Joey me lleva al parque donde su hermano se había escapado y perdido. Aquel lugar que me cautivó con su esplendorosa belleza, donde conocí por primera vez, la réplica exacta y en miniatura de mi ojos bonitos, Kieffer, el pequeño de cinco años que robó mi corazón en un instante.
Nos sentamos frente al lago y nos mantenemos uno a lado del otro, solo observando nuestro alrededor, pero tomando nuestras manos. La única parte de nuestros cuerpos que se tocan.
—¿Eres consciente de que, todo este tiempo te has mantenido retraída, Elizabeth?
Pierdo mi enfoque a mi alrededor y me concentro en su voz.
Mi piel se enchina por su pregunta.
¿Qué si me he dado cuenta, dice? Si es en lo único que llevo pensando desde que Caleb estuvo en estos rumbos. He peleado conmigo misma para no salir atormentada, y dejar las cosas como están, en paz y tranquilidad. Pero tal parece como si hiciera todo lo contrario. No quiero envolverme en sucesos pasados, pero todo el tiempo transcurrido, no parece haber funcionado para nada.
Que el tiempo cura las heridas dicen. Já. Pregúntenmelo a mí, y les diré que quien dijo esa bobada no sabía exactamente de lo que estaba hablando. Han pasado ya casi dos años de todo, y mi mente me había engañado, haciéndome creer que había superado todo. Pero solo necesité escuchar un solo nombre junto con la palabra ‘volver’ para resquebrajarme nuevamente.
Lo siento, Joey, te he escuchado claramente, pero simplemente no puedo contestar tu pregunta.
—Quiero ser sincero contigo, ¿de acuerdo? Así que espero que tu también lo seas conmigo.
Inconscientemente asiento.
» Llevamos, ¿cuánto conociéndonos, realmente? Y ninguna vez nos hemos tomado el tiempo para hablar de nosotros. Creo que nuestros temas principales siempre le han dado vueltas, pero no se han enfocado en nuestra persona. No conozco siquiera tu color favorito, Elizabeth, ¿cómo puede ser eso posible?
Sus palabras son tan ciertas, que me duele admitirlo. No he querido que conozca nada de mí. Yo no he insistido y él no me ha presionado. Y eso, es algo que agradezco secretamente. Pero ahora, tal parece que causa cierto conflicto.
—Azul.
—¿Qué?
Suspiro.
—Mi color favorito. Azul, —como tus ojos, quiero añadir. Pero mejor guardo ese dato para mí.
Joey resopla fuertemente, lo que me hace encogerme de hombros.
Me da una pequeña sonrisa de lado, pero esta vez, ella no tiene ese brillo característico. Haciéndome sentir mal y culpable al mismo tiempo, por no poder hacer nada para que sonría de la manera que me encanta.
Me encantaría poder contarle, abrir mi corazón a él y que conozca mi más profundo secreto, pero, sencillamente, es como si mi pasado cerrara mi boca a la fuerza, y no me dejara contar nada. Creo que interiormente, tengo miedo que se dé cuenta de lo que fui capaz de soportar, y me mire decepcionado. No soportaría eso de Joey. Él ha sido mi ancla todo este tiempo, y no me gustaría que eso cambie. Pero, no puedo. Simplemente no puedo, no aún.
—¿Recuerdas aquella primera o segunda vez que nos vimos? Cuando quiso darte un ataque de pánico en mi coche cuando volvíamos de con el médico. Aquella vez te pregunté si querías hablar de lo que estaba pasando, de lo que te había marcado de esa manera — inspira profundamente—. La manera en la que me viste partió mi corazón. Es como si me pidieras a gritos que no me inmiscuyera, que me mantuviera a la distancia, sin pasar tus límites. De esa misma manera te has mantenido mirándome estos últimos días, y no, no me gusta para nada. Estamos en una relación, y tenemos que conocer todo de nosotros, tanto lo bueno como lo malo. Quiero conocer tus sueños, Elizabeth, tus anhelos. Lo que hay en tu corazón. Lo que causa tu alegría, pero también tu tristeza.
Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Cómo es que hemos llegado a esto? Hace no más de veinte minutos, me tenía fuertemente abrazada, diciéndome las más hermosas palabras. Pensé que todo estaba correcto.
Parpadeo rápidamente para alejar el agua en mis ojos. No quiero que Joey note lo mucho que sus palabras me afectan.
—Así que yo comenzaré con eso, ¿está bien? No quiero que te sientas presionada ni forzada a contarme algo que no quieres. Pero yo… tan solo quiero que confíes en mí y que no me mantengas más a la distancia. —Se acerca a mí lo más que puede, y como si viera que necesito de su tacto para sentirme conectada a él, acaricia mi mejilla con una gran ternura—. Por favor, lindura. Déjame conocerte. Más de ti.