— "No sé, Sophía. No estoy seguro de que pueda hacer esto" — dijo Max con una mirada preocupada en su rostro mientras se removía en su asiento.
—"¿Por qué no, Max? ¿Qué es lo que te preocupa?" — preguntó Sophía, buscando sus ojos con los suyos.
— "Es solo que... he intentado esto antes. He tratado de enamorarme y cada vez ha sido un fracaso", respondió Max con un tono pesimista. "No creo que el amor sea para mí”. —
Sofía frunció el ceño ante la respuesta de Max.
—"¿Cómo puedes decir eso, Max? Todo el mundo merece el amor. Y sé que eres capaz de amar y ser amado" — dijo ella con convicción. —"Solo tienes que permitirte sentirlo".—
Maximo se detuvo unos momentos antes de continuar. Miró fijamente al vacío, con la mirada perdida en algún punto de la habitación. Finalmente, respiró hondo y continuó hablando.
— "Te diré la verdad, Sofía. He intentado enamorarme, pero siempre termino decepcionado. Tuve una relación seria en la universidad, pero terminó cuando me enteré de que me fue infiel. Después de eso, tuve varias citas y relaciones, pero nunca sentí nada especial por esas mujeres. Todo cambió hace unos años, cuando conocí a una mujer que parecía tener todo lo que yo buscaba en una pareja. Estaba seguro de que ella era la indicada, pero después de unos meses de relación, descubrí que me estaba engañando con mi mejor amigo."—
Sofía lo escuchaba en silencio, compadecida por su historia. Max continuó.
— "Después de eso, decidí que no valía la pena arriesgarme de nuevo. Prefería estar solo que arriesgar mi corazón otra vez. Pensé que así estaría a salvo de sufrir, pero me doy cuenta de que eso me ha llevado a la soledad. Y ahora, después de conocerte, siento que tal vez haya algo más que me esté perdiendo." —
Terminando de contarle el "porque", sin transar más palabras, Maximo se levantó de la mesa y se despidió rápidamente de Sofía, alegando una reunión urgente en la oficina. Una vez allí, cerró la puerta de su despacho y se sentó detrás de su escritorio, sumido en sus pensamientos. Por un lado, sabía que debía alejarse de Sophía. Era la única forma de evitar enamorarse y no quería arriesgarse a sufrir de nuevo. Pero, por otro lado, sentía que se estaba perdiendo algo especial al negarse a estar con ella.
La razón por la que era prohibido amar a Sophía era simple: ella era la hermana menor de su mejor amigo. Había conocido a la familia de Sophía desde hacía años y había prometido a su amigo que nunca se acercaría a su hermana. Además, no quería poner en riesgo su amistad con él por un romance prohibido.
Maximo se dejó caer en su silla y se pasó la mano por el cabello, frustrado por la lucha mental que estaba enfrentando. Sabía que su corazón estaba deseando amar a Sophía, pero su cabeza le decía que era una idea loca y peligrosa.
Maximo se dio cuenta de que no podía permitirse enamorarse, no solo por la promesa de no meterse con la hermana de su mejor amigo Pablo, si no de que ella es la hermana de un mafioso peligroso con quien había estado haciendo negocios durante años. Sabía que involucrarse sentimentalmente con alguien tan cercano a un criminal podría poner en peligro su carrera y su vida.
—"Debo mantener mi distancia."—se dijo a sí mismo mientras dio varios pasos a una repisa donde tomo una botella de wiski y la sirvió dándole un sorbo que calentó la tráquea y sus pensamientos. Posando a un lado el vaso de cristal, mirando fijamente lo translucido y buscando entre el reflejo del vidrio el reflejo de los ojos hermoso de Sophía a lo que de inmediato se sobresalta y dijo con enojo; — "No puedo permitir que mis sentimientos nublen mi juicio y pongan en peligro todo lo que he trabajado duro para lograr". —
Pero a pesar de sus mejores esfuerzos, no podía sacar a Sophia de su mente. La imagen de su rostro hermoso la percibía en el brillo del cristal de vaso y su personalidad encantadora seguía apareciendo en su mente una y otra vez, haciéndole sentir una atracción cada vez más intensa.
Mientras permanecía sentado en su escritorio, Maximo luchó mentalmente contra su deseo de estar con Sophía y la necesidad de mantenerse alejado de ella. Sabía que no podía permitirse el lujo de involucrarse emocionalmente con alguien tan peligroso y prohibido, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentirse atraído por ella de una manera que nunca antes había experimentado.
Lo cierto es que Maximo había estado trabajando con su amigo mafioso, Pablo, desde hace un tiempo, utilizando su experiencia como abogado para ayudarle a lavar el dinero obtenido de forma ilegal. Aunque Maximo sabía que estaba en una situación peligrosa, se sentía atraído por el dinero fácil y la emoción de estar involucrado en algo tan prohibido.
Pero a medida que su relación con Sophia se volvía más cercana, Maximo comenzó a cuestionar sus decisiones. Sabía que si seguía involucrado en el mundo del crimen, estaba poniendo en peligro su carrera, su vida y cualquier posibilidad de tener una relación sana y honesta con Sophía.
Mientras estaba sentado en su oficina, Maximo se dio cuenta de que había llegado a un punto de inflexión en su vida. Sabía que tenía que elegir entre seguir viviendo en la oscuridad o dar un paso adelante y enfrentar las consecuencias de sus acciones. La idea de perder a Sophiía era demasiado dolorosa para soportar, así que tomó la difícil decisión de cortar lazos con Pablo y alejarse del mundo del crimen.