Entre los Brazos del Lobo

Capítulo IX

No sabía que esperar, Arleth miraba atentamente por la ventana. Viendo como la noche comenzaba a caer lentamente, a su mente vinieron varios recuerdos de Naomi. Soltó un suspiro y negó con la cabeza, no podía con todo lo que estaba pasando, ya solamente faltaban dos días para que todo terminara.

Respiro profundamente y miró por la ventana nuevamente, su mirada se cruzó con la de alguien más y Arleth aguantó la respiración. Unos ojos de color ámbar la miraban fijamente, entrecerró los ojos pero no pudo ver quien era. Escuchó el sonido de su puerta y volteó rápidamente, una compañera de la casa entró con una sonrisa y Arleth miró de reojo a la ventana y se dio cuenta de que ya no había nadie.

—¿Qué paso Charlie'—joven castaña se sentó en la cama que anteriormente fue de Naomi, Charlie se rascó la nuca y miró al suelo.

—Yo me preguntaba, si, si ya sabes—comenzó a mover las manos y luego la miró directamente a los ojos, y Arleth se percató que los tenía húmedos— ¿Puedo quedarme hoy contigo?—su voz salió algo chillona y Charlie carraspeo y volteó su mirada a otro lado.

—Si—Arleth no dudó en responder.

 

***

 

Ya era tarde y Arleth no podía dormir, le costaba cerrar los ojos. Porque cada vez que lo hacía un hombre la miraba fijamente y luego saltaba encima de ella. Arleth decidió sentarse en su cama y tallarse los ojos para después bostezar, tenía demasiado sueño pero también tenía miedo.

Miró de reojo a la cama que tenía a su lado y vio a Charlie que dormía plácidamente. Normalmente cuando estaba con Naomi y una no podía dormir, las dos salían a dar un paseo. Pero como Naomi ya no estaba, Arleth decidió salir sola. Sin hacer ningún ruido consiguió salir de la casa principal y al estar afuera, miró las estrellas. Se imaginó a Naomi haciendo lo mismo y sabía que debía de estar en un lugar seguro, o eso esperaba ella.

Una sonrisa melancólica apareció cuando se dio cuenta de la realidad. Lo más probable era que nunca volvería a ver a Naomi. Se tapó la boca con sus manos para evitar un sollozo y corrió hacia el lugar donde siempre iba con Naomi, al llegar ahí. Se sentó y abrazo sus rodillas.

No podía creer nada de lo que estaba pasando.

 

***

 

Al otro lado del lugar, en la oscuridad. Dominik la miraba atentamente, miraba como su compañera sufría y él no podía hacer nada. O eso supuso, porque no se dio cuenta de que estaba caminando hacia ella sin pensarlo.




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