Capítulo Cinco

🍁𝕎𝕚𝕝𝕝𝕚𝕒𝕞𝕤🍁
Entra la auxiliar que me asignaron cuando Sahún de despide de mi, veo que toma mi expediente médico y me sonríe tímidamente.

Lo lee detalladamente y me mira. Yo la observo sin perder ningún detalle de todo lo que hace, de sus expresiones y de sus movimientos. Tengo que descubrir que trama esta mujer.

—Teniente Balanteau es hora de su terapia física. ¿Le gustaría que lo hiciéramos en la cama o en la silla de ruedas? —Me pregunta inocente y yo solo me imagino otra cosa a lo que ella dijo.

—Por supuesto que en la cama. En la silla de ruedas sería muy incómodo hacerlo —le contesto en doble sentido, pero ella ni por enterada.

—Por supuesto Teniente. Como usted se sienta mejor —Veo que toma un aceite de caléndula qué hay en el botiquín.

—Por favor linda, no me diga Teniente, solo llámame por mi nombre, Williams o Bill como todos me conocen —Se nota incómoda con lo que le acabo de decir.

—No Teniente, no es necesario tanta formalidad. Yo apenas lo conozco, es mi superior y le debo respeto —Me dice con firmeza.

—Tranquila, linda, no es para que te pongas así. Después me puedes decir como quieras —esta chica no va a ser fácil de manipular.

—Y por favor Teniente. Mi nombre no es linda, es Elizabeth. Por lo que le agradezco que no me llame así. —Se aplica el aceite en las manos y me empieza a masajear las piernas.

Ya no le contesto más, pues está muy concentrada haciendo su trabajo. Aunque está con cara de enojo, entiendo su actitud, la aborde muy repentinamente y si es lo que sospechamos no es conveniente que actúe tan precipitadamente.

Sus manos se deslizan suavemente por mis adoloridas piernas, llenándome de un alivio placentero. Ejerce algo de fuerza en ellas, pero no de una manera brusca. Me gusta esta terapia, es diferente a la que me hacían en la policlínica, allá si me hacían ver estre…

—¡Ayyyy, oye, eso me dolió! —Retiro todo pensamiento de qué sus manos eran mágicas.

—Lo siento, es que ya calenté el músculo. Es hora de empezar la terapia física como es —No termina de hablar y ya está flexionando mi pierna haciéndome sudar del dolor que me genera.

Luego de unos diez minutos, ya no aguanto más y le ruego que termine la sesión.

—Por favor Elizabeth termine la terapia, qué ya no aguanto más —le pido suplicante.

—¿Le está doliendo mucho? —pregunta preocupada.

—¡Sí, me duele demasiado! —es tanto mi dolor que me salen algunas lágrimas.

—«Hombres flojos, que tal que tuvieran que parir» —escucho que dice entre dientes y en español.

Yo sé perfectamente el idioma español, al igual que el francés e inglés, ya que son mis lenguas maternas. La familia de mi papá es de origen francés y la de mi mamá es originaria de Argentina. Y el inglés lo hablo al ser el idioma adicional que se habla en Canadá.

Pero le voy a hacer creer que no sé el idioma, eso será un punto a favor mío.

—Elizabeth, me aplica por favor la dosis de morfina. Ya no aguanto el dolor y es lo único que me lo calma—Le pido señalando la bomba de infusión qué hay a un lado de la cama.

—Claro, venga lo acomodo bien en la cama para que se duerma plácidamente —Me organiza las almohadas y enciende la máquina.

Empiezo a sentir menos dolor y mis ojos se vuelven pesados. En un momento la chica se acerca y mueve sus manos frente a mi cara, verificando que no esté despierto. Hago el que no la vi, y al ya estar más dormido que despierto la escucho cantar. Y en medio de su melodiosa voz, más sueño me da y ya no sé más de mí.

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Mientras tanto, el detective Sahún llega a la policlínica después de salir de la mansión del teniente Williams y se acerca al pabellón de veteranos de guerra donde trabajaba Elizabeth para hacer su investigación.

Se reúne con su amiga Andrea Bravo y la pone al tanto de la situación. Le informa que va a empezar a investigar a Elizabeth al ser una de las sospechosas de lo que le pasó al teniente Williams. Andrea no puede creer todo lo que escucha, ella tiene en un muy buen concepto a Elizabeth, esta segura que ella es inocente. Aun así, no debe interferir en una investigación y autoriza a Sahún a que indague con sus compañeras y encontrar alguna pista que esclarezca el atentado que sufrió su amigo.

Sahún se despide de Andrea y al salir de su oficina alcanza a ver a Solimar y a Taylany qué están de guardia.

Con total seguridad y la elegancia qué lo caracteriza se acerca a Taylany con una sonrisa seductora.

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—Hola, ¿eres Taylany, cierto? —Volteo a mirar sorprendida al escuchar esa voz tan varonil.

—Sí, ¿y vos quién sos? —Pregunto intrigada al ver tremendo ejemplar de hombre.

—Me presento bella dama. Mi nombre es Sahún DeLouis y soy inspector de higiene. —Inmediatamente, miro a mi alrededor para asegurarme que todo esté en su lugar.

—¿Hay algún problema en la policlínica? —Pregunto angustiada.

—Tranquila, solo vine a traer unos documentos para la jefe Andrea Bravo y me pidió que te buscara para que los recibas —Sonrío tímida y se los recibo.

—¿Tienes tiempo?, quisiera invitarte a un café para agradecer tu amabilidad —Me emociono con esa invitación.

—Ahora no puedo, apenas a las dos termina mi guardia —Me da tristeza no aceptar su invitación.

—Entonces a la dos vengo por ti y te invito a comer —En ese momento una sonrisa se forma en mi cara.

—No es necesario, no veo que tiene que agradecer —Le rechazo la invitación, aunque muero por decir que sí.

—No acepto un no como respuesta, tómalo como que te quiero conocer más y tal vez ser amigos —Me dice coqueto y me guiña un ojo.

—Está bien Sahún, a las dos nos vemos —Me da mucha alegría que no haya desistido de la invitación.

—Esperaré ansioso qué sean las dos —Me toma la mano y me da un beso en su dorso

Se marcha elegantemente y no salgo de mi embobamiento hasta que siento un golpe en mi cabeza.

—Cierre la boca que ve lo mismo y séquese por ahí derecho las babas. Las de arriba y las de abajo, ja, ja, ja —Solimar y sus comentarios malucos.