Capítulo XI

El gran día había llegado, la señora directora se movía por todos lados con nerviosismo. Quería que este día saliera excelente, la señora directora respiro profundamente y fue a la sala donde se celebraría todo.

El rey estaba platicando con su hermano menor y ella no quería interrumpir, se aclaró la garganta y ambos hombres se voltearon a verla.

─Disculpen por interrumpir─ el golpeteó de los tacones cuando caminaba, se escuchaba por toda la sala─. Pero ya están listas las jovencitas, podemos empezar cuando ustedes deseen─ la señora directora hizo una reverencia.

─Por favor señora, no nos haga esperar. Mis hombres están listos─ la señora directora sonrió y asintió.

─Si pueden salir de la sala, les avisare cuando todo esté listo.

Los hombres salieron de la sala sin decir nada, eso se repetía todos los años. Esperaban dos horas fuera hasta que les avisaban que todo estaba listo, luego era otra hora que daba André de sermón. Hasta que la ceremonia comenzaba con Dominik, él pasaba lentamente con todas las jovencitas. Oliendo a cada una de ellas y después entraban uno a uno sus hombres, después los de su primo y así sucesivamente.

***

Arleth estaba nerviosa, no dejaba de jugar con sus manos y mirar de un lado a otro. En esos momentos no dejaba de preguntarse del hombre de la otra vez. ¿Estará aquí? Miro hacia todos lados pero no lo veía, miró hacia el rey que no paraba de hablar. No la había prestado atención desde que había llegado, simplemente su mente se desconectó cuando comenzó a dar el discurso.

¿Seré elegida? Puede que no lo sea, a lo mejor me quedaré sola como la señorita Duchamp. Pero el hombre ¿a lo mejor él tenía algo que ver? A lo mejor puede ser mi compañero...

─Que esto comience─ despertó de su ensoñación y miró al rey, las puertas se abrieron bruscamente y Arleth pegó un salto. Era hora de la ceremonia.

El primero en entrar fue Dominik y buscó con la mirada a su compañera, antes de avanzar a la primera mujer, miró rápidamente a su hermano mayor. Él negó con la cabeza, André sabía lo que quería hacer su hermano menor. Pero corría riesgo, si lo hacía. Alguien le advertiría a su padre y este mataría a la compañera de Dominik y después a él. André observaba todo desde donde estaba sentado, su hermano menor pasaba con todas las jovencitas esperando pacientemente para llegar a su compañera. André no quería que su hermano hiciera algo estúpido y sonrió cuando vio que no era así.

Dominik moría por llegar a su compañera, sabía que sus primos podían reconocer a sus compañeras solamente viéndolas, ya que, ellos no tenían que obedecer las reglas de su padre. En cambio él, tenía que seguir todo al pie de la letra.

─Sueltala Dominik─ él recién nombrado levanto la cabeza y miró a su lado, Francisco miraba a la jovencita que Dominik había agarrado. La soltó lentamente y se alejó, después Francisco se acercó a la jovencita y en un abrir y cerrar de ojos, Francisco ya no estaba.

Dominik suspiro y miro a su hermano, él ya quería tener a su compañera en brazos. Y se dio cuenta de que faltaban dos jovencitas más para llegar.

Arleth tenía miedo, no dejaba de mirar de un lado a otro y cuando se dio cuenta de que ya era su turno. Su respiración empezó a acelerarse.

Faltaba una. Sus manos estaban sudando y miró al suelo, cerró los ojos un momento y cuando los abrió. Su respiración ceso, subió la mirada y no pudo creer quien estaba en frente de ella.

Estaba aquel hombre.

─Eres mía cariño─ Arleth abrió los ojos en sorpresa, y antes de que pudiera decir algo estaba en los brazos de Dominik.

─¿Qué estas haciendo? ─pero Dominik simplemente miró a su hermano mayor con una enorme sonrisa.

─Te llevo a casa─ Arleth lo miró directamente a los ojos y estos los veían con tanta dulzura y ella simplemente se recostó en su pecho. En fin, no podía luchar ni hacer nada. Literalmente si intentaba escapar la alcanzaría en un abrir y cerrar de ojos, así que prefirió cerrar los ojos e intentar dormir un rato.