CAPÍTULO 7
INESPERADO
Izzy:
“Sus movimientos no son intencionales, sino reflexivos. Agarra de forma instintiva como lo haría un bebé” fue lo que me dijo el médico cuando le conté, algo que hice solo para corroborar lo que ya había estudiado en mis clases de enfermería.
De todas formas, no puedo sacudirme la sensación tan extraña que me provocó que agarrara mi mano con tanta fuerza. Me quedé pensando en que es otra señal que Mathias pronto despertará. Es solo que no quisiera mezclar mi intenso deseo con una ilusión aunque siento que fallo miserablemente. Debo mantener los pies en la tierra y recordar la parte médica y científica de su situación sin dejarme envolver en mi inmenso deseo de verlo despertar y recuperarse.
Cuando sujetó mi mano -luego de recuperarme del inicial espanto que me provocó-me solté despacio de su agarre y no mostró resistencia.
—Vamos, galán, que no tienes que ser tan rudo —le dije con calma y voz suave. Coloqué nuevamente su mano y lo acaricié con ternura.
—Muy pronto…ya verás —le dije reafirmándole lo que era mi deseo.
Hannah me dice que me estoy envolviendo demasiado. Que no hago otra cosa que hablar de Mathias y su situación, que anoto sus progresos como una madre celebra que su niño diga sus primeras palabras o de sus primeros pasos, que debo desligarme un poco y que incluso me hará mucho daño si es que nunca despierta. La miro con recelo cuando me dice esas cosas. ¿Será cierto que me estoy involucrando demasiado? Hannah es mi mejor amiga y a veces pienso que me conoce mejor de lo que yo misma me conozco. Pero no quiero pensar que esté en lo cierto. Sobre todo, en la parte de que él podría nunca despertar. No quiero ni imaginarlo.
Habíamos terminado la sesión de masajes y ejercicios terapéuticos. Todo estaba en orden y me disponía a sentarme en la butaca a leerle algunas páginas de nuestro libro cuando de manera inesperada llegó Julia. Quedaban todavía un par de horas para completar mi turno y aun mucho más para que ella tuviera que regresar. La sorpresa no pudo ser mayor.
— ¡Que sorpresa! No te esperaba…hasta me has asustado…—atiné a decir.
Ella no me miró. Soltó su bolso sobre la pequeña mesa de esquina de manera dramática y se quedó un instante mirando un punto fijo e indefinido antes de soltar las primeras palabras.
—Es menor que yo…mucho menor…casi le doblo la edad —espetó sin ningún contexto. Me tomó un momento caer en cuenta a que se refería.
— ¿Te refieres a aquello de que hay un hombre enamorado de ti pero no puede ser? —pregunté y luego me pareció ridícula mi pregunta pero no se me ocurrió otra cosa.
Asintió con un movimiento de cabeza.
Julia es una mujer que roza los cincuenta. Todavía conserva la lozanía de su piel y una buena figura. Su cabello apenas asoma algunas tenues franjas grises y es fuerte y vigorosa. A mí no me extraña que un chico joven haya puesto los ojos en ella.
—Solo necesitaba decírselo a alguien. Nada más…—dijo tomando su bolso de la mesita y marchándose. Me dejó confundida.
Vi la puerta cerrarse de la misma forma en que se abrió. La inesperada confesión de Julia me dejó atontada por unos segundos.
Me volteé hacia Mathias en cuanto se marchó.
— ¿Escuchaste eso? ּ¿Qué te parece? —hice mis preguntas en retórica pero como si en realidad esperara que me respondiera.
Me senté en la butaca con el libro nuevamente en mis manos pero ya no pude concentrarme. ¡Julia está enamorada!
—Una cosa te diré mi querido Mathias…esto no me lo esperaba. ¿Está enamorada nuestra Julia? Quiere decir que esa mujer que parece tan fría, tan mecánicamente eficiente, que nunca sonríe y solo se dispone a trabajar… ¿también tiene enredos de amor? ¡Y que enredos! —.
Solté una risa nerviosa. Por alguna razón de pronto sentí avergonzarme al hablar tan ligeramente de asuntos románticos con Mathias. Sobre todo, porque no soy quien para juzgar nada cuando yo misma no he vivido emociones tan intensas como las que imagino debe estar viviendo ella. Supongo que debe ser algo bastante fuerte lo que la ha hecho romper la pared del silencio y llegar hasta donde mi – que no puedo considerarme su amiga y mucho menos su confidente- y decírmelo.
—En materias de amor, no tengo mucha experiencia. Claro, que ya tuve un novio. Se llamaba Andrew y era un buen tipo. Lo conocí en mi primer año de universidad y nos llevábamos muy bien. Era un buen prospecto, bien parecido, dedicado a sus estudios y respetuoso. Creo que hicimos una bonita pareja mientras duró. Fue solo que teníamos distintos intereses. Mientras él ya hablaba de casarse y formar una familia, yo estaba decidida a seguir el post-grado. El matrimonio no estaba en mis planes y simplemente ese desacuerdo terminó con todo. Cada cual siguió su rumbo. Todavía conservamos la amistad y de vez en cuando charlamos —pensaba en voz alta como contándome a mí misma y a mi interlocutor las razones por las cuales no me sentía capacitada para pasar juicio por el arrebato de confesión de Julia.
— ¿Tú qué piensas de todo esto? —pregunté a Mathias mientras veía que ya se acercaba la hora de marcharme. Mi turno terminaría pronto y había tenido un día agitado y poco usual.
Llegué a la casa y me encontré a Hannah que iba de salida. Nos saludamos brevemente y me dispuse a darme un baño antes de acostarme a descansar. Ya en la cama, repasaba en mi mente lo que habían sido las últimas semanas. El tiempo que pasaba en la habitación de Mathias, las muchas conversaciones unilaterales que habíamos tenido, las veces que vi abrirse su ojos ausentes, el agarre de su mano en la mía, nuestras lecturas, mi mirada escudriñándolo en busca de cualquier movimiento, mi deseo inmensurable de que despierte. Poco a poco el sueño llega a mis ojos y me voy en su viaje todavía pensando en él. Lo veo despierto, de pie frente a mí, sonriéndome, lleno de vida.