sus hombres que entraran al cuarto y detuvieran a Duchamp. Arleth no sabía qué hacer, tenía miedo y su miedo creció cunado vio entrar a los hombres en dirección hacia ella.

En su interior ella sabía que no le iban a hacer nada, pero les tenía miedo. Arleth comenzó a temblar inconscientemente y gotas de sudor caían de su cara, todo lo vio en cámara lenta. Los hombres dirigiéndose a ella mientras escuchaba los gritos de Duchamp a sus espaldas.

**

La tradición tenía que continuar, André se había sentido tan mal después de dejar a aquella jovencita llorando y temblando en el suelo. Pero si se hubiera quedado ahí le hubiera causado más miedo del que ya tenía. André observaba directamente a Duchamp, ella había sido tan leal hacia ellos desde que la conocía. No sabía que había cambiado en este tiempo.




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