—¡FELÍZ CUMPLEAÑOS!
—¡Oh por Dios! —cubro mi boca con asombro. No me esperaba esto.
Alice me toma de los hombros y me empuja dentro de la casa de Dave, ya que estoy tan asombrada por esto que no soy capaz de mandar ninguna señal a mis extremidades para que se muevan. Cuando me encuentro dentro de la habitación, soy inundada de abrazos y tantas felicitaciones, que por un momento me siento mareada. Pero, me basta ver a tres personitas, para dejar todo y a todos de lado y dirigirme hacia ellos.
—¿Mamá? ¿Papá?
—Hola, mi cielo. Feliz cumpleaños —ahí es cuando los brazos de mamá me envuelven, cuando puedo sentirme en casa nuevamente. La abrazo de vuelta, haciéndole saber cuánto la había extrañado—. Ya eres toda una mujer—solloza. Sí, ya decía yo que se estaba tardando demasiado con sus comentarios, pero sin reprocharle nada, la abrazo aún más fuerte, si eso es posible.
—Bueno, bueno, no la desgastes que aún falto yo de felicitarla, Steff, cariño —mamá hace caso a la petición de papá y a regañadientes me deja ir, pero claro, no sin antes escuchar cómo se suena la nariz. Iugh, asqueroso—. Oh, mi niña, feliz cumpleaños.
—Gracias, papi.
—Bueno, ya que veo que no la sueltan, me uniré— sonrío al escuchar a Caleb, y segundos después, puedo corroborar sus palabras porque siento como nos abraza a ambos, y soy aún más feliz, cuando mamá se une a nosotros también.
Mi corazón salta de felicidad al poder mirar a mi familia completa.
Aquí estamos los cuatro, unidos en un abrazo, compenetrados en un mismo sentir. Amándonos no por el simple hecho de ser familia, sino aún más allá, porque hemos aprendido que las situaciones difíciles te unen más a la gente que amas. Es como una prueba de fuego por las que son pasadas las personas, y solo las verdaderas, logran salir vivas y victoriosas, demostrándote así, su amor incondicional y su apoyo verdadero. Es por ello que agradezco infinitamente el tenerlos a mi lado, no solo cuando pasaba por aquellos momentos oscuros de mi vida, levantándome al ánimo y ayudándome a salir adelante, sino que también agradezco por estos pequeños momentos inolvidables, donde están ahí para mí, para disfrutarlos a mi lado. Es en estos momentos cuando veo sus sonrisas, aquellas que me dicen que, vale la pena pasar por situaciones complicadas si este va a ser la recompensa.
—Aww pero que lindo. Solo que faltó yo —mi carcajada no puede hacerse esperar al escuchar a Dave y al ver que en verdad se ha unido a nosotros.
—¡Síiiiiii, abrazoooo! —se une Danielle, y con ella viene Alice. Pero ahí no acaba la cosa, sino que cuando menos lo espero, todos en la habitación están encima de nosotros, rodeándonos, y abrazándonos. Aunque no son demasiadas personas en la habitación como parece, lo que agradezco, tan solo son mis tres amigos y unos cuantos más de la universidad, los cuales conocimos en el transcurso de esta.
Bueno, no me quejo, los aceptamos con gusto. Ellos son parte de mi vida, así que también son parte de mi familia. Pero, es ahí que a pesar de verme rodeada de aquellas personas que tanto me importan, siento un pequeño vacío en mi interior porque, siendo sincera, daría lo que fuera porque dos personitas más se unieran a este mega-abrazo y así, ser todo lo feliz que puedo ser. Pero sé que, por ahora, tengo que conformarme con esta pequeña felicidad incompleta.
* * *
—Mamá, papá, ¿qué es lo que hacen aquí? —no retraso más la pregunta que quería hacerles desde un principio, y al ver que nos dan un momento de privacidad, la dejo salir.
—¿Cómo que qué hacemos aquí, niña? Pues venimos a visitarte por tu cumpleaños, ¿qué no es obvio? —resopla. Creo que mamá va a terminar regresando más temprano que tarde, porque por un momento creo que olvidó que soy yo quien la saca de sus casillas a cada rato.
Me trago la carcajada que quiere salir de mis labios al ver que en verdad se mira desesperada por mi comentario.
—Bueno sí, y se los agradezco, pero, se supone que habíamos quedado con que yo iría a visitarlos a ustedes.
Mamá por un momento plasma un rostro de preocupación, pero es tan rápido que al darse cuenta pone su rostro inexpresivo, no dejando que lea sus emociones. Pero solo esos milisegundos me bastaron para darme cuenta que algo pasa.
—¿Qué… qué es lo que pasa?
—Nada, no te preocupes. No debe pasar nada para venir a verte.
Mis sospechas aumentan cuando noto el nerviosismo de mamá y que ni papá ni Caleb se entrometen en la conversación. Ellos son peores guardando secretos.