Las hojas de los árboles se convirtieron en oro y bronce, mezcladas con pigmentos naranja. El silencioso viento las mece, desprendiéndolas de sus cimientos, mientras con elegancia danzan en el aire, para finalmente, posarse en el suelo. El otoño se abre paso, trayendo consigo la promesa que el invierno se avecina.
El día que tanto temí, ha llegado; hoy mi don será revelado y conoceré al demonio con el cual, seré desposada. Mi ser se viste de amargura, soy forzada a cumplir con las costumbres de mi pueblo, sin derecho a declinar. En la próxima luna llena seré su esposa y estaré atada a él por la eternidad. Al beber su sangre y él la mía, se forjarán lazos inquebrantables.
El vestido largo del color del ébano, cubre mi cuerpo, el cabello recogido con una diadema de lilas violetas, que significan el primer amor.
-Lista cariño. –Mamá me mira con emoción, pero a la vez, esconde una pizca de amargura. Su vestido negro, al igual que el mío, se ciñe con un lazo borgoña que atraviesa su cintura.
-Sí. -Respondo observándome en el espejo.
-Agatha, mírate, eres tan hermosa, el vivo reflejo de tu padre._Siempre me ha recalcado que me parezco a él, que heredé el ámbar de sus ojos, el marfil de su piel, y el rubio de su cabello, en contraste con ella, morena, ojos verdes y una frondosa melena castaña. Nunca conocí a mi progenitor, murió en manos de un ángel. Por ley, una vez que una bruja contrae nupcias y su esposo fallece, no puede casarse de nuevo, por lo que mamá, no tiene a nadie más que a mí.
Sonrío sin ganas, intentando disimular mi descontento, hago mi mejor esfuerzo por ella, para no decepcionarla. Nos reunimos con un grupo de aldeanos que nos esperan a las afueras de la aldea, sostienen antorchas, nos dirigimos al Templo de las Brujas, donde se llevará a cabo la ceremonia de iniciación. En el camino van entonando cánticos antiguos que hacen eco en la noche, erizándome los vellos de la nuca.
Al fin visualizo la enorme estructura labrada en la roca viva, la sacerdotisa se encuentra al frente del altar y me pide subir; los demás forman un círculo a nuestro alrededor.
-Extiende tu mano. -Me ordena.
Obedezco y hace una incisión justo en el centro de la palma abierta, vierte el líquido rojo en una copa y la levanta, siendo testigo la luna llena que se asoma plena y tenebrosa detrás de algunas nubes grises.
-Muéstranos tu grandeza Señor de las Profundidades del Abismo, hoy te presentamos a tu hija que te servirá hasta el final de sus días. Te ofrecemos un sacrificio a cambio que nos muestres su don.
Mi madre sube con un cordero pequeño entre sus brazos, lo coloca en la mesa de sacrificios. La sacerdotisa degüella a su víctima con la daga ceremonial, todos gritan eufóricos, el estómago me da un vuelco, toma la misma copa con mi sangre y la mezcla con la del animal.
-Bebe y tu don será revelado.
Mis manos están sudorosas y tiemblan, sostengo la copa acercándola a mi boca, bebo el contenido; un sabor dulzón y metálico se desliza por mi garganta. Quiero vomitar pero me contengo, miro a los presentes, incluyendo a mamá, aplauden y gritan “Bienvenida hija a la oscuridad”
Tengo frío, la cabeza me da vueltas como si estuviera en un carrusel, las piernas no me sostienen, me recibe la dura piedra a mis espaldas, para luego elevarme varios centímetros del suelo. Siento como si mis entrañas ardieran, me sofoco. Después de unos minutos, todo cesa, reposo en el suelo, mi madre se acerca, retirando un mechón de cabello que se adhirió a mi rostro empapado en sudor.
Ya no hay dolor, me enderezo con dificultad y vuelvo a ver mis manos, una cálida luz azulada aparece, envolviéndolas, es hermosa, emerge de mí, es mi don.
-“El fuego celestial” -Pronuncia incrédula la sacerdotisa. -¡Es imposible! Ninguna bruja ha tenido ese poder desde…… “Ella” -Deja salir con desconcierto y se aleja unos pasos. –Tu hija es especial Magdalena, así como peligrosa a la vez, _ ¿Qué nos ocultas?
-Nada sacerdotisa. -Responde mamá nerviosa.
Las flamas se extinguen, la mayoría me observa con respeto, otros con recelo.
-Continuemos con el ritual. –Indica Sarangel, su rostro demuestra que la respuesta de mamá, no la ha convencido, pero no insiste en el particular. Ingresamos al templo donde una enorme fogata se erguía majestuosa. Nuevamente todos se colocan en círculo alrededor de la hoguera, Sarangel sostiene el corazón del cordero, al tiempo que recita:
-“Ven ser de las tinieblas
Tus súbditos te llaman
Tu novia te espera
Para cerrar su compromiso”
Sarangel tiró el corazón al fuego y de inmediato las llamas se alzaron amenazantes. Con horror observé como una silueta se formaba en su interior, emergiendo un hombre. Llamó mi atención su extraña vestimenta, como del siglo XVIII. Su piel lechosa, cabello marrón, ojos carmín. Una imagen perturbadora pero bella a la vez, con una poderosa aura maligna que lo envolvía. Los labios se curvaron en una sonrisa al verme, mi cuerpo reaccionó ante él, como la doncella que se emociona al ver a su amado.
-Señor. –Lo saludó Sarangel con una reverencia.