Érase una vez una chica y su gato naranja

PArte 3: Chicas y jardines

Esa mañana llevó a Weasley al jardín, tenía pocas flores y la verdad estaba muy descuidado en todo sentido, el gato se subía en un balde virado y parecía el rey del mundo, ella sacó su móvil y le tomó una foto y sonrió.

—Tenemos que hacer algo.

Comenzó por levantar lo innecesario como palos, bloques y plásticos, Weasley intentando meterse en la bolsa que estaba llenando.

—No, muchacho, no.

Salió corriendo y su madre se asomó.

—¿Qué haces?

—Limpiando.

Eso sorprendió a Adela que enseguida le dijo:

—Eso es nuevo.

—Este jardín no es lindo y quiero que se vea bien.

—¿Por qué?

Su madre parecía no entender y le explicó:

—Tenemos un gato, es necesario que tenga un lugar seguro —tomaba un palo con un clavo—, ya es hora de poner lindo todo.

Adela comenzó a ayudarla y sacaron todo lo que no servía, cuando vieron el espacio, no se veía del todo bien, había maleza decorando el entorno y su madre estuvo de acuerdo.

—Tienes razón, esto se ve mal.

El gato corría tras una funda plástica y saltaba intentando cogerla al vuelo, pero no daba y caía rodando al suelo.

Comenzaron a comprar plantas y para distraer a Weasley lo llevaba en un transportín en donde el gato asomaba la cabeza por el orificio que se había diseñado para la mascota y veía el entorno maravillado, parecía un pequeño león y todos se detenían a verlo.

Adela elegía los maceteros y las plantas, mientras su hija buscaba la famosa hierba gatera y se sorprendió de ver a Gabriel cerca. Él se acercó a ella con una perfecta sonrisa y observó a Weasley.

—Hola, vaya esta más grande.

—Hola, Gabriel.

—Hola, estoy trayendo matas de hierba gatera, justo ahora.

Estaba en todos lados y ella sonrió, entonces le comentó:

—Iba a comprarle una matita, para el jardín.

Gabriel sonrió y le preguntó:

—¿Tienes un jardín?

—Sí, no es muy grande y lo vamos a adecuar ahora.

—Puedes llevarle hierba gatera para que coma y además otra matita para dentro de casa.

Ella sonrió y compró dos, estaba llena de curiosidad y le preguntó:

—Te topé el otro día en la tienda, luego en la veterinaria y ahora aquí.

Gabriel le explicó entonces:

—Mis padres son dueños de la tienda, mi familia tiene una pequeña finca orgánica, colaboro llevando a los negocios que piden lo que cultivamos.

Era sorprendente, entonces continuó con su explicación.

—Mi tío tiene la veterinaria y me da un chance para ganarme unos centavos allá. Tal vez me anime a ser veterinario, uno nunca sabe.

Era un chico emprendedor, una rara especie, sin duda, entonces le escuchó decir.

—Cuida de Weasley.

—¿Te acuerdas de su nombre?

—Claro, siempre.

Weasley miraba todo pesarosamente y veía el interés de las personas en su imagen: Soy como dios, me admiran, se dijo.

Adela miraba la sonrisa radiante de su hija, parecía que había sido iluminada por el sol, vio al joven alejándose y ella allí como una estatua encantada y se acercó:

—¿Es tu amigo?

Saltó en su puesto y miró a su madre junto a ella.

—Se ve un buen chico.

—Es, es ayudante del veterinario.

—Ah.

Volvieron a casa con las plantas y tierra, abono y comenzaron a trabajar en el pequeño jardín.

—Amo las hortensias, podríamos poner algunas, dicen que son símbolo de abundancia.

Salma la miró y le respondió.

—Creo que los gatos son mejores para eso.

—Puede ser, cariño —entonces, mientras colocaba la tierra en el espacio comentó—, mi madre solía decir que las flores son el alma de una casa.

La joven reflexionó en lo dicho y comentó:

—¿Por qué nunca las tuvimos antes?

Adela sabía la respuesta: su alma estaba dolida, sola, sentía que nada podía sacarla de ese hoyo hasta ese día del bingo.

—¿Sabes? Solía ir con Susana al bingo, me gustaba su compañía.

Vio la tristeza de su hija y comentó:

—Pero, el agua corre y la gente se va de tu vida para que venga nuevas personas a la misma.

Eso era un ciclo inevitable y le dijo a su madre.

—¿No podemos ser hongos venenosos toda la vida?

—Me temo que no, mi jefe, el señor Montreal, es un hombre muy solo, demasiado solo desde que murió su esposa, pero sale los fines de semana a buscar aventuras.




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