Entre Tinieblas y Anhelos

Prólogo

El sonido de los autos resonaba fuertemente en mis oídos, al igual que las palabras de la persona frente a mí.

—¿He sido un juego para ti? —soltó, con amargura en su voz.

—No —respondí, desviando la mirada al suelo.

No podía soportar la mirada de dolor en sus ojos.

—Entonces… ¿me amas? —preguntó con voz temblorosa.

—No.

—Mírame —expresó—. ¡Mírame a los ojos y di que no me amas! —exclamó.

Levanté la mirada con lentitud.

«Ah… duele. Ver su rostro afligido por el dolor y con esas lágrimas retenidas… era doloroso».

—No te amo —dije, tratando de mantener una expresión calmada.

—Mientes… ¡estás mintiendo, maldita sea! —exclamó con ira contenida y presionando sus puños—. Sé que estas mintiendo, tus labios pueden negarlo, pero tus ojos no —titubeó.

—Estás equivocado. Jamás pensé en ti de esa manera, fue agradable pasar tiempo contigo, pero no podría enamorarme de alguien como… tú —respondí y sus ojos temblaron ligeramente.

Solo me quedaba herirlo, de otra forma no se detendría.

—Entonces, ¿porqué…? ¿Por qué correspondiste mis avances? ¡¿Fue divertido hacer que me enamore de ti, para luego botarme como un perro?! —vociferó con voz temblorosa y sus ojos no pudieron contener más sus lágrimas—. Bien… haz lo que quieras. Nunca debí interesarme por un chico que solo me consideraba como un juego emocional para entretenerse en sus momentos de aburrimiento y soledad —finalizó con rabia, dándose media vuelta e irse, dejándome solo en aquel callejón.

Sus palabras finales me dolieron mucho, pero no era nada comparado con lo que yo le estaba haciendo. Sin embargo, esto era lo mejor. Él merecía a alguien que pudiera estar a su lado y que no cargara una pesada mochila tras de sí. Yo… no merezco tener felicidad… yo, no merezco ser amado.




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