Entre Tinieblas y Anhelos

Capítulo 7

Desperté al escuchar unos toques a la puerta de mi habitación. Tras moverme y estirarme, me levanté de la cama y me acerqué a la puerta mientras frotaba mis ojos.

Al abrir la puerta, vi a Diego claramente pulcro y con su vestimenta usual de los domingos. Me observó unos segundos para luego desviar sus ojos ante mi mirada acusatoria.

—H-hermano, yo… hice el desayuno. Vine a… despertarte para comer juntos —dijo, visiblemente nervioso.

—Diego —llamé, intentando captar su atención—. Diego… —repetí, pero seguía renuente a mirarme—. ¡Diego! —exclamé, haciendo que su cuerpo se crispara y por fin se atreviera a dirigir sus ojos hacia mí.

—S-si… hermano, dime —respondió titubeante.

—¿Acaso piensas que ignorar mi mirada o preparar el desayuno hará que olvide lo de anoche? —inquirí con clara molestia en mi voz.

—N-no hermano. Claro que no, yo solo quise… hacerlo hoy.

—¿En serio piensas que creeré eso? Lo hiciste porque sientes culpa, no me vengas aquí con tus mentiras o me enojaré más —increpé.

Diego abrió los ojos y luego miró al piso mientras apretaba sus labios. Se veía claramente arrepentido, era como ver a un cachorro que estaba siendo regañado por su dueño. A pesar del porte que tiene, me percaté que mis palabras le afectaban en gran medida.

—Tienes razón, hermano. Lo hice porque me sentía culpable —dijo, aun con la mirada en el piso—. Lo lamento, te mostré una faceta vergonzosa de mí, estoy avergonzado —agregó.

Parece que estaba verdaderamente arrepentido. Si es así creo que no hay necesidad de reprenderlo tanto como tenía planeado. Sólo agregaré algo más y eso será todo.

—¿Sabes lo peligroso que es beber de esa forma? Apenas tienes 18 años y ¿ya estas por volverte un alcohólico?

—¡No! Por supuesto que no, lamento que mi hermano haya tenido que ir a buscarme por haber estado en esas condiciones —comentó, fijando su mirada nuevamente en mí —. Yo… me excedí, estaba emocionado hablando sobre… ah… no. Perdón, no volverá a repetirse.

Si bien cortó lo que estaba diciendo, sé que estaba por decir. Según las palabras de Gabriela, se había excedido al beber por estar hablando sobre mí y lo feliz que estaba de tenerme de hermano. No podía enojarme con él por eso. Creo que hasta aquí es suficiente.

—Bien —suspiré—. Si has recapacitado y sabes que lo hiciste mal, entonces no te regañaré más. Espérame en la sala, en unos minutos bajo.

—S-sí. Gracias, hermano —sonrió alegre y rápidamente se fue, corriendo por las escaleras.

—¡No corras por las escaleras! —exclamé, pero Diego ya había terminado de bajar.

Ese chicho tonto. En fin, no hagamos de esto un problema grande, si ya ha recapacitado no hay nada más que hacer.

Tras darme una ducha rápida y vestirme, baje al comedor. Diego había preparado unos wafles con jarabe de arce. Le dije que no volviera a beber tanto y luego de volver a disculparse dijo que se mediría la próxima vez.

Me preguntó si había sido yo quien lo había desvestido para dormir, le respondí que sí y parece que quiso hacer alguna broma al respecto, pero al ver mi mirada seria se abstuvo de ello.

Luego del desayuno, subí a mi habitación y empecé a estudiar las materias que me faltaban. En algún punto mi mente se puso a divagar y recordé el encuentro que tuve con Derek cerca de la plaza Ciare. Fue una extraña coincidencia, él era totalmente una persona extraña. A pesar de esa aura de chico petulante que tenía, de alguna forma sentía algo de curiosidad por él, no lo entendía. Sin embargo, lo mejor sería ignorarlo, dado que no creo que me lo vuelva a encontrar.

Estudié por 2 horas más y bajé a hacer el almuerzo para papá y Diego. El almuerzo se desarrolló de manera habitual: Mi padre hablando con Diego y yo solo dando respuestas cortas ante las menciones que hacía este último para participar en la conversación.

Luego del almuerzo, papá se encerró en su despacho y Diego salió a casa de su novia. Lo más probable que fuera a recoger su motocicleta. Por mi parte, había subido a mi habitación y repasé algunas cosas adicionales. Sergio me había enviado algunos mensajes para preguntarme si me encontraba bien, le respondí que sí y que, si estaba en sus andanzas, se cuidara mucho. Su respuesta fue un sticker de un joven en 3D que tenía unos gafas negras y decía “ya tú sabes”.

Sergio es todo un personaje. A veces me preguntaba… si yo tuviera un poco de su personalidad alocada e indiferente a los problemas, quizá yo no sería como soy. Tal vez y solo tal vez, podría darme una oportunidad para dejar todo atrás y vivir como un chico normal.

Aunque… jamás podría hacer eso. Estiré mi mano y abrí el pequeño cajón de mi velador, donde había dejado la fotografía. La tomé entre mis dedos y vi el rostro de mamá, el verla y acariciar esta fotografía era mi único consuelo y mi más grande dolor. Un claro recordatorio de que mi existencia era el causante de todo, quizá… desde un principio yo no debí…

El toque de la puerta me sacó de mis pensamientos depresivos y caminé en automático hacia ella, pero justo cuando estaba girando la perilla, mi menté reaccionó. Diego aun debía estar en casa de su novia, por lo que la única persona que podría estar tocando ahora es… papá.




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