—Amor de mi vida. Tesoro de mi corazón, como te extraño mi bebé.
Sip, esa es mi madre, muy difícil de adivinar, ¿verdad?
—Hola mamá.
—Dime, Elizabeth, ¿cómo está todo por allá? ¿Estás bien?
—Si, todo por acá está perfecto—suspiro—. Estoy bien, gracias. ¿Y ustedes como están por allá? —Mamá inhala profundamente. Esa es una muy mala señal, algo le molesta—. ¿Está todo bien, mamá? ¿Qué es lo que pasa?
—No es nada, mi bebé. Lo que pasa es que tu papá y tu hermano me sacan de mis casillas, más tu hermano que siempre está dándome la contraria y ama hacerme enojar. Ya sabes, lo mismo de siempre. ¿Puedes creer que salió una vez por su ventana? Es increíble, yo pensando que estaba en su cuarto, pero no, el muchacho salió a escondidas. No sé qué haré. Estoy que me vuelvo loca.
Ruedo mis ojos y sonrío.
Ahora entiendo por qué a Caleb le "dolía" tanto que no estuviera en casa. Era más para su beneficio que otra cosa, no era porque verdaderamente me extrañara.
—Tranquila, madre. Sabes que Caleb ya es mayor como para valerse por sí mismo. No hay necesidad de que estés encima de él a cada momento.
—Él vive en mi casa, Elizabeth, por lo que debe acatar mis reglas. No me importa si ya tiene la edad suficiente, es mi hijo y siempre estaré encima de él.
Creo que mamá tiene demasiadas cosas por soltar. Pero sé que terminará molestándose más, así que mejor cambio el tema para calmar las aguas.
—¿Sabes que es lo que me ha pasado aquí en Londres?
Cuando del otro lado de la línea se queda en silencio total, sé que he captado la atención absoluta de la mujer que amo.
—No esperes a que te diga que me cuentes, niña. Suelta ya la sopa—dice con un poco de desesperación.
Suelto una gran carcajada. Eso nunca falla.
—Vaya, madre, ¿quién diría que te gusta el chisme?
Y así es como paso la mañana, hablado de todo, con la señora Blair.
* * *
Observo mi reloj de pulsera.
5:15 pm...
5:20 pm ...
5:30 pm...
6:00 pm...
Tomo un respiro profundo y cierro mis ojos.
Estoy que muero de los nervios, esto de las citas, definitivamente no es lo mío.
—Vamos, pequeña Lizzy. No hay que desanimarse tan rápido. Si dijo que quería verte es porque verdaderamente lo hace.
Miro a la rubia que está en frente mío, con sus brazos cruzados.
—Tienes razón, Alice—termino por soltar el aire que estaba reteniendo —. Jamás acordamos una hora. Así que... —Me encojo de hombros.
—No hay que poner esa cara cariño. Dale créditos al hombre, está haciendo toda la cosa del suspenso. ¿Quién dice que no te está preparando una cena romántica a la luz de la luna? —sube y baja sus cejas.
Suelto una pequeña risita. Amo a esta mujer, siempre me está haciendo reír, aun cuando no es el momento adecuado.
—¡Pensamientos negativos fuera!
Grito alzando mis manos al techo, demostrando el radical cambio de humor que he tenido, gracias a las palabras de la sabia chica rubia.
—Así se habla, pequeña Lizzy. No dejes que esta noche maravillosa, se arruine por cosas tontas. Hay que tener siempre positivismo—al terminar de decir esto último, Alice me guiña su ojo derecho. Lo que me hace pensar que, o está tramando algo o sabe algo que yo no.
Me le quedo viendo con mis ojos entrecerrados, meditando algunas posibilidades que podrían pasar estando ella de por medio. Y cuando se da cuenta de mi escrutinio abre los ojos de par en par y levanta las manos.
—Soy inocente de cualquier cosa que se me acuse. No tienes pruebas de nada. El acusado es inocente hasta que se pruebe lo contrario. Tengo derechos, y no puedes violarlos. Me declaro totalmente inocente. Llamaré a mi abogado—toma su celular de la mesilla de noche y hace una llamada—. Te necesito aquí. Ahora. —Cuelga.
Eso ha sido totalmente extraño.
Mis sospechas aumentan.
—¿A quién has llamado?
Ella se mantiene en total silencio, ni siquiera parpadea.