Donato
Hace seis años encontré a Aurora en un aeropuerto. Había sido abandonada junto a su “huevito portabebés” en un asiento junto a la sala de embarques en París, mientras aguardaba para regresar hasta Milán, mi tierra natal. Sin embargo, no notifiqué a las fuerzas de seguridad porque habían dejado a esa beba ahí, de hecho, pasaron los minutos y nadie la reclamaba. La misma gente pensaba que ella era mi hija, sobre todo por el parecido físico y porque tiene mis mismos ojos. Claro que con estos datos ya podrán hacerse una idea de lo hermosa que es.
Al poner al tanto a Franco de que esa niña se iría conmigo, lo que surgió como opción inmediata es que la pequeña necesitaría una madre, o bien, alguien que se encargue de cuidarla ya que no cuento con la sabiduría suficiente como para poder hacerlo. La inoperancia de algunos hizo que me la lleve sin que nadie se atreva a mediar palabra alguna, no la reclamaron, odié a la persona que la abandonó, descubriendo con el tiempo que ella me aceptaba a mí, más allá de todo…
Mi amor por ella nos condujo a elegir a una madre que raptamos desde la guardia de pediatría de París. Una joven residente de veintitrés años que aceptó una jugosa suma de dinero con tal de acompañarnos con la niña.
Lastimosamente, me enamoré de ella. Quería hacerlo, de hecho, porque precisaba que la pequeña Aurora tuviera una familia completamente real, de acuerdo con los cánones establecidos para una crianza saludable: solo buscaba darle una familia unida. Pero mi realidad no complacía a Chiara, quien tuvo que cambiar su identidad para salir de París al nombre de Charo, lo cual nos facilitaba el andar de un lugar a otro sin registros que pudieran ser seguidos por su familia, amigos o fuerzas de seguridad en caso de que algo pueda salir mal. Que, de hecho, salió mal.
La convivencia con Charo comenzó a verse perjudicada por mis sentimientos, por la pasión que comenzó a arder entre los dos y por la pequeña Aurora que parecía estar cada vez más a gusto con los dos, siendo ya lo único que nos unía. Hasta que mis enemigos en la mafia italiano comenzaron a perseguirnos, la famiglia de mis associates se veía en serio peligro mientras un vil enemigo se vio liberado de nuestros calabozos en Estocolmo y asumió al rango de Capo.
Solo me quedaba una opción si querría salvar a Aurora y a Charo. Esto se convirtió en un asunto de escapar o morir. Se comenzó a tejer un plan para capturar a mi vil enemigo, Mikael, desconociendo que él ya había puesto en jaque uno suyo. usando a Aurora como carnada.
La gente de Mikael descubrió, cuando él estaba secuestrado en Estocolmo, que había tenido yo un amorío hace año y medio atrás con una mujer llamada Teresa. Como en todas las historias de mi vida, ella me abandonó estando embarazada, pero al intentar buscarla, me dio la peor noticias de todas: había abortado al bebé. Yo realmente le quería, ansiaba a ese hijo de la misma manera que mi propio padre no me quiso a mí, hasta que mi familia adoptiva me hizo parte de algo especial, del amor, de la Cosa Nostra y de la capacidad de defenderme.
No obstante, sin ese niño, ya lo mío con Teresa no tendría sentido. Le dejé huir de mí hasta que fue encontrada por la gente de Mikael y descubrieron que nunca se hizo ese aborto, ella solo queria alejarse de mi y del peligro que me rodea. Usaron a Aurora como carnada, la trajeron a mí, luego provocaron que Teresa se acercase y, de esa manera, me localizaron en Milán, provocando situaciones de extremo peligro para todos. Sobre todo para la niña y para Charo.
Mientras ideaba un plan para deshacernos para siempre de Mikael y heredar yo el legado a Capo de nuestra famiglia, la gente de mi enemigo consiguió meter a Teresa a la casa con la bendita suerte de que llegaron a estar cara a cara con mi agotada y preocupada esposa Charo, con quien nos casamos porque era parte del plan de una familia feliz. Sumando un aspecto de color: Charo estaba embarazada y yo sería el padre de ese niño en camino durante apenas unas semanas de atraso con las que ella contaba.
Mi gente asesinó a Teresa delante de sus ojos, ya que ella venía enviada por Mikael. Yo jamás hubiera dado la orden de que asesinaran a la madre biológica de mi hija mayor, pero fue un acto de desesperación y de alto riesgo que en cierto modo les salvó la vida, pero no por mucho.
Mi plan B era escapar a Estocolmo ya que nos habían rodeado en Milán, pero mis enemigos también tenían un plan B para llegar hasta mí que iba más allá de Teresa y se trataba del “Plan Chiara”. La aterrorizaron lo suficiente, le prometieron la libertad y la hicieron caer en sus redes mientras mi vida estaba plagada de secretos; creyó ver un halo de luz entre tanta oscuridad que provocó que ella les ayude para poder ser liberada junto a Aurora quien ahora habría quedado huérfana de madre.
Le di a Mikael lo que quería: meterme en sus tierras para ser asesinado. Por supuesto que no morí, o bien, soy un zombie. Y no lo soy. Que yo sepa. ¿Verdad? No, demasiado sensual es este cuerpo como para venir de entre los muertos.
Preparamos todo el asunto con mi equipo, entré con un verdadero ejército y salí con los pies hacia adelante junto a mis hombres, dándole la creencia de que me había asesinado… Pobre iluso. Pero más pobre de Aurora quien ahora parecía quedar huérfana de padre también.
Por fortuna, Mikael las liberó a ambas mientras anduve en una suerte de limbo anónimo, formulando el plan de regresar. Eso no podía suceder mientras Mikael fuese tan fuerte, ya que buscaría terminar conmigo bajo todos los pronósticos.
Así llegué al enemigo de mi enemigo, Emmet Mendes, quien le odia tanto como yo: raptó a su hija quien también le odiaba, la misma ira les enamoró uno del otro y así fue como terminaron asesinado a mi mayor enemigo.
Tras un pacto de associates, unimos ambas famiglias para darles protecciòn, salí de las sombras, escandalicé a varios y asumí al rol de Capo.