Entre Recuerdos Y Armas

“Primer Servicio”

Capítulo 3.

Tomamos el mismo camino por el que ya habíamos transitado para llegar a la escalera que da arriba; siento los pasos de Eliana a mis espaldas y sus manos en mis hombros pero no me aparto, camino sin inmutarme mirando hacia atrás por periodos cortos. Rod nos sigue de cerca con una expresión mesurada que podría pasar claramente por una seria si no fuera por el inmaduro ser que conozco y que conocí desde siempre.

Llegamos hasta la habitación donde empezó todo, entramos en ella y yo nuevamente lleno mis pulmones de aire imaginando cómo será mi vida desde ahora, pensando en cómo enfrentaré el momento de tener que prestar ese "primer servicio", en cómo soportare que las manos de otro hombre que no sea Rod, vuelvan a tocarme.

—Waverly —escucho la voz de Eliana y cómo todas las letras de mi nombre son meticulosamente mencionadas por ese matiz vocal que me resulta tan familiar de algún tiempo, de otra vida que probablemente hubiera preferido vivir antes que esta— ten —me extiende una bonita pijama de color celeste muy parecida a las que dejé en mi departamento y acostumbro a usar en él—, ponte esto y acuéstate, mañana será un día difícil...

Para las dos, las últimas palabras quedan flotando en el aire sin ser oídas, sin que haya lugar para ser mencionadas.

Tomo la ropa entre mis manos y mi piel se eriza ante la suavidad de la tela, deposito el conjunto sobre mi cama y camino hasta Rod, sus ojos se clavan en los míos y yo extiendo mis muñecas hasta él:

—¿Me ayudas? —me mira confundido y yo giro los ojos—, no puedo cambiarme de ropa con esto puesto.

Mira a Eliana con una expresión extraña, probablemente para pedir su permiso antes de proseguir, ella asiente con la cabeza ligeramente con una expresión completamente neutral.

Suelta las esposas y yo mecánicamente llevo una mano hacia una de mis amoratadas muñecas de inmediato; hago una mueca de dolor bastante predecible y la mujer a mi lado hace el amague de caminar hacia mí pero se abstiene.

Camino hasta la cama nuevamente y me doy la vuelta dándoles la espalda a ambos, deslizo el suéter negro que traigo puesto y lo paso por encima de la cabeza para quitármelo, escucho gruñir a Rod a mis espaldas pero lo ignoro, aunque claramente siento sus ojos fijos en mi cuerpo cubierto únicamente con mi sostén negro. Paso la camisa celeste por mi torso y me cubro, me doy la vuelta y me dirijo hasta ellos nuevamente:

—Ya se percataron de la chica escuálida y completamente débil que tienen como cautiva, no creo que sea necesario esta vigilia, no hay forma de escapar sin recibir un disparo en la cabeza —mi voz se corta por lo que tengo que tomar aire para poder seguir hablando—, en el mejor de los casos. Pueden dejarme sola, no les causare más problemas, he comprendido qué es lo que me espera en este lugar y créanme que no recurriré a la estupidez de escaparme o hacer algo peor, no soy tonta —les hablo con mi mejor expresión neutral y mi voz cargada de sarcasmo tintando el dolor que me causa esbozar cada palabra dicha.

Me miran sorprendidos pero seguramente notan ese gran atisbo de verdad en el discurso y asienten dejando la habitación. Escucho el cerrojo cerrándose con llave y mi expresión pacifica mengua a una expresión de dolor y desesperación; las lágrimas amenazan con brotar de mis ojos pero me obligo a retenerlas, no puedo darme el lujo de ser débil, sé lo que conlleva ser de esa manera en este mundo.

 

...

—¿Estás seguro de esto Rod? —le pregunto con los nervios a flor de piel controlando cada acción realizada por mi cuerpo.

—Sí amor, todo va a estar bien. Es la casa de un amigo que en este momento no se encuentra en ella. Solo entraremos, sacaré las cosas que le presté y saldremos como si nada —besa mis labios y yo suspiro tratando de controlar mi respiración agitada.

—Está bien, confío en ti —intento sonreír mientras caminamos hacia la puerta de entrada. Rod desactiva el sistema de seguridad con un aparato que desconozco y yo solo miro hacia todas las direcciones posibles confirmando que no hay nadie cerca.

Saltamos por una ventana y entramos en la casa, miro todo el lugar con expresión de asombro, es una casa enorme, mucho más grande que la mía, y eso que mi padre es un exitoso empresario y nuestra casa es probablemente una de las más costosas del vecindario. Rod sube al segundo piso y me hace un gesto de que le espere, yo asiento y me quedo plantada en mi lugar con la respiración acelerándose por el peligro y la adrenalina que hace palpitar cada vena por la que transita mi sangre.

Se escuchan un par de bocinas en el exterior de la vivienda y yo grito:

—Rod, tenemos que irnos ¡ahora! —grito exaltada mientras escucho como las puertas se cierran encerrándonos adentro de la casa.

Llevo ambas manos a mi cabello y halo de él con impotencia; subo corriendo al segundo piso y veo a Rod a punto de saltar por la ventana. Le llamó pero él parece no escucharme mientras sale por la ventana con una mochila terciada en su espalda, me asomo a la ventana después de unos momentos y es cuando lo veo, mirándome fijamente desde el patio de la casa mientras su confianza y su cariño se disipaban a una mirada cargada de dolor y desesperación.

 

...

—No, no, Luca lo siento, yo no quería entrar, él me obligo, yo... —murmuro entre dientes antes de percatarme de que estaba soñando mientras me levanto de un salto de la cama con su nombre en mis labios y el sudor bañando todo mi cuerpo y mi frente, con el sabor amargo de lo recordado a punto de hacerme vomitar mientras las lágrimas brotan de mis ojos nuevamente. Pensé que lo había superado, pero ver a Rod otra vez, reabrió las heridas que alguna vez creí que ya estaban cerradas y trajo al presente un pasado que desearía haber dejado en el olvido.

 

...oOo...



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En el texto hay: abandono, drama, experiencias de vida

Editado: 07.08.2020

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