¿es Capricho o es Amor?

CAPITULO 1: SE BUSCA EMPLEADA

 

CAPÍTULO 1

SE BUSCA EMPLEADA

 

Izzy:

Ahora resulta que luego de esmerarme en verme bien, la suerte me llegó por fea.

Les explico…soy una joven estudiante de enfermería cuya meta es convertirme en una gran profesional con especialidad en anestesia… anestesiología quirúrgica para ser más precisa. Amo la enfermería y siento que tengo verdadera vocación.  De niña jugaba a los hospitales y doctores con todas mis muñecas y no se me escapaba ninguna sin que yo le hiciera tomar un remedio y aplicarle una inyección con las jeringas sin aguja con las que mi madre me permitía jugar. Ahora, a mis 22 años acabo de terminar mi grado de enfermería y quiero continuar a la especialidad en anestesia sin pérdida de tiempo. Me he graduado con buenas calificaciones, recibí el premio magna cum laude por mi excelencia académica y tengo toda la intención de continuar mis estudios hasta lograr mi meta. Para lograrlo, he sacrificado bastante. Horas de sueño perdido entre páginas de libros, largas jornadas de práctica en un hospital universitario, fiestas a las que nunca fui y mis pies que jamás se posaron en un antro. Este sacrificio – que para mí no lo ha sido tanto pues no soy afín a las fiestas- ha cobrado su recompensa. 

Ahora dedico algunas horas al servicio voluntario en el Hospital Metropolitano de Burbank para adquirir experiencia y mantenerme vigente en la parte práctica del oficio. No es lo mismo la teoría que la práctica, es todo un mundo de diferencia. Lo bueno es que he conocido muchísima gente y he aprendido incluso más que en la propia universidad. Lo malo es que no es un empleo remunerado, el voluntariado no implica dólares, los cuales necesito para costearme la especialización.

Todo iría bien sino fuera por la parte económica. No quiero enredarme en préstamos que me tomaran una buena parte de mi vida en pagar ni tampoco deseo que mi madre se enrede más por mí. Ya bastante ha hecho y a mi edad también me avergüenza que todavía esté ayudándome. Mi padre nunca ha estado en el panorama y no tengo hermanos. No existen tíos multimillonarios cuya existencia desconocía y que aparezcan luego mágicamente a dejarme su fortuna. Tampoco creo en hadas madrinas ni genios en botella que me concedan deseos. Por lo tanto, haciendo todos los ajustes con la realidad, debo conseguir un empleo pronto.

El mayor inconveniente consiste en que todos los lugares donde he solicitado trabajo exigen experiencia previa y soy una recién graduada. Mi voluntariado en el hospital no parece ser suficiente. Me canso de llenar solicitudes, de esperar llamadas que nunca llegan y de ver como el poco dinero que tengo se me va escapando como agua entre los dedos. En ocasiones, para darme mi propia terapia y no sucumbir ante el triste panorama, salgo a trotar. Me libera endorfinas que disminuyen mi ansiedad y me mantienen en buena forma. En mis mejores días - para evitar caer en pensamiento fatalista -  practico distintos maquillajes y peinados frente al espejo. Trato de seguir las últimas tendencias de moda. Otro pasatiempo que he descubierto es ayudar a mi amiga Hannah a trabajar su jardín. He aprendido muchísimo sobre plantas y me encanta respirar el aroma que desprenden las flores. Siento que se me impregna en la ropa y la piel. En los días fríos y lluviosos me pongo al día con mis series de televisión aunque mi mayor pasatiempo es la lectura, en especial los libros de romance histórico y fantasía. Hago todas estas cosas para no abatirme pensando que necesito un trabajo con carácter de urgencia.

Entonces la buena fortuna pareció tocar a mi puerta.

Un día casi al terminar mi turno voluntario en el hospital, la enfermera Rowland tenía algo que decirme.

— ¡Izzy…ven acá! —me llamó por lo bajo y me tomó por el brazo hasta llevarme a un pasillo que suele ser solitario y que dirige a las oficinas administrativas. Sentí la entonación de urgencia en sus palabras y su modo secreto me causó gran expectativa. Quedé atenta a lo que fuera a decirme.

Miró a ambos lados antes de hablar.

—Escucha lo que te voy a decir. Ha llegado un paciente muy especial. Es un hombre joven, hijo de gente acaudalada. Está en estado de coma en la sección de cuidado intensivo. Parece que fue un accidente de auto bastante terrible. Iba con una chica que ahora ni siquiera aparece…no se bien el cuento —señaló como quien relata una película que nunca terminó de ver.

— ¿Y? ¿Qué tiene eso que ver conmigo? ¿Por qué me cuentas? Ya casi termino el turno, estoy cansada y me voy a casa…—riposté.

—No te vayas todavía. Escucha…los padres están con él. Ya sabes, acompañándolo y desolados como podrás imaginar…te diré que el chico es un caramelo. Así comatoso como está…sigue siendo un bombón de azúcar —dijo aguantándose la risa.

— ¡Vamos, Rowland! ¡Ve al grano! Dime que tengo que ver con todo eso…—respondí blanqueando los ojos y tratando de apurar lo que sea fuera a decirme.

Chasqueó la lengua.

— ¡Ay, pero que poco humor tiene esta juventud! —.

—Una eternidad después y sigo esperando que me ibas a decir…—

—Ok, pues te cuento que los padres andan buscándole una enfermera. Quiero decir, otra enfermera. Según me contaron, ya tienen a alguien que se encargará de su cuidado pero necesitan otra persona porque quieren que no esté solo el día que despierte. Son sus padres…están en total negación y muy seguros de que despertará…ya me entiendes como son esas cosas. —afirmaba mirándome a los ojos como buscando afirmación de mi parte.

— ¿Quieres decir como una ayudante? —pregunté con sumo interés.

—Pues así lo entendí. Me preguntaron a mí pero yo estoy demasiado cargada. No tengo tiempo para nada…ni siquiera para un bombón como ese. Así que pensé en ti —finalmente dijo y se quedó mirándome como esperando una respuesta.




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