𝕎𝕚𝕝𝕝𝕚𝕒𝕞𝕤
Sigo esperando a que a Elizabeth le den ganas de contarme que le agobia, pero al verla en ese vestido de baño mis pensamientos se van a otro lado y eso no lo puedo permitir.
Ni en pensamientos le he sido infiel a Sandra. Sé que es normal que tenga deseos, y eso no lo puedo permitir. Se lo prometí a ella.
Elizabeth es muy linda, noble, sencilla, comprometida, pero esconde un secreto que necesitamos sea revelado.
—Ya se fueron todos. Elizabeth no tengas miedo y ¿dime que es lo que te atormenta? —La alenté a que hablara.
El aire en la que nos sumimos se espesaba con cada segundo que pasaba. Elizabeth estaba sentada en el borde de la piscina, sus ojos evitando los míos. La tensión entre nosotros era palpable, como si el silencio mismo conspirara en nuestra contra.
Había llegado el momento de la verdad y en parte sabía que era lo que me quería decir. Elizabeth tejió una red de mentiras a su alrededor, y yo estaba atrapado en ella. Sus amigas creían que éramos una pareja feliz, que decidimos mudarnos juntos. Pero la realidad era muy diferente.
Caesar Ours, el famoso médico rehabilitador, era su verdadero amante. Elizabeth había estado jugando un peligroso juego de doble vida, escondiéndose detrás de sus engaños.
—Williams —susurró finalmente, con su voz temblorosa —Es verdad, tengo que confesarte algo.
La miré fijamente, esperando. Sabía que lo que iba a decir cambiaría todo entre nosotros.
—Inventé una historia de la cual me arrepiento. ¡Me arrepiento de ser tan mentirosa! —su voz se torna temblorosa —le dije a mis amigas por la presión que sentía de que eras mi novio, que empezaríamos a vivir juntos y que estábamos comprometidos.
—¿Y por qué te sentías presionada? —Seguí indagando. —¿Necesitabas esconder algo?
—Sí, me relacioné inadecuadamente con un médico de la policlínica. Él me pidió que no le dijera a nadie que éramos pareja. Pero yo le contaba a las chicas que tenía un novio, obviamente no les decía quién era porque él así lo solicitó. Por eso ellas no me creían. Después descubrí que era un hombre comprometido, ese mismo día tomé la decisión de aceptar este trabajo y no sé por qué de una manera inmadura le inventé que eras mi novio, que él era una cana al aire antes de casarnos, ya que estábamos comprometidos y nos íbamos a ir a vivir juntos.
Perdóname Bill, estoy muy arrepentida y si debo pagar la multa de la que habla el contrato por la confidencialidad la pagaré así tenga que trabajar horas extras —Decía ya sin poder controlar su llanto.
—¿Y has vuelto a hablar con ese médico? —Pregunté dudoso.
—Caesar y yo… teníamos una relación hasta el día antes de venir a la mansión, que fue cuando descubrí que yo era la otra. Pero él desde antier me empezó a amenazar constantemente por teléfono. Dice que es mentira que seas mi prometido, que él te conoce y que por eso me descubrirá. Que yo oculto algo y muchas amenazas más —Sus expresiones se veían sinceras.
Me pasé una mano por el cabello, sintiendo cómo el mundo se tambaleaba. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cómo me había convertido en parte de su engaño? ¿Está siendo sincera? ¿No tiene nada que ver con lo que Ours supuestamente me hizo?
—¿Entonces por qué aceptaste ser mi novia, cuando te lo pedí? —pregunté, mi voz más ronca de lo que hubiera querido.
Elizabeth bajó la mirada.
—Porque necesitaba que mi mentira se convirtiera en realidad. Así, no viviría con la angustia de ser descubierta —de repente me miró fijamente —Y sumercé ya sabía que yo estaba haciéndote pasar por mi novio, ¿cierto?
—Sí, Elizabeth. Sahún mi amigo me mostró tus fotos en las redes sociales. Era mi puerta y era mi mano, no había discusión, me estabas haciendo pasar por tu novio. Como necesitaba una coartada use tu mentira. Mi matrimonio por contrato con Daina Otaku estaba a punto de ser anunciado, y no podía permitir casarme con esa mujer ni con nadie. Si seguimos con este juego, me libraré de ese compromiso sin consecuencias —La miré esperando que acepte.
Asintió lentamente. Era una solución desesperada, pero ¿qué otra opción teníamos? Elizabeth estaba atrapada, y yo también. No esperaría a que mi vida se desmoronara por completo.
—Entonces linda, te pido que sigamos con el juego. Si aceptas haremos un nuevo contrato dándole invalidez al anterior y así no tengas que pagar por el incumplimiento de la cláusula de confidencialidad—decía, con mi corazón apretado de angustia esperando que aceptara —Sigamos ante los demás siendo la pareja comprometida que todos creen que somos. Pero prométeme que, seremos siempre honestos el uno con el otro y que me hayas dicho toda la verdad.
Elizabeth me miró con un deje de asombro y a la vez gratitud.
—Está bien, aceptaré seguir con la farsa, y espero que anules el primer contrato. Es mucho dinero el que tendría que pagar y me quitas un peso de encima —Me dejó un sinsabor lo que acababa de decir, la siento obligada a hacerlo. Aunque es la única solución que le veía para que aceptara.
Asentí, sabiendo que estábamos en un camino peligroso. Pero a veces, incluso las mentiras pueden convertirse en realidad, si las sostenemos lo suficiente y ese era mi mayor temor. Yo estaba dispuesto a sostenerla hasta el final, por evitar ese matrimonio, por la dignidad de Elizabeth y por nuestra extraña amistad.
—Entonces hermosa novia, llamaré a Serkan para que gestione la publicación de nuestro compromiso ante la sociedad —Le informé lo que se debe de hacer en estos casos de ahora en adelante.
—¿Y como es eso? —su curiosidad es mucha.
—Se realiza una cita con la jefe de prensa de la familia, nos hacen una entrevista y se publica en las principales revistas de farándula de Canadá. Así, la crema y nata de la sociedad canadiense se entera de que hay un nuevo compromiso en una de las familias más prestigiosas —Le expliqué.
—¡Eso será una bomba! Qué raros son ustedes —me reí de sus ocurrencias, veo una faceta divertida en Elizabeth y eso me gusta.