-Como sabes somos ángeles, designados para proteger a la humanidad, depuramos todo aquello que tenga que ver con demonios, criaturas de la noche, brujos y hechiceros que practiquen la magia negra.
Asiento con la cabeza y mi mirada se pierde por un momento en las chispeantes llamas de la chimenea.
-Tú eres única Agatha, no eres una bruja común. ¿Sucedió algo diferente el día de tu iniciación? –Interrogó con interés.
Comencé a rememorar y entonces asentí: -La sacerdotisa mencionó que yo era peligrosa. -Contesté.
-¿Por qué Agatha?
-Porque mi don es el fuego celestial.
Reivel se puso de pie, pude notar la incredulidad reflejaba en su rostro.
-¡Eso es imposible Haziel! _Soltó alterado.
-Siéntate Reivel. -Le indicó Haziel con voz pausada.
Éste obedeció de mala gana.
-Continúa Agatha, ¿Qué más?
-Yo…… _Titubee.
-Tranquila, nadie aquí te juzgará. _Me sonríe de manera amable.
Miré a Reivel con el rabillo del ojo, no estaba muy segura que eso aplicara para él.
_La sacerdotisa estaba confundida, y les dijo a todos que nadie nunca tuvo este poder solo “Ella” y cuestionó a mi madre, quién se defendió sosteniendo que no había nada que ocultar.
-Sigue Agatha. -Me animó Haziel.
-Luego me llevaron dentro del templo en el cual había una enorme fogata, la sacerdotisa hizo un llamado y lanzó el corazón del animal al fuego, la ofrenda del sacrificio. Emergió una figura, un hombre, Adiraet, mi prometido. Al verlo ya no era dueña de mis acciones, es como si yo fuese un títere en sus manos.
-Los demonios pueden manipular las emociones de las personas, tienen ese don, él te obligó a hacer justo lo que quería. _ Sostuvo Haziel. _Dime, ¿Crees que si fueras como ellos te sentirías en la forma en que lo haces? Eres diferente y lo sabes, la pregunta es ¿Por qué? Y yo tengo la respuesta.
-Un incidente más.- Agregué.
Ambos me miraron y añadí: -Un día después del ritual, expulsé de mi cuerpo la sangre de la ofrenda que había consumido.
No sé por qué miré a Reivel que me observaba con asombro y algo en él cambió, su mirada se suavizó un poco.
-Comprendo ¿Y eso es normal? -Me cuestionó Haziel.
-Creo que no, pero conmigo nada parece serlo.
-¿Estás lista para escuchar la verdad Agatha?
-Lo estoy. -Contesté ansiosa por entender qué me pasaba.
-Conozco a tu madre. _Empezó a hablar, mi boca se abrió de par en par en respuesta. _La primera vez que la vi, recolectaba hierbas en el bosque, no muy lejos de la aldea. Me acerqué a ella dispuesto a hacer mi trabajo, pero al voltearse simplemente no pude. Los ángeles vemos el interior de las personas y en su corazón habitaba la bondad. Guardé mi espada, Magdalena me miraba con temor y fascinación a la vez. No sé qué sucedió pero entre nosotros nació una clase de atracción. -Haziel se detuvo analizando mi reacción, yo permanecí callada sumergida en su relato.
-Continuamos viéndonos a escondidas por algunos meses. Faltando una semana para su iniciación, le pedí que huyera conmigo, que yo la protegería, pero se rehusó. Se despidió entre sollozos, asegurándome que su corazón me pertenecería siempre. Debí detenerla, pero respeté su decisión, guardando la esperanza que recapacitaría, la esperé por días en nuestro lugar de encuentro, sin embargo, jamás apareció. Así que la noche que sabía era su iniciación, fui en su búsqueda. No pude atravesar el puente ya que está protegido con magia negra. Le pedí ayuda al Supremo, le rogué me permitiera salvarla, y él en su infinita misericordia, escuchó mi clamor. Crucé el puente arribando al templo, por desgracia llegué muy tarde, el demonio ya la había marcado, para mi suerte se encontraban solos. Lo asesiné, atravesándolo con mi espada. Supliqué a tu madre venir conmigo pero se negó, estaba tan asustada; nos abrazamos, creo que al estar en la tierra y tomar la forma de los humanos nos hace vulnerables en cuanto a emociones y sentimientos. Nosotros, bueno te imaginaras. _Bajó la cabeza, ocultando una sonrisa traviesa. _La energía negativa de la caverna, al cabo de unas horas empezó a debilitarme, tuve que abandonarla, ha sido una decisión difícil, pero no podía obligarla a acompañarme.
-Me quieres decir que mamá nunca contrajo nupcias con el demonio ni estuvo íntimamente con él.
-Así es.
-Pero entonces, no entiendo, ella quedó embarazada yo. _Callé anticipando la respuesta. “el vivo reflejo de tu padre” sus palabras retumbaron en mi cabeza, clavando mi mirada en Haziel. _Tú eres mi padre. _Afirmé, quedando sin aliento.
_Lo soy, te juro que ignoraba tu existencia, te reconocí en el templo, mi corazón se regocijo al verte.
Tanto Reivel como yo lo miramos anonadados, es demasiada información que procesar. Abrí mi boca ahogando una exclamación, ahora todo tenía sentido, por qué era diferente, por qué tenía el don del fuego celestial, por qué pude entrar al templo de los Alados, por qué era peligrosa para ellos.