𝔼𝕝𝕚𝕫𝕒𝕓𝕖𝕥𝕙
Me levanto muy temprano y me pongo a empacar mis cosas en el mismo equipaje que tenía al llegar aquí hace seis meses.
Cuando llegan las chicas de su guardia, empiezan a llenarme de preguntas: ¿Por qué estoy empacando? ¿Qué para dónde me iba?
Cómo no sé qué puedo o no puedo responder, solo atiné a decir…
—Me voy a vivir con mi novio.
—Ja, ja, ja y ella sigue insistiendo que tiene novio —Solimar se burla.
—Cállate Solimar, yo sí le creo. Pero no lo quiere presentar y punto —Taylany me apoya.
—Será que es muy lindo y piensa que se lo vamos a quitar, ja, ja, ja —Talitha se ríe y me abraza.
—O es muy feo y le da pena que lo veamos —Solimar vuelve con sus comentarios.
—¿Cuándo nos lo vas a presentar? —Talitha pregunta.
—¿Dejémosla que se instale y en una semana la visitamos a su nueva casa, qué dicen? —Taylany propone.
—Tay es la más sensata, en una semana las invito chicas —Es lo único que atiné decir para que me dejen en paz.
—Al menos ella tiene novio, así no le creamos. Cuánto daría yo porque Serkan sea mi novio, así sea de mentiras —Talitha dice, suspirando por su amor platónico.
—Y yo porque me mire un chico canadiense bien guapo —Taylany también suspira.
—Yo no quiero novios de mentiras como el de Elizabeth, yo quiero uno de verdad con su buen banano, y si no llega no me voy a poner a inventar que tengo novio. Sigo insistiendo que es mentira y se va quién sabe para donde —Todas miran asombradas a Solimar.
—Solimar, ¿por qué no te vas? —Talitha le dice.
—Porque esta es mi habitación —Solimar responde, levantando los hombros.
—Tranquila, que de ahora en adelante será solo tuya —le respondo levantándome de la cama con mi maleta ya lista.
Salgo arrastrando mi maleta de la habitación que me cobijó durante seis meses. Mi futuro ahora es incierto, no sé qué me voy a encontrar en mi nuevo empleo misterioso.
Me despido de las chicas con la promesa de que las voy a invitar a mi nueva casa en cuanto me instale.
Voy a la cafetería donde quedé de encontrarme con la patrona, allí ella me explica mi trabajo y me hace firmar un contrato de confidencialidad.
Nada de lo que haga en esa casa se debe saber. Mi función es el cuidado de un paciente que sufrió un accidente, quedó imposibilitado de sus piernas y se le debe atender a sus necesidades básicas y aplicación de medicamentos para el dolor. No se me permite saber más del paciente por seguridad.
Que intriga este hombre. Debe ser un cucho con mucho dinero.
—Recuerda Elizabeth, nadie debe saber que estás cuidando este paciente —Me recalca mi jefe Andrea.
—¿Y qué vas a decir en la policlínica? ¿Cómo vas a justificar que no trabajaré más allí? —Me intriga esa parte.
—Algo se me ocurrirá. Ahora súbete a esa camioneta que está afuera, el chófer te llevara a tu nuevo empleo —me señala donde hay una súper wow camioneta.
—Gracias Jefe Andrea, confíe en mí. No la voy a defraudar —le aseguro.
—Eso espero Elizabeth, por eso la recomendé, no me vaya a hacer quedar mal —me vuelve a insistir dándome un abrazo.
Me despido de mi jefe, el chófer me ayuda con el equipaje y me subo a la camioneta. El camino a mi nuevo trabajo fue largo, de más de una hora de recorrido.
Entramos a un camino con unos hermosos árboles a lado y lado. Hay una cancha de tenis, una piscina y al fondo se ve una majestuosa mansión.
La camioneta para al frente y me bajo con temor. El chófer me pasa la maleta y sale nuevamente por el camino de entrada perdiéndose en la distancia.
Tomo mi maleta y se me ocurre la brillante idea de tomarme una selfi al frente de la puerta, la subo a mi estado y coloco:
«Hoy empiezo una nueva vida al lado de mi amado. Detrás de esta puerta está nuestro nido de amor»
Luego de hacer la publicación toco la puerta y después de unos minutos la abre una mujer muy elegante.
«¿Será la esposa de mi paciente?»
Se ve joven, pero como hay tantos viejos verdes, uno ya no sabe.
—Hola señora, soy Elizabeth Vélez, la auxiliar que va a cuidar a su esposo —me presento.
—Bienvenida, la estábamos esperando. Mi nombre es Araceli Balanteau —se hace a un lado para que entre a la mansión.
Entro detrás de ella y nos dirigimos a un hermoso despacho. Allí nos sentamos en una pequeña antesala, estaba muerta de nervios. Todo aquí destila poder, riqueza y elegancia. Hasta me da cosa poner mis manos en cualquier lado. De pronto lo ensucio o lo daño, me lo cobran y tocará pagar rezando padrenuestros.
—Elizabeth, espero que Andrea te haya explicado a detalle el trabajo que debes realizar —me pregunta.
—Sí, señora, ella me dijo que todo lo que haga aquí es confidencial y que me encargaré del cuidado de su esposo que sufrió un accidente —ella se ríe con lo que le dije.
«¿Qué es tan chistoso?»
—No es mi esposo, es mi hermano gemelo, Williams. Recuerda las cláusulas del contrato, no puedes decir que estás acá cuidando a mi hermano y mucho menos revelar su identidad —recalca.
—Todo está claro. La jefe Andrea me explicó todo muy bien —Le doy nuevamente parte de tranquilidad.
—Entonces vamos a mostrarte cuál será tu habitación, y te presentas con tu paciente. Espero que te acoples al trabajo y le tengas paciencia a Bill —Se para de la silla de manera elegante.
—¿Bill? —Pregunto confundida.
—Sí, así le digo a mi hermano de cariño, pero para ti es teniente Williams —me aclara.
—Entiendo, esté tranquila. Lo trataré con mucho respeto —Le respondo con seguridad en mis palabras.
Salimos del despacho hacia un anexo hermoso, allí pasamos al área de servicios, me muestra mi habitación y pude dejar mi maleta.
Después me lleva hasta la puerta de la habitación principal donde se encuentra mi paciente.
—Pasa a la habitación y te presentas con él como la auxiliar asignada. —Toca la puerta por mí y se va.
Abro la puerta y asomo mi cabeza, veo a dos apuestos caballeros que me miran sorprendidos.