Entre Tinieblas y Anhelos

Capítulo 6

Simplemente no podía creerlo. Estaba a casi un metro de distancia de que aquel tipo petulante de aquella fiesta. Puede que me haya visto y… ¿haya decidido golpearme aquí? Es la opción más probable, dado que en aquel momento no tuvo la oportunidad.

Sin embargo, gritó un nombre antes de llegar aquí, ¿a quién se dirigía? Aun si no estaba seguro del motivo, el aura amenazante que lo cubría era verdaderamente intimidante y sus ojos al verme, reflejaban odio e ira.

—¿Qué demonios haces aquí? —cuestionó con notable rabia en su voz.

Ante su pregunta y el tono que utilizó, mi estómago se contrajo y mi corazón empezó a palpitar a ritmos acelerados, sintiendo un peligro inminente. Definitivamente sigue enojado por lo que le dije cuando rompí los billetes en su cara.

—No es algo que te deba importar —respondí tratando de no parecer asustado, pero mi voz entrecortada y nerviosa no ayudó mucho.

Giré mi rostro hacia el pequeño para enfocarme en él y alejarlo de esta persona peligrosa, pero cuando intenté acercar mi mano, el pequeño corrió como desesperado y se aferró a la pierna de ese bastardo.

—Hermano, yo... tenía miedo —expresó antes de empezar a sollozar.

No puede ser. El pequeño era hermano de… ¿ese tipo?

—Ya, ya... todo está bien ahora —dijo, acariciando la cabeza del pequeño con su mano—, pero tú tienes la maldita culpa por moverte de donde estabas. Te dije perfectamente que te quedarás en la banca.

Estaba usando un tono muy rudo para hablarle al pequeño, no obstante... no podía involucrarme. Si en verdad era su hermano, no sería correcto que me metiera y menos después de aquella situación.

La mejor opción que tengo ahora es irme sin iniciar alguna discusión. Así que decidí levantarme e irme de aquí, no quería permanecer más tiempo cerca de este sujeto. Sin embargo, la gélida voz de Derek me detuvo.

—¿ A dónde crees que vas ? No me has respondido qué hacías aquí. No te lo volveré a preguntar.

 

Si de por sí, su voz era lo suficientemente fría para congelarme en el acto. Su mirada lo era mucho más… esos ojos grises penetrantes me observaban como si estuvieran analizando cada movimiento que hacía. Sentía qué, si intentaba irme ahora, él saltaría sobre mí.

—Y-yo… —intenté responder, pero no pude hacerlo.

Su mirada, llena de rabia y con una intensidad penetrante, me provocaba un escalofrío de temor. Aunque sus ojos destilaban furia, no podía evitar sentir una extraña fascinación por ellos, como si estuvieran atrapándome en un torbellino de emociones contradictorias que me dejaban sin aliento. Debo haber enloquecido.

—¿No piensas responder? —preguntó con voz furiosa e irritada.

Sin lugar a dudas esta enojado. Su ceño fruncido, mandíbula tensa y puños apretados, me indicaban que se estaba conteniendo.

—Él... me estaba ayudando a encontrarte —dijo el pequeño mientras se limpiaba sus lágrimas.

Aquel comentario hizo que Derek levantara una ceja de incredulidad y confusión.

—Yo... me acerqué porque él estaba llorando, dijo que se había perdido e intentaba ayudarlo, pero... ya que encontró a su familiar no creo que mi ayuda sea necesaria —expresé con calma.

Derek me observó con los ojos entrecerrados, como si estuviera analizando mis palabras con detenimiento.

—Comprendo… entonces, ¿cuánto quieres? —inquirió

Su pregunta me confundió al principio, pero al ver que sacaba su billetera y empezaba a contar cierta cantidad de billetes, pude darme cuenta de a qué se refería.

—¿Disculpa? ¿A qué te refieres? —pregunté, con un ligero tono de indignación.

—Que cuánto dinero quieres por tu ayuda, quiero agradecerte que hayas intentado ayudar a este tonto.

Su voz seria y fría me indicaba que no estaba bromeando. En verdad me estaba ofreciendo dinero por intentar ayudar a su hermanito.

—Eres un imbécil.

Quería susurrarlo, pero al parecer lo dije más fuerte de lo que pensé.

—¡¿Qué dijiste?! —exclamó con clara hostilidad—. Estoy tratando de ser amable y tú me llamas... ¿imbécil? Deberías estar agradecido de que no te muelo a golpes por lo que me dijiste en la fiesta de Sebastián y ahora ¿me llamas así? O eres muy valiente o lo suficientemente estúpido para no valorar tu vida —espetó enojado, intentando avanzar hacia mí, pero dado que su hermanito seguía aferrado a su pierna no pudo moverse libremente.

Tomé aire para relajarme y no doblegarme ante su imponente mirada, la cual me hacía querer salir corriendo.

—Dije que no entiendo cómo puedes ser tan... —me miró amenazante lo que evitó que completara la frase—. ¿Por qué quieres darme dinero? —cuestioné irritado.

A este punto, el miedo que sentía se había esfumado y sólo me sentía enojado.

—¿Estas de coña? —espetó con una mirada incrédula en el rostro—. Ya te he dicho que quiero agradecerte. ¿Es que aparte de estúpido eres sordo?

—¿Agradecerme? ¡¿De qué?! Si lo dices porque intentaba ayudar a tu hermano… —me percaté que estaba casi gritando, pero al ver el rostro asustado del pequeño di un suspiro y me tranquilicé—… no es necesario. Además, no lo ayudé, sólo me acerqué a él y en ese momento llegaste tú —agregué frustrado.




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