30 de abril de 2017.
Esos días resultaron más extraños de lo que puedo explicar, muchas cosas pasaron, cosas que no veía venir, pero creo que sin duda ya Dios lo tenía predestinado.
La semana comenzó como todos los días: estando en casa. Esa vez simplemente estaba en el patio de la casa mirando las plantas de mi madre.
Estaba tan distraída que no me di cuenta de que mi celular estaba vibrando a causa de que Ramón me estaba llamando. Cuando entré a la aplicación de mensajes que usamos, vi un mensaje de él.
Ramón.
-Necesito hablar contigo en persona.
¿Dónde estás ahora?
-¿Estoy en casa. ¿Todo bien?
-Estoy en el otro vecindario. Ven, necesito decirte algo importante.
-Vale.
En ese momento salí de la casa de manera rápida, mi hermana estaba allí también así que la casa no se quedaría sola.
Al llegar al otro vecindario lo reconocí de una vez, me acerqué rápidamente a donde él estaba y me abrazó de manera intensa.
—Necesito decirte algo y es importante para ambos —su voz sonó tan firme que sentí miedo.
—Te escucho, ¿de qué quieres hablar? —dije intentando parecer segura, pero en realidad estaba muerta del miedo.
—Sabes que llevamos mucho tiempo con este sentimiento y pienso que es tiempo de que tomemos una decisión acerca de esto —me sorprendió mucho la solidez de su voz.
—¿A qué te refieres? —inquirí con un hilo de voz.
—¿Quieres ser mi novia? —me enseñó una rosa que tenía escondida.
¿Esto está pasando?
No lo puedo creer.
—Sí... —aclaré mi voz un poco para luego decir:— Sí quiero, pero recuerda tenemos que hablar con mi mamá y con los pastores para que acepten nuestra relación. No quiero hacer nada en desorden.
—Eso lo sé —asintió—. Sí hablaremos con ellos, pero quiero que sepas que nunca me propasaré, siempre sacaré tiempo para ti, te visitaré a tu casa los días que pongan tu mamá y los pastores, siempre te cuidaré y te voy a valorar, nunca te haré sentir mal, al contrario, siempre buscaré la forma de que estés feliz, todo eso y más te daré, te lo aseguro, Ana— sujetó mis manos con delicadeza.
—Realmente me dejaste muy sorprendida, no imaginé que esto iba a pasar tan rápido, pero me haces feliz, y sí, quiero esto.
—¿Cuándo crees que sea correcto hablar con ellos? —su pregunta me sacó de las cavilaciones.
—Mejor mañana, ve a mi casa en la tarde, le diré a mami que vas a venir a verme para que no sospeche nada y sea una sorpresa, luego hablamos con los pastores para eso —sugerí.
Él estuvo de acuerdo y nos despedimos, al llegar a casa le comenté a mamá y raramente estuvo de acuerdo, se lo comenté a Ramón y me dijo que trataría de venir en la tarde, así de paso podríamos comentarle a los pastores dependiendo de la respuesta de ella.
Al llegar el día, no puedo negar lo nerviosa que estaba, muchas cosas pasaban por mi mente, pero estaba segura de algo: si Dios lo permitió, estaré bien.
Llegó la tarde y para distraerme comencé a organizar algunas cosas en casa.
—Ana. ¿Ramon te dijo a qué hora llegaría? —la pregunta de mamá me espabiló.
—Dijo que en un rato —respondí con un hilo de voz.
—Bien.
Al momento de decir esa palabra, escuchamos cómo estaban tocando la puerta, me ofrecí a abrirla y ahí estaba él. Vestido de lo más elegante con una camisa negra y pantalones jeans con zapatos negros. Se veía muy elegante.
—Quise traerle esta rosa, espero no le incomode —se acercó a mi madre y le pasó una pequeña rosa roja.
—Está muy linda, gracias por el detalle —le respondió ella con una sonrisa y puso la rosa en la mesa.
—A usted por permitirme venir y conocer su casa, que por cierto es muy bonita.
—Gracias.
—Nosotros dos queremos hablar con usted —dijo con voz firme.
—¿Ah, sí?, ¿sobre qué?
—Sobre nosotros —respondí y nos miramos el uno al otro.
—Ah, ya sé por dónde va la cosa, ¿están enamorados, verdad?
—¡Sí! —dijimos al mismo tiempo.
—Si lo que quieren es que les acepte su relación, por mí no se preocupen, si mi niña es feliz a tu lado yo estoy bien, pero sí te digo: cuídala mucho y valórala, por favor.
—Eso haré. ¿Cuáles cree usted que son los días que puedo venir a visitarla?
—Los lunes, miércoles y sábado, esos días nada más permito.
—Excelente, no puedo pedir más —sonrió—. Esta chica lo es todo para mí, y no voy a desaprovechar esta oportunidad que me da la vida de volver a ser feliz con quien amo de verdad, y a su hija de verdad la amo y quiero que ella esté en mi vida por el resto de ella. No le haré daño, téngalo por seguro.
—Bien, solo hay que reunirse con los pastores, ya yo acepté esto solo faltan ellos.
—Bien —respondí.
En la noche nos reunimos con los pastores y les dijimos de nuestra relación, que ya mi madre la había aceptado y que solo necesitábamos su confirmación.
—Pediremos la oración en la iglesia por una semana, si Dios responde, su relación va, así que manténganse en oración —dijo con cautela la esposa del pastor.
Cuando regresamos a casa le dije a Ramón:— ¿Escuchaste lo que dijo la esposa del pastor? Debemos orar para que Dios hable —se lo recalqué.
—Sí, oraré por eso, mi princesa —me tomó de brazos.
—¿Cuántos días les dieron de oración? —intervino mamá.
—Una semana, mami —le respondí y me aparté un poco de Ramón.
—Bien, oren mucho por eso —nos guiñó un ojo y entró a la casa.
—¡Sí, eso haremos! —respondió Ramón.
—Ya tienes que irte.
—¡Tan rápido! —reclamó con mucho dramatismo.
—Sí. Hablaremos en una semana y no se te olvide orar mucho por esto —nos señalé.
—Está bien, tú también hazlo, ten linda noche —respondió y se despidió de mi familia.