Katherine Arismendi llegó a su edificio residencial después de una agotadora mañana. Aparcó su moto en el estacionamiento subterráneo y se dirigió al ascensor, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Mientras subía al último piso, su mente daba vueltas en torno a la complicada situación en la que se encontraba.
Al entrar en su espacioso penthouse, una sensación de soledad la invadió. Buscó su teléfono y se aseguró de conectarlo al cargador antes de dirigirse a la cocina. Abrió el refrigerador y comenzó a preparar un almuerzo sencillo, tratando de calmar su mente agitada.
Después de comer, Katherine se sentó frente a su computadora portátil y marcó el número de su amigo, Erick. La llamada fue respondida rápidamente.
—Hola, Kate —saludó Erick con una nota de preocupación en su voz—. ¿Qué sucede? Puedo escuchar la tensión en tu voz.
—Erick, necesito tu ayuda —dijo Katherine, su voz temblando ligeramente—. Aún no se ha resuelto el asunto de la adopción de Lia. La situación se ha vuelto aún más complicada.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó Erick, su tono ahora serio y preocupado.
—Resulta que el benefactor de la casa hogar donde estaba Lia es, en realidad, su padre biológico —explicó Katherine, sintiendo una punzada en el corazón—. Lia lo reconoció y lo contó.
—¿Matthew Smith? —Erick soltó un silbido—. Eso sí que es un giro inesperado. ¿Cómo supo Lia que él era su padre? Daphne nunca hablaba de eso con nadie.
—Eso es lo que me tiene perpleja —admitió Katherine—. Lia dice que lo vio en la televisión y que tú le dijiste que debía contarle que era su padre. Ahora, Matthew Smith está decidido a reclamar su custodia.
—Ambos pasaron por situaciones traumáticas —murmuró Erick, recordando la amistad de toda la vida que había compartido con Daphne, la madre de Lia—. Pero Lia siempre ha sido una niña curiosa. Probablemente, estaba escuchando cuando pensábamos que estaba dormida. Tengo todo listo y hoy en la noche vuelo de regreso.
Katherine asintió, sabía que Erick podía verla. La idea de que Lia hubiera estado al tanto de sus conversaciones privadas la hacía sentir incómoda.
—Tengo suerte de que estés disponible —dijo Katherine, sintiendo un alivio momentáneo—. Necesito tu apoyo en este momento. Y, para ser honesta, también necesito compañía. Me siento tan sola aquí, sin ellas.
—Por supuesto, iré a tu casa —dijo Erick, su voz cálida y reconfortante—. De hecho, es una buena oportunidad para hacer algunos arreglos en mi propia casa. Volaré de regreso esta noche y nos veremos mañana.
—Gracias, Erick —dijo Katherine, sintiendo una ola de gratitud—. Realmente aprecio tu ayuda.
—Nos vemos mañana, Katherine —dijo Erick, y cerró la videollamada.
Katherine cerró su computadora portátil y se levantó de la mesa, sintiendo una mezcla de emociones. Por un lado, estaba agradecida por tener a Erick como amigo y saber que vendría a ayudarla. Por otro lado, la situación con Lia y Matthew Smith era intrincada y llena de incertidumbre.
Mientras se dirigía a su habitación para buscar su teléfono y llamar al abogado, la mente de Katherine daba vueltas en torno a los eventos recientes. ¿Qué había llevado a Daphne a ocultar la identidad del padre de Lia? ¿Y qué significaba esto para el futuro de la niña?
«Todo estará bien», se dijo a sí misma, tratando de aferrarse a la esperanza. «Con Erick a mi lado, encontraremos una manera de resolver esto».
—Hola, señorita Arismendi—saludó Leonardo, el abogado, al responder la llamada. Su voz transmitía una mezcla de profesionalismo y amabilidad.
—Hola, Leonardo—respondió Katherine, su voz cargada de urgencia—. Necesito hablar contigo sobre el proceso de adopción de Lia. Han surgido algunos contratiempos y me preocupa que puedan afectar nuestro caso.
Katherine era una mujer fuerte y determinada, pero en ese momento, la preocupación se reflejaba en su tono de voz.
—Lo entiendo, Katherine —dijo Leonardo—. Estoy haciendo todo lo posible para acelerar el proceso. Pero, como bien sabes, los casos que involucran a menores son más complejos y delicados. Además, tu situación financiera y el hecho de que hayas hipotecado tu departamento para el tratamiento de tu amiga no ayudan.
Katherine suspiró. Sabía que sus circunstancias no eran ideales, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario por Lia.
—Lo sé, Leonardo. Pero te llamo porque ha surgido otro problema que podría complicar aún más las cosas—explicó Katherine, su voz temblorosa—. El padre biológico de Lia ha aparecido y quiere reclamar su paternidad y custodia.
Un momento de silencio siguió a sus palabras, como si el abogado estuviera procesando la gravedad de la situación.
—Eso sí que complicará el proceso —concedió Leonardo—. A menos que podamos demostrar alguna forma de irresponsabilidad o negligencia de su parte. ¿Hay algo que podamos usar en ese sentido?
Katherine bajó la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.
—No—murmuró—. Él no sabía que tenía una hija. En cuanto se enteró, dejó claro que está dispuesto a hacer lo que sea necesario por Lia. Es un buen hombre y un padre amoroso.