—Oye, Eli, iremos a una fiesta en la tarde, dile a Dou y allá los vemos, ¿está bien? —tan solo asiento. No quiero que note mi nerviosismo—. Necesitas salir, llevas tiempo encerrada en tu cuarto y ya no sales con nosotros a ninguna parte. ¿Hicimos algo malo, amiga?
—No... no, no, para nada. Todo está bien.
Mentira. Vil mentira.
Todo está pésimo.
—Te noto diferente, Eli. Desde un tiempo para acá te he notado retraída, triste, y muy despistada, eh—ríe en esa última parte. ¿Qué es lo gracioso en esto? ¡No hay nada gracioso aquí!
¿Que acaso nadie nota lo que realmente está pasando? ¿Nadie nota que me estoy quebrando, que estoy muriendo, que me desangro, poco a poco?
No, nadie nota ni una mierda pisada.
Todos son ciegos. Malditos invidentes.
Son ciegos, como yo, que no vi noté nada al principio. ¿Por qué no me di cuenta antes? Ahora ya es tarde... es demasiado tarde.
—No, Ross, todo está bien. Solo que me siento demasiado presionada con la escuela y los proyectos. Ese último que nos acaba de dejar la señorita Temple ha sido todo un martirio. Está horrible—Ross sería más tonta que yo si no nota la mentira del tamaño del Everest que acabo de decir. Soy demasiado mala para mentir, por Dios.
Aprieto los libros contra mi pecho. Tengo que aferrarme a algo, siento que voy a reventar, y eso no puede ocurrir.
La carcajada que suelta me confirma que sí, es más tonta que yo.
—¡Hola, chicas! —Gingell viene corriendo por el pasillo, y cuando llega a nosotras nos besa a ambas en la mejilla. Y ese acto, tan pequeño me hace torcer mi boca en una mini sonrisa. Vaya, una sonrisa ahí—. Hey, Eli...
—Hey, Gi, qué tal estás.
Trato de sonar normal, como la vieja Elizabeth.
—¿Justo ahora?
—Sí.
—Bueno —resopla—. Si me hubieras hecho esa pregunta diez minutos atrás te hubiera contestado un "bien", pero justo ahora que acabo de ver a tu chico sin camisa te contesto con un "hiper—mega feliz". Ese hombre está demasiado bueno... y caliente.
Si me hubieran preguntado siete meses atrás qué pienso de eso, les hubiera contestado un "tiene razón es demasiado caliente y todo mío". Pero justo ahora, que he visto al verdadero Dou, contesto con un "no sabes lo que dices."
—Y hablando del rey de roma.
Levanto mi mirada hacia delante y tiemblo al corroborar las palabras de Ross. Dou se dirige en nuestra dirección. Su rostro luce radiante, lo que me da un indicio de su estado de humor, que en su mayoría es bueno, por la sonrisa tan amplia que se carga. Me permito soltar un poco de la tensión que me aborda.
—Hola, chicas—Las saluda con un beso en la mejilla a cada una, igual como lo hizo Gingell en su momento—. Hola, amor.
Y sus palabras son acompañadas por sus manos tomando mi rostro y levantándolo para recibir sus labios. Sin importarle el que las chicas estén a nuestro lado me da uno de esos besos que antes hubiera hecho temblar mis rodillas, pero que ahora solo me causa una gran repulsión. Pero de igual modo le correspondo, no quiero ser la causante de que su buen humor se vaya por el caño.
—Vamos, mi hermosa, necesito decirte algo importante.
Ignorando las tontas risas provenientes de mis amigas, lo sigo.
* * *
—¿Me estás diciendo que te irás por un tiempo fuera del país?
No puedo evitar que una gran esperanza y una gran emoción me inunden completamente.
—Es exactamente lo que dije.
Para ponerle más dramatismo al asunto, dejo que mis brazos envuelvan su cuello. Esta es mi despedida para él. Y espero, realmente, que sea para siempre.
—Entonces cuídate mucho, Dou.
—Lo haré, mi hermosa, pero espero que esa no sea una despedida, porque vendrás conmigo.
Y es ahí cuando la luz que comenzaba a ver al final del túnel, se comienza a emborronar y apagarse.
—¿Qué?
No, no, no, no, no, no.
—Vendrás conmigo.