No puedo quitarme de la cabeza lo que ha pasado ayer. Creo que me he quedado sin uñas por darle tantas vueltas al asunto, mi cabeza está trabajando en un buen argumento, uno que de verdad no lastime mi corazón y que me haga creer que definitivamente Joey no está ocultando nada de mí, ¿por qué? bueno, lo presiento, y digamos que cuando eso ocurre no es nada bueno lo que viene después. Pero él no es como Dou, él es tierno y atento conmigo, siempre busca hacerme sonreír y no sería capaz de ocultarme algo importante, ¿verdad? Porque se supone que de eso se trata las relaciones, ¿no? el apoyarse mutuamente y nunca tener secretos entre ellos. Pero sobre todo se trata de la confianza.
Confianza Elizabeth, necesitas confiar en él y cuando sea el momento adecuado te dirá todo, ya lo verás, no hay necesidad de que te tortures ahora con esto. Él no es Dou, ¿recuerdas?
Sí, de acuerdo, necesito confianza... confianza, necesito confiar en Joey si quiero seguir adelante y superar mis miedos. Aunque me carcoma la curiosidad por dentro, necesito avanzar. Bien, puedo hacer eso, puedo confiar... sí, yo puedo hacerlo.
—¿Estás lista, niña?
El llamado de Dani me espabila y esfuma mis pensamientos.
—¿Lista para qué? —peino mi cabello hacia atrás, ya que algunos obstruyen mi vista de la pelinegra.
Esta deja de mirarse en el espejo de cuerpo completo y voltea a verme. ¡Rayos! Aquí vamos de nuevo, le encanta ser dramática.
—No has escuchado nada de lo que hemos estado hablando, ¿cierto?
En ese momento entra la loca de la rubia en todo su esplendor, como siempre cuando se trata de ella, siempre acaparando la atención de las personas
Río con ese pensamiento.
—La chica ha estado ocupada pensando en su hermoso bombón, por lo que no puede estar concentrada en nada que no lo involucre.
—Eso no es cierto—miro a Alice recriminadoramente mientras ella lo hace con burla.
—Si no es cierto dinos entonces lo que estábamos hablando hace 10 segundos, Lizzy.
Abro mi boca y la cierro tratando de recordar algo, lo que sea que se haya quedado en mi mente, pero... no llega nada. No puedo creer que mi mente se haya quedado completamente en blanco. La Miss solo aparece cuando no se le llama, pero cuando verdaderamente necesito que asome su chismosa cabeza se desaparece. Grandioso.
—¿Lo ves? —me señala remarcando su punto—, la niña no es capaz de decirlo, al parecer, no somos dignas de su atención.
Cuan dramática es la gente hoy en día, caray.
—Bueno, ¿me dirán entonces qué es lo que estaban hablando o seguirán riéndose de mi falta de memoria?
Aunque debo admitir que me da algo de miedo enterarme porque cuando estas dos se juntan, nunca sale nada bueno. Como la fiesta pasada, estuve a punto de morir gracias al policía que me apuntaba con esa cosa horrorosa, y eso fue consecuencia de que ambas estaban en el mismo espacio-tiempo, lo sé.
Ambas bufan. Hasta para esas cosas están sincronizadas.
—Verás...—habla Danielle, sentándose a mi lado en la cama.
—Hemos estado hablando de hacer algo las tres juntas, Lizzy— continua Alice, parándose en nuestro frente.
—Ah, ¿sí?
—Claro que sí. Siempre que hemos salido lo hemos hecho con Dave—Dani me habla con ternura, como si fuera una niña pequeña que necesita explicaciones claras, precisas y concisas.
Me siento tonta.
«Bueno, hablando de eso, lo eres.» Mi conciencia lo dice mirándose las uñas con demasiado interés y dramatismo sin falta.
Vaya hora de aparecer.
Ella solo se encoge de hombros restándole importancia a mi comentario y alejándose sin más.
¿Tan aburrida soy que hasta mi conciencia huye de mí misma? Vaya cosa, y me vine a enterar hasta ahora.
—No es que no nos guste su compañía o sus comentarios fuera de lugar—ahora resulta que hablan juntas. Tenebroso—, pero necesitamos también tiempo de chicas. Ya sabes, hablar de ropa, hombres, música, maquillaje, hombres, sangre, toa...
Me levanto como resorte de la cama y hago movimientos con ambas manos.
—Bien, bien, bien, entendí—ambas ríen de mi cara de espanto, seguro—. No hay necesidad que continúes por ese camino y seas tan explícita. Es algo que me gusta seguir manteniendo en privado, gracias.
—¿Entonces? —continúa la pelinegra—. ¿Eso quiere decir que tenemos luz verde con los planes?