𝕎𝕚𝕝𝕝𝕚𝕒𝕞𝕤
—Es en serio Bill, esa mujer anda detrás de Ours. No sé qué le ven a ese pelón —hace media hora he estado aguantando las lamentaciones de Sahún —¿Será que ella también tiene que ver con tu atentado?
El despacho estaba sumido en un silencio incómodo. Sahún, mi amigo y confidente, se lamentaba en voz baja. Taylany, la mujer que una vez despreció, ahora parecía feliz junto al doctor Caesar Ours. Y yo, atrapado entre sus celos y la razón, escuchaba sus palabras con una mezcla de enojo y deseo.
Pero yo era poco lo que escuchaba, solo pensaba en mi relación con Elizabeth y la condición que puso mi papá para darme su cargo de director General.
¿Será que si me quiero casar con Elizabeth, y dejar a un lado la promesa que le hice a Sandra?
¿Lo que siento por Elizabeth es algo más que una atracción, un deseo? ¿Será amor?
—¿Me estás escuchando, Williams? —Sahún suspiró—Taylany, esa mujer que antes apenas se hacía notar, ahora está relacionándose con Ours. ¿No te parece extraño?
Sahún me saca de mis pensamientos y vuelvo a prestar atención a su quejadera.
Taylany, con su belleza y su misterio, era obvio que lo traía de cabeza. Pero él no quería reconocerlo. No podía, según él, tener una relación seria, pues ella es el objetivo de una investigación, aunque estoy seguro de que ya la ha buscado para hablar con ella, así lo niegue.
—¿Crees que ella también es cómplice de Ours? —Pregunté, intentando mantener la calma, Sahún ya me tiene cansado con su drama.
Sahún asintió con tristeza y temor. ¿Acaso él sentía amor por Taylany? ¿O era solo su desprecio hacia ella lo que lo atormentaba?
—Claro que sí, y Elizabeth también. Pero como esa mujer te trae de cabeza no lo quieres aceptar. Puedo hasta afirmar, conociéndote como te conozco que han llegado más lejos que unos simples besos. Acaso no sabes que ella es una de las sospechosas de tu atentado —Sahún me lo recordó.
—Si he llegado más allá de unos besos es mi problema, no el tuyo. ¿Y sí, lo he hecho qué? ¿Y tú que has avanzado en la investigación? ¡Nada! Aún estamos como al inicio, en cero. Estoy dudando de tus capacidades como investigador, lo único que has hecho es meterte con la amiga de Elizabeth y no sacaste nada, solo usar a esa pobre chica —Ya me tiene harto Sahún con sus mediocres investigaciones.
—¿Me estás diciendo inepto? Pensé que eras mi amigo, además no tengo la culpa de que la amiga bravucona de ellas haya dañado con un bate de demolición, la cámara que planté en su apartamento. —Lo miré asombrado ante esta declaración.
—¿Entonces ellas ya saben que las están investigando? —pregunté, aunque ya sabia la respuesta.
—Sí, es lo más seguro —Me contestó como si nada —Además de que te las das de muy digno, si estás haciendo mismo con Elizabeth. La estas usando para sacarle información. Todos estos años has respetado la promesa que le hiciste a Sandra, no creo que ya la vayas a romper por una chica que apenas conociste y además es sospechosa de tu atentado dada su relación con Ours.
En ese momento, la puerta del despacho se abrió. Elizabeth, mi supuesta novia, estaba a punto de entrar y no me había fijado que la puerta no estaba cerrada. Algo en su expresión cambió cuando escuchó nuestras últimas palabras. ¿Había escuchado? ¿Sabía que pensábamos que ella también era cómplice de Ours?
El silencio se volvió más denso. Sahún y yo nos miramos, atrapados en nuestras conjeturas.
En ese instante, los celos ardieron en mi pecho al imaginármela en brazos de Ours, saber que ella fue de ese hombre, que esté enamorada de él y no de mí como quisiera. Pero no podía permitirme reconocerlo. No cuando mi corazón aún pertenecía a Sandra. Aunque, con Elizabeth, quien ahora está aún parada en la puerta mirándonos de una manera indescifrable, la línea entre la razón y el deseo se volvía cada vez más difusa.
—Hola Linda, ¿me necesitas? —Traté de hacerme el tonto.
—Sí, venía a decirte que voy a salir con mis amigas, aprovechando que hoy en la noche están libres por fin de sus guardias en la policlínica. Hace días que me están diciendo que necesitan hablar conmigo —Mis alarmas se encienden, y mucho más las de Sahún viendo su cara de temor.
—¿Hoy no habíamos quedado de ir a ver lo del banquete de la boda? —Dije lo primero que se me atravesó, tratando de encontrar una excusa para que no vaya a donde sus amigas.
—¿Boda? —Sahún interrumpió inmediatamente.
—Sí, Williams y yo nos vamos a casar en un mes —Le aclaró Elizabeth y Sahún me da una mirada de “te voy a matar”.
—Bill, ¿por qué no me lo habías dicho? —Me hizo el reclamo.
—Ya te iba a decir, ya deja el drama —Lo miré con cara de “cállate”
—Bill, para que sepas, la cita con la organizadora de bodas es mañana. Y ella viene a la mansión —Me explicó lo que yo ya sabia —Nos vemos más tarde, ya me tengo que ir.
Me da un beso, y se fue radiante y soberbia. Me quedé mirándola como un tonto esperando que no haya escuchado lo que estaba hablando con Sahún.
—Espero que no haya escuchado nada de lo que hablamos acá —Expresé en voz alta mi mayor temor.
—Te enamoraste Bill. Estás enamorado de esa mujer. ¿Y qué vas a hacer si es culpable? Si es así, ella solo está fingiendo que te quiere. ¿Y aun así piensas casarte con ella? —Eso no lo había pensado.
Estaba tan entregado a la pasión y el deseo que me genera Elizabeth, que había olvidado completamente qué puede ser una trampa de ella y de Ours. Pero, su entrega parece tan real que no concibo que sea una actuación. Yo por ella siento muchas cosas, hasta he llegado a pensar que me enamoré de ella, tanto que no he vuelto a recordar a Sandra.
Pero las dudas me atacan, y aún más al darme cuenta de que nunca le hemos puesto nombre a lo que tenemos.