Enzo Vitale

|Capítulo 12|

Enzo Vitale

—No, me niego a aceptarlo, Enzo. Es un asunto serio, no puedes casarte con esa chica. Es un error. —Solto Donato enojado.

—Hermano, soy lo suficientemente mayor como para no tener que pedirte permiso para tomar mis propias decisiones. Y no, no es un error ayudarla. —Me arrepiento en este instante de haber reunido a mis hermanos y de haberles contado. Jamás les he ocultado nada; siempre hemos confiado los unos en los otros. Sin embargo, la actitud de Donato me molesta. No le estoy exigiendo nada, solo comprensión o, al menos, respeto por mi decisión. No es mucho pedir. Cara permanece sentada, con las piernas cruzadas y la atención puesta en ambos. Por ahora, no ha lanzado uno de sus famosos comentarios, aunque los esperaba.

—Enzo, como tu hermano mayor, se supone que debo buscar lo mejor para ti. No tomes mi opinión como un ataque. Puedes ayudar a esa chica de otras maneras, consíguete un buen abogado, dale algo de dinero… o mejor aún, que busque a otra persona para casarse. —La sugerencia de que Marie se case con alguien más me provoca una molestia profunda.

Cara carraspea.

—Señor Vitale, ¿no será que tienes un problema solo porque la chica es pobre?

—¿Qué? Parece que no fueras mi hermana. ¿Acaso no me conoces? Su condición social no es ningún problema. Lo que me preocupa es la idea precipitada de una boda. Me preocupa mi hermano. No sabemos qué tipo de personas son la familia de ese niño, Enzo. Podrías meterte en un lío que ni siquiera te incumbe.

—Por favor… ¿Qué pasa, Enzo? ¿Ese niño es acaso familia de algún rey, presidente o mafioso? —indago cara con un tono perspicaz.

—Hermana, no lo sé…

—Independientemente de quiénes sean sus familiares, cuentas con mi apoyo para la boda. Es más, yo misma la organizaré. —Sonríe levemente. No me lo esperaba de Cara; pensé que se pondría a la defensiva, pero ha sido todo lo contrario. Tal vez hoy todo esté al revés.

—¿Te estás escuchando, Cara? —le reclama Donato. Vuelvo la mirada hacia ellos.

—Ajá, no sufro de sordera progresiva todavía. Te voy a regalar un consejo, deja que Enzo decida. Él sabe lo que hace. Si no lo apoyas, está bien, nadie te va a obligar. Pero respétalo y dale un voto de confianza.

—Mmm… ¿Puedo saber por qué no estás del lado de Donato? Esa reacción no la esperaba de ti. —La señorita Vitale Bianchi no me engaña tan fácilmente.

—Digamos que así aleja a Rebecca. Prefiero verte casado con una extraña antes que con alguien de apellido Clark.

—Debí suponerlo.

Un ocho por ciento de su apoyo tiene que ver con que espera que Rebecca se resigne a tener algo conmigo. Pero supongo que, después de dejarle las cosas claras anoche, sus intentos por insistir van a acabar. Me siento un poco mal, porque fui duro con ella, pero también pasó su límite. Es mejor así que mantenerle una ilusión que no le hace bien.

—Lo sensato sería no casarse con nadie —insiste mi hermano—. Si insistes en esa farsa, no contarás con mi presencia.

—Por favor, Donato, como si tu presencia fuera a aportar algo más que eso. —Se burla mi hermanita.

—Déjalo —le digo a Cara. Luego, dirijo la atención a él—. Ni creas que voy a insistirte. Me duele que no confíes en mí, pero no estoy tomando esta boda como un beneficio personal. No busco ningún provecho. Es simplemente una ayuda, y a nadie se le niega, menos a una madre al borde del desespero. —Su actitud me duele, viniendo de alguien en quien confío, pero eso no me hará dar marcha atrás. Miro mi reloj de mano—. Luego regreso, tengo un asunto que resolver. —Cruzo la mirada con Donato. Sigo decepcionado. Me acerco a Cara, le dejo un beso en la mejilla y me retiro.

Llego a casa. Todos mis sentidos se enciende al verla de pie, esperándome. Guardo las llaves en el bolsillo derecho. Me acerco con pasos lentos. Su olor natural me produce una dulce calma que no siento con nadie más.

—Señor Enzo…

—Llámame Enzo —abre sus finos labios rosados, seguramente para refutarme—. Seré tu esposo, no puedes seguir llamándome "señor" o algo demasiado formal. —Asiente con sumisión, y eso no me agrada. Por fin alcanzo su espacio personal y tomo su mano en un acto atrevido.

Siento ráfagas de electricidad recorrerme el cuerpo. Juro que se siente demasiado bien. Atraigo a Marie conmigo al sofá.

—Como te dije por teléfono, me voy a casar contigo. Estuve analizando varios puntos que necesitaba discutir. Pensé en la historia falsa de nuestra supuesta relación.

—Señor… perdón, Enzo. Si no quieres casarte conmigo, dímelo. No quiero causar molestias a nadie.

—No, no, Marie, ¿de dónde sacas eso? Nunca haría esto por lástima. Detesto que alguien actúe así conmigo. Esto lo hago por tu hijo, por ti. Quiero volver a verte sonreír, devolverte algo de felicidad. —Lágrimas bajan despacio por el hermoso rostro de mi chica del servicio, quien pronto será mi esposa.

Solloza suavemente—. Lo siento…

—Deja de pedir disculpas —muerde sus labios, y apuesto que va a disculparse otra vez. Saco un pañuelo. No me importa que se oponga; limpio su rostro como si fuera el cristal más valioso del universo.

Ella se sonroja y baja la mirada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.