Entre Tinieblas y Anhelos

Capítulo 5

Me encontraba en un parque cerca de la plaza Ciare. Estaba caminando con normalidad, cuando de pronto, escuché el llanto de un niño. Dirigí la mirada en busca de aquel llanto y es cuando vi a un pequeño de no más de 7 años llorando desconsolado. Todas las personas que pasaban lo ignoraban, como si no pudieran escucharlo o verlo, por lo que me acerqué rápidamente a él.

El pequeño al verme retrocedió unos pasos , temeroso de que pudiera lastimarlo. Con calma, me puse en cuclillas y le acaricié la cabeza, limpiando sus lagrimas con la manga de mi camisa, diciéndole que todo estaba bien.

Al escucharme y darse cuenta de que no planeaba hacerle daño, empezó a calmarse. Lo observé unos segundos y me percaté que tenía facciones muy finas, de alguna forma… me recordaba a alguien.

Tras calmarse, me explicó que se había perdido y cuando le pregunté su nombre, una potente voz agitada gritó el nombre de una persona. Aquello me sorprendió y volteé la mirada hacia quien había emitido aquel grito. Sin embargo, solo pude distinguir una figura borrosa, antes de despertar por el sonido de la alarma de mi celular.

 —¿Que…?

Mantuve mis ojos fijos en el techo, tratando de comprender qué había sido ese sueño tan extraño, pero no había tiempo para ello.

Tras apagar el despertador, revisé si tenía algún mensaje de Sergio, dado que me había dicho que vendría para irnos juntos a la universidad. Sin embargo, no encontré ningún mensaje suyo.

«Debió quedarse dormido o le surgió algo»

Luego de darme una ducha rápida y vestirme, tomé el transporte público, llegué a la universidad y me encaminé hacia los pasillos.

Cuando estaba cerca del salón vi a Sergio y Abril conversar amenamente, lo que me volvía a parecer extraño. No hace mucho se llevaban como perros y gatos y ahora estaban conversando de lo mas tranquilos y relajados, con risas ocasionales incluidas. Definitivamente ellos eran bipolares.

—¡Hey, hola! —saludó Abril al verme y me abrazó.

—B-buenos días —traté de corresponder el abrazo, mientras dirigía mi mirada hacia Sergio, quien tenía una expresión de pocos amigos—. Hola Sergio —saludé sonriendo, mientras me separaba de Abril.

—Hola —respondió cortante.

Por su tono puedo deducir que seguía enojado por regresarme solo anoche.

—Bueno ya tengo que ir mi clase, nos vemos luego —se despidió Abril.

Sergio y yo nos encaminamos hacia el salón, pero un silencio incómodo estaba presente, por lo intenté iniciar una conversación.

—Oye Sergio, ¿cómo termino la fiesta? ¿Regresaste muy ebrio a casa? —reí nervioso.

Sergio me miró a los ojos por unos segundos para luego mirar hacia otro lado.

—Si, bien.

Su respuesta cortante y fría me hizo sentir un poco mal.

—¿Sí? Me alegro, sabes… ayer estuve conversando con Diego y…

—Tengo algunas cosas que hacer, ya regreso —anunció con un atisbo de rabia.

No pude responder nada, dado que apenas dijo aquello, se dirigió al lado opuesto del salón.

¿Acaso le molestó tanto que me fuera sin avisarle? Pero cuando lo llamé todo parecía estar normal. No comprendía el motivo y cuando pensé en seguirlo vi al profesor llegar, por lo que otra opción que ingresar a clase.

Sergio no llegó hasta el tercer cambio de hora. Al entrar, apenas echó un vistazo al lugar y se dirigió directamente hacia la parte trasera, sin ni siquiera mirarme. Me sentí herido, después de todo le había reservado un asiento, pero el parecía completamente ajeno a mi presencia.

Sabía que Sergio a diferencia mía, tenía muchos amigos y no debería sentirme así por el hecho de que decidiera sentarse con ellos. Sin embargo, al ver como desviaba su mirada de manera despectiva al encontrarse con la mía, me resultaba doloroso y un nudo se formaba en mi pecho.

Necesitaba explicaciones, saber por qué se estaba comportando de esa manera, así que me levanté y me dirigí hacia él.

—O-oye, necesito hablar contigo.

Sergio me miró con sorpresa por unos instantes, pero luego volvió a adoptar la actitud que había mostrado anteriormente: un rostro indiferente y despectivo.

—Espera a la salida —respondió sin mirarme y continuó conversando con sus amigos, ignorándome y haciendo que me sintiera aún peor.

—P-pero quiero pregun… —intenté insistir, pero el nudo en mi garganta me lo impidió.

—Te dije que luego, eres moles… —expresó enojado, pero al girar su rostro y verme se detuvo.

Sergio me observó unos segundos y luego se levantó con rapidez, agarrándome del brazo para llevarme con él. Al llegar a un lugar apartado, me soltó y me miró fijamente, esperando que dijera algo.

Su rostro reflejaba molestia y preocupación. Parecía que, incluso estando enojado conmigo, seguía preocupado por mi bienestar. Este hecho me alivió un poco, pero aún estaba confundido por la situación. No entendía por qué estaba molesto.

—Sergio, yo… yo…

Quería preguntarle por qué tenía esa actitud conmigo, pero las palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. Sentía un dolor punzante en el pecho. No soportaba que me tratara con tanta frialdad e indiferencia. El silencio se hizo incómodo, hasta que finalmente habló.




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