Entre Sombras

CAPITULO 7

-¿Cómo pudiste Reivel? Te asigno una tarea, una única tarea y no puedes llevarla a cabo. La pusiste en peligro.

Haziel estaba furioso regañando a Reivel quién mantenía la cabeza baja sin objetar nada.

-No lo reprendas por favor, no ha sido toda su culpa, asumo parte de ella.

-No lo justifiques Agatha, es un ángel, su deber es “Proteger”. _Recalca esta última parte.

-Y lo hizo. _Respondí mirando a Reivel quién por un momento me observa frunciendo el ceño, quizás pensando ¿Por qué lo estoy defendiendo? Ni yo misma lo sé.

-Hablaremos de esto luego. _Lo reprende y se va de la estancia.

-Lo lamento. _Le digo con sinceridad.

-Está bien, lo merecía.

-Lo que has dicho de mí es cierto, me refiero a que, puedo comprender el motivo por el cual no te agrado.

-Nunca lo podrás entender. _Me respondió evasivo, dejándome sola.

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Caminaba por una pradera, las flores adornaban por doquier brindando una suave fragancia. El cielo azul y despejado mostraba un imponente sol y una tenue brisa acariciaba mi rostro, meciendo mi cabello.

-Agatha. _Escuché me llamaban.

Dirigí mi mirada hacia un bosque que lucía sombrío, la voz provenía de su interior.

-Agatha. _Me volvió a llamar, reconocí la voz de inmediato pero no quería ir a ese lugar tan lúgubre. Los árboles secos, sin hojas, el suelo estéril y una penetrante mortandad como si algo se encontrase pudriéndose.

-Agatha, ven….

La voz resonó con aflicción, la pradera me llenaba de paz, aquel bosque me infundía temor, pero no podía ignorar a mi madre. Llegué hasta el límite que separaba a la pradera de aquel horrendo sitio y me quede de pie analizando mis movimientos.

-Agatha. _Gritó y su voz tintineó como un lamento erizando mi piel. No me importó nada, corrí como desquiciada, dejando que las secas ramas arañasen mi rostro y los arbustos llenos de espinas rasgaran mis vestiduras.

-Madre. _Chillé con desesperación.

-Agatha, ayúdame….

Seguí su voz hasta llegar a un claro donde encontré una persona atada a un poste y leña agolpada alrededor. Miré con horror que era ella.

-Me culpan hija, por ocultarles tu verdadera naturaleza, me matarán al anochecer como sacrifico por mis delitos. Con un hechizo los mantuve lejos de mis pensamientos pero ahora lo saben todo.

Traté de acercarme retrocediendo de inmediato, una barrera invisible me separaba de ella.

-Dile a Haziel que lo amo, que siempre lo amé y que ahora me arrepiento de no haberme ido con él, perdóname Agatha por obligarte a……

No termina la frase su cuerpo comienza a llenarse de heridas como si una navaja imaginaria se las estuviera infringiendo.

-Iré por ti. _Increpé llorando.

-No, eso es lo que ellos quieren. Te he contactado para advertirte que….

Las ramas se encendieron solas y el fuego la abrazó con velocidad.

-Madre. _ Ella seguía gimiendo de dolor mientras que las llamas la envolvieron por completo.

Desperté gritando su nombre. Haziel apareció preocupado sentándose a mi lado.

-¿Agatha que ocurre? ¿Otra pesadilla?

-Debo irme, ella me necesita.

-¿Quién?

-Mi madre, ya saben todo, la quemarán en la hoguera.

-¿Cómo sabes eso?

-Lo he visto, ella me lo ha mostrado.

-¿Y Cómo estás tan segura que se trata de Magdalena?

-¿A qué te refieres?

-Puede ser una trampa, ellos son poderosos, inducirte a ver lo que quieren.

-¿Y para qué tengo esto? Digo sosteniendo el medallón.

-El medallón te protege de Adiraet únicamente.

- Sé lo que vi, ella me pidió que no fuera.

-Entonces escúchala.

-Me dijo que aún te ama y que se arrepiente de no haberse ido contigo.

El rostro angelical de Haziel palideció, lo afectaron mis palabras.

-Ya es tarde para ella, pero no para ti.

-Tú me dijiste que soy una invitada, así que doy por un hecho que puedo marcharme cuando lo desee.

Haziel asintió con la tristeza marcada en sus hermosas facciones.

-Lo lamento, debo ir.

-En el momento que dejes este lugar serás vulnerable y no podemos ayudarte si entras a la aldea.

-Lo sé, soy consciente de ello.

-Agatha, hay algo que pueda decirte que te convenza de lo contrario.

-No. _Contesté con seguridad

-Acabo de encontrarte. _Susurró con melancolía.

-Es mi madre, la mujer que alguna vez amaste.

-¿Cuándo te irás? _Consultó cariz bajo.

-Apenas amanezca.

Asintió y se recostó a mi lado, coloqué mi cabeza sobre su pecho, se sentía bien su cercanía. Es mi padre, me hubiera gustado conocerlo más, tenía tantas preguntas, pero es mi deber regresar, quizás él tiene razón, que todo esté manipulado pero ¿Y si realmente mi madre corre peligro? No me perdonaría si algo le llegara a pasar, a pesar de todo el daño que ella me causó.




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